martes, 30 de agosto de 2022

MONS. BASEOTTO

 

 en contra de la beatificación de Mons. Angelelli

 

 P. Javier Olivera Ravasi

 

Hace un par de días, varios medios locales e internacionales  se han hecho eco de una presentación sin respuesta, que un grupo de abogados, letrados y ex-jueces realizaron ante las autoridades vaticanas para frenar la beatificación de Mons. Enrique Angelelli, muy cercano al marxismo y a la guerrilla armada en la Argentina.

 

Según confirma el diario La Prensa de Argentina en el día de hoy  Mons. Baseotto, ex-obispo de Añatuya (una de las diócesis más pobres de la Argentina) y obispo castrense emérito, ha escrito una carta donde expresa su malestar ante la posible y cercana beatificación (el texto original y completo puede leerse aquí).

 

Que no te la cuenten, 18-10-2021

 

 *****

Buenos Aires, 12 de Octubre de 2018

 

He conocido a Mons. Angelelli por los años 70, cuando era Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba. Venía a visitar a uno de nuestros sacerdotes, P. Félix Casá, profesor de Sgra. Escritura, quien abrigaba, si no ideas subversivas, sí muy afines a las mismas.

 

Sí me consta, por esas visitas, que era muy mal chofer, vista la forma que conducía entonces su camioneta cuando venía de la ciudad de Córdoba a nuestro convento redentorista de Villa Allende, casa San Alfonso.

 

En nuestro ambiente se lo ponderaba por su celo apostólico y cercanía con la gente de su Diócesis de La Rioja. Pero se lo veía con precaución y preocupación: muy cercano a grupos de ideología subversiva.

 

Las fotografías que, pasados unos años, me hicieran llegar, confirman ese malestar.

 

Pasé después de Córdoba (1973-1974) a Añatuya hasta 2002. Ahí conocí de cerca a Mons. Withe, quien había investigado por medio de gente especializada, los hechos de su antecesor, y abrigaba el mismo temor: complicidad con medios subversivos… y muerto en un accidente (…).

 

Voy constatando en muchos cristianos bien formados que abrigan, como yo, una duda muy seria acerca de este supuesto martirio. Claramente, si hubiera sido muerto por los militares, no habría sido por su Fe, sino por su compromiso con las fuerzas de izquierda, entonces operantes en La Rioja y hoy, en el poder, al que han llegado muy hábilmente.

 

Por todo esto y por las consecuencias hoy previsibles de desorden que acarraría tal beatificación, creo que no sólo es errónea sino también traería consecuencias lamentables para la paz en Argentina.

 

+ Mons. ANTONIO JUAN BASEOTTO C. Ss. R.

Obispo Castrense de la Argentina (E)

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DOSSIER PRESENTADO EN ROMA

Buenos Aires, 16 de Julio de 2018

Fiesta de Nuestra Señora del Carmen

 

EE.RR Cardenal Robert Sarah / Giovanni Angelo Becciu:

Congregación para el Culto Divino y para la Causa de los santos

Ref: Expediente de beatificación

de Monseñor Enrique Angelelli

 

            De nuestra consideración,

 

El pasado 8 de junio el Sr. Obispo Diocesano de La Rioja, Monseñor Marcelo Colombo, anunció que el Santo Padre Francisco promulgó el Decreto por el que se declara que el Siervo de Dios Enrique Ángel Carletti Angelelli, que fuera Obispo de La Rioja entre los años 1968 y 1976, habría sido asesinado por el Gobierno Militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983 y que su muerte fue causada por odio a la fe. Reconocido, de este modo, el carácter martirial de la muerte de Angelelli quedaría expedito el camino para su próxima beatificación.

 

Somos un grupo de abogados, letrados y ex-jueces católicos de Buenos Aires, Argentina, constituidos en una fundación sin fines de lucro.

 

En nuestra calidad de abogados estamos en contacto constante con expedientes judiciales en los que se investigan, demuestran y juzgan hechos delictivos. Y como católicos, movidos por amor a Cristo y a la Iglesia y por nuestro afecto a la Augusta Persona del Santo Padre Francisco, consideramos importante dar nuestra opinión letrada sobre la veracidad y exactitud de los presupuestos de hecho y de derecho que se mencionan en el Decreto, concretamente, sobre la conducta de Monseñor Enrique Angelelli como Pastor de La Rioja y sobre las circunstancias de su fallecimiento.

 

Dividiremos, por tanto, el presente Informe en dos partes: en la primera se tratará de las circunstancias de la muerte de Monseñor Angelelli y en la segunda de su conducta incompatible con la Fe Católica y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.

 

I. Circunstancias de la muerte del Obispo Enrique Angelelli

1. Antecedentes judiciales

Monseñor Enrique Angelelli murió el día 4 de agosto del año 1976, a la altura del Km 1.058 de la Ruta Nacional 38, en cercanías de la localidad de Punta de los Llanos, en la Provincia de La Rioja, como consecuencia del vuelco de la camioneta marca Fiat 125, tipo multicarga, chapa patente F 007968, propiedad del Obispado de La Rioja. En el mismo vehículo viajaba el Vicario de la Diócesis, el R.P. Arturo Aldo Pinto quien sufrió heridas.

 

Tanto las actuaciones policiales y judiciales cuanto las pericias médico forenses y mecánicas concluyeron que la muerte del Obispo Angelelli fue debida a un accidente automovilístico fortuito y descartaron la existencia de cualquier intencionalidad criminal en dicho accidente.

 

Durante varios años esta versión del trágico accidente que costara la vida del Prelado riojano fue aceptada sin que ninguna autoridad civil ni eclesiástica la pusiera en duda. No fue hasta el 4 de agosto de 1983 que, en ocasión de un homenaje al Obispo Angelelli llevado a cabo en la Ciudad de Neuquén, el fraile capuchino Antonio Puigjané lanzó públicamente la versión de que el accidente que costara la vida de Monseñor Angelelli fue, en realidad, fruto de un atentado criminal perpetrado por efectivos de las Fuerzas Armadas argentinas. Cinco años después Puigjané participaría en un sangriento ataque terrorista a una unidad militar de Buenos Aires por lo que fue condenado a veinte años de prisión.

 

Las afirmaciones de Puigjané no fueron acompañadas de ninguna clase de constancias probatorias; sin embargo, algunos organismos de derechos humanos y los sectores ideológicos ligados a la extrema izquierda, dentro y fuera del ámbito eclesial, se hicieron eco de esta versión. A raíz de ese clamor la causa judicial por la muerte del Obispo Angelelli fue reabierta en dos ocasiones.

 

La primera en 1983, iniciada en los tribunales de la Provincia de Neuquén, girada posteriormente por razones jurisdiccionales a la Provincia de La Rioja y finalizada en 1990 con el dictamen de la Cámara de Apelaciones de la Provincia de Córdoba, en la que se concluyó que, agotada la investigación, no fue posible reunir la suficiente cantidad de evidencias que permitan afirmar que el accidente en el que perdiera la vida Monseñor Angelelli fuese causado por una intención criminal, y por lo tanto se cerró la causa.

 

La segunda fue en 2014. Luego de un nuevo proceso durante el cual no se aportó ninguna evidencia distinta a las del proceso anterior y sin haberse demostrado la existencia de autores inmediatos se dictó una sentencia que condenó a dos jefes militares, treinta y ocho años después del suceso, como autores mediatos de la muerte del Monseñor Angelelli.

 

Como Anexo 1 del presente documento se adjunta el informe titulado Breve reseña histórico-jurídica del caso Angelelli, suscripto por la Dra. Silvia E. Marcotulio, ex Jueza de Cámara Penal. En este importante documento se resumen todas las alternativas judiciales relacionadas con las investigaciones llevadas a cabo por la Justicia argentina sobre la muerte de Monseñor Angelelli.

 

2. Testimonio de Monseñor Bernardo Witte, Obispo de La Rioja.

 

Monseñor Bernardo Witte fue el cuarto obispo de la Diócesis de la Rioja (sucedió tras su muerte a Monseñor Enrique Angelelli). Rigió dicha Diócesis desde el 5 de junio de 1977 hasta el 8 de julio de 1992 en que el Papa Juan Pablo II lo designó Obispo de Concepción, Tucumán.

 

Monseñor Witte no se sumó jamás al coro de quienes, sin fundadas razones objetivas, pugnaban por instalar tanto en la opinión pública general como en el marco interno de la Iglesia la tesis del asesinato de Monseñor Angelelli. En importantes declaraciones efectuadas el 29 de julio de 1988, en el diario La Prensa, en referencia al dictamen elaborado en 1986 por el Juez de La Rioja, Monseñor Witte sostuvo:

 

“Nos sorprendimos de que la misteriosa muerte de Monseñor Angelelli, haya sido caratulada de asesinato sin que se tengan las pruebas suficientes. En la causa se incluyó a militares sin suficientes pruebas, y luego éstos recibieron los beneficios de las leyes de punto final y obediencia debida, sin que pudieran defenderse”.

 

Aparte de estas declaraciones y animado siempre por un genuino deseo de que se aclarase la verdad acerca de la muerte de su predecesor, Monseñor Witte realizó un hecho de inestimable valor procesal. El 27 de septiembre de 1988 se presenta voluntariamente en la sede del Obispado de La Rioja el único testigo presencial del accidente en el que perdiera la vida Monseñor Angelelli; se trataba de un técnico electromecánico, Raúl Antonio Nacuzzi, quien en el momento del accidente se encontraba subido a un poste de la línea de alta tensión que une las localidades riojanas de Patquía y Chamical realizando tareas de reparación de dicha línea eléctrica. Este testigo había solicitado infructuosamente prestar declaración testimonial en el proceso que llevaba adelante el Juez del Crimen Aldo Fermín Morales; ante tal negativa, Monseñor Witte decide que el testigo preste declaración en la sede del Obispado. Esta declaración, en la que Nacuzzi hace un relato pormenorizado de los hechos, es refrendada al pie por el mismo Monseñor Bernardo Witte quien certifica que lo expresado ha sido firmado en su presencia con total voluntad del declarante. Posteriormente, el texto de esta declaración es depositado en una Escribanía. Una copia del acta notarial respectiva con el contenido íntegro de las declaraciones del testigo Nacuzzi se adjunta en el Anexo 2 del presente documento.

 

3. Otros testimonios

 

Existen diversos testimonios contrarios a la tesis del asesinato de Monseñor Angelelli.

 

a) El distinguido pensador y ensayista argentino, Dr. Mario Meneghini, conocido el fallo del Tribunal que condenó a los dos jefes militares por “autores mediatos” del supuesto crimen, publicó en su página web, con fecha 5 de julio de 2014, una interesante nota en la que aporta datos de sumo interés para el esclarecimiento de la verdad. Copia de la nota se adjunta como Anexo 3 del presente documento.

 

b) Monseñor Carmelo Juan Giaquinta, Obispo Emérito de Resistencia, fue encargado, en el año 2006, por la Conferencia Episcopal Argentina, cuyo Presidente era a la sazón el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, de constituir y presidir una Comisión especial con el cometido de investigar, en el ámbito eclesial, todo lo relativo a la muerte de Monseñor Angelelli. Los trabajos de dicha Comisión (integrada además de Monseñor Giaquinta por el entonces Obispo de La Rioja, Monseñor Roberto Rodríguez y el Presbítero Nelson Dellaferrera) duraron dos años. En declaraciones a la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) con fecha 15 de abril de 2009, a la pregunta de a qué conclusiones había llegado la Comisión respecto del carácter de la muerte del Obispo Angelelli, Monseñor Giaquinta expresó:

 

“La conclusión del trabajo no significa que la Comisión haya llegado a una conclusión judicial. Si fue accidente o atentado: lo dirá la Justicia Civil. A partir sólo de los testimonios eclesiales es difícil probar ninguna de las dos hipótesis”.

 

La opinión de Monseñor Giaquinta, expresada en privado, era un tanto más explícita al sostener que, en verdad, no existía ninguna evidencia que permitiese concluir que la muerte de Angelelli hubiese sido intencionalmente procurada

 

II. Conducta de Monseñor Angelelli como Obispo

 

Siendo Obispo Auxiliar de Córdoba es muy conocida su actuación contra el Arzobispo Monseñor Ramón José Castellano quien debió abandonar su cargo a causa de ciertas acciones de un grupo de sacerdotes y profesores del Seminario Mayor (del que era Rector el propio Angelelli), que llevaron a un profundo enfrentamiento en el catolicismo cordobés; Angelelli no sólo alentaba dichas acciones sino que las lideraba en su doble condición de obispo auxiliar y de rector del Seminario.

 

En La Rioja su acción estuvo notoriamente signada por la corriente del llamado tercermundismo, con simpatía hacia grupos guerrilleros como “Montoneros”. A modo de ejemplo se adjunta como Anexo 5 un artículo firmado por María Lilia Genta, aparecido en diversos medios digitales, con un testimonio de la autora respecto del compromiso y vínculos de Monseñor Angelelli con las organizaciones terroristas armadas. El artículo incluye una foto de Monseñor Angelelli predicando frente a una bandera de Montoneros.

 

Al mismo tiempo, Monseñor Angelelli emprendía acciones contra quienes no comulgaban con su línea pastoral. Son muy conocidos los duros enfrentamientos que protagonizó con amplios sectores de fieles que no admitían el giro ideológico que Monseñor Angelelli imprimía a su gestión. Se adjunta como Anexo 6 un Acta del Consejo Presbiterial de 1972 en donde se deja constancia de las medidas que se debían tomar contra los miembros del clero que no adherían al tercermundismo. También agregamos como Anexo 7 extractos del libro de Horacio Verbitsky sobre la Historia de la Iglesia Argentina, en donde relata los enfrentamientos de Monseñor Angelelli con los feligreses que no compartían su ideología.

 

III. Petitorio y Ofrecimiento

 

Por lo expuesto solicitamos que vuestro Dicasterio a vuestro cargo considere:

 

- Que la hipótesis de que el vuelco del automóvil en que viajaba Monseñor Enrique Angelelli fue fortuito y accidental como la más probable dadas las pruebas reunidas.

 

- Que la conducta de Monseñor Angelelli al frente de su diócesis estuvo comprometida con teorías y movimientos alejados de la doctrina católica.

 

Asimismo nos ofrecemos a aportar más datos, a medida que lleguen a nuestro conocimiento, y a colaborar en la investigación.

 

Abogados, letrados y ex-jueces católicos de la ciudad de Buenos Aires


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Anexo:


ANGELELLI: EL CRIMEN QUE FUE ACCIDENTE

Mario Meneghini

El Tribunal Oral Federal en lo Criminal de La Rioja condenó ayer a prisión perpetua al General Benjamín Menéndez y al Comodoro Luis Estrella por el crimen (sic) de Monseñor Enrique Angelelli, ocurrido el 4 de agosto de 1976, en calidad de autores mediatos. Menéndez estaba al mando del Tercer Cuerpo de Ejército y Estrella era el jefe de la Base Aérea de Chamical, al momento del hecho imputado. Sin que haya sido comprobado, la sentencia asume que el vuelco del vehículo en el que viajaba Angelelli, fue producido por la maniobra intencional de otro vehículo, cumpliendo órdenes impartidas por los jefes  militares condenados y otros ya fallecidos. (La Voz del Interior, 5-7-2014)

Uno de los defensores de los imputados, el doctor Juan Deleonardi remarcó la importancia que tiene  la declaración de Raúl Alberto Nacuzi que dejó plasmada en una carta bajo el resguardo de una escribana pública, la cual es “una declaración válida, un instrumento público, que consta en el expediente por más de 7 años, que nunca fue cuestionada su validez por Fiscalía”.

Además de Nacuzi, que fue el hombre que dijo haber visto el accidente de Angelelli desde un pilar de alta tensión mientras realizaba trabajos de mantenimiento, Deleonardi citó a Carlos Alberto Arzola, quien dijo ser uno de los primeros testigos en llegar al lugar del hecho, en donde no vio ningún vehículo ahí, como así tampoco vio algún auto alejarse del accidente. 

También sostuvo que Primitivo Reynoso y Aber Fabio Luna manifestaron que ellos iban un tractor cargado con leña y que tuvieron la posibilidad de llegar rápido al accidente y no ver ningún otro vehículo.

Lo mismo pasó con el testigo Ferneti, quien dijo sólo haber visto luego del accidente un Peugeot 404, “y quien iba en ese Peugeot, Carlos Alberto Arzola, que iba hacia Punta de los Llanos a dar aviso del accidente”, dijo Deleonardi. (El Independiente, 27-6-14)

Cabe agregar lo expresado el 20 de abril de 1990 por la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, que en su resolución manifiesta: "La Corte Suprema de Justicia de la Nación atribuyó a esta Cámara Federal la responsabilidad jurídica de conocer e investigar la verdad respecto del hecho que costara la vida de Monseñor Enrique Angelelli. A tales fines se practicaron numerosas medidas tendientes a esclarecer su muerte, algunas de ellas totalmente nuevas, producto de la investigación realizada por el Tribunal [...} No obstante lo expuesto y todo lo actuado en autos, resulta imposible poder asegurar que el hecho haya sido consecuencia de un accionar doloso. Está probado que la muerte se produjo a causa del accidente, pero a esta altura de la investigación, que se considera agotada, no hay elementos suficientes que permitan afirmar que el accidente haya sido efectivamente provocado. Por lo expuesto, en virtud de las medidas instructorias practicadas y demás consideraciones efectuadas, y atento que los medios de justificación acumulados no son suficientes para demostrar la perpetración del delito, en concordancia con lo dictaminado por el Señor Fiscal de Cámara, este Tribunal estima pertinente dictar el sobreseimiento provisional de la presente causa".

 Cuesta entender que, 14 años después de la conclusión citada, otro tribunal llegue a conclusiones opuestas. Uno de los querellantes, Sr. Luis Miguel Baronetto, director de Tiempo Latinoamericano, publica en la edición de mayo 2014 de esa revista un “Informe sobre el juicio por el asesinato de Mons. Angelelli” (pgs. 16/22) sin aportar ningún dato que pueda fundamentar que hubo un accidente provocado, y por lo tanto una intención dolosa.

En realidad, esta etapa del largo proceso judicial, se inserta en la concepción de que los delitos de lesa humanidad, pueden ser juzgados al margen de los principios del Derecho Penal. Para comprender lo sucedido resulta útil el libro del Dr. Díaz Araujo, donde profundiza esta cuestión[1].

La sentencia de La Rioja determina que los condenados son autores mediatos del crimen. Suponiendo que haya existido dicho delito, “en el derecho penal latino no hay responsabilidad criminal por el hecho ajeno”. Sin embargo, desde 1985 comenzó a aplicarse en la justicia argentina la teoría de la autoría mediata, del alemán Roxin (“voluntad de dominio de la acción mediante aparatos de poder organizados”). Por ejemplo, la Cámara Federal de La Plata, condenó al P. Wernich, por haber pertenecido a la plana mayor policial (como Capellán), cuando otros individuos de la policía torturaban o mataban[2]. De modo que, en base a “la autoría mediata se puede condenar a cualquier funcionario jerárquicamente superior al autor real y material de los hechos”[3].

 

[1] Díaz Araujo, Enrique. “Lesa humanidad”; La Plata, Universidad Católica de La Plata, 2012.

[2] Op. cit., p. 262.: “Es tan torturador el que enchufa el cable en la pared como el que enciende la radio para que no se escuchen los gritos, el que pasa la picana por los genitales de la víctima, o el que llega después a aconsejarle que hable para no ser torturado nuevamente”;

[3] Op. cit., p. 64.

 

 

Córdoba, 5-7-2014.-

 


martes, 23 de agosto de 2022

DIFUSIÓN DEL CANNABIS

 

La revista THC, de julio de 2022 (N° 157), está destinada a la difusión del consumo de la marihuana y se vende libremente en los quiscos; conviene revisar su contenido para conocer el avance del proceso de legalización de la droga en la Argentina.

El nombre de la revista THC alude al tetrahidrocannabinol, también conocido como delta-9-tetrahidrocannabinol que es el principal constituyente psicoactivo del cannabis, que es el nombre que comúnmente se le da a la planta de cannabis, especialmente a 3 subespecies: cannabis sativa, cannabis indica y cannabis ruderalis. Esta planta tiene distintos componentes químicos, como los cannabinoides, entre los que se destacan el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD).

El THC es una sustancia psicotrópica: es lo que “pega” en el consumo recreativo de marihuana y produce adicción. El CBD, en cambio, no tiene efectos recreativos, sino que puede utilizarse con fines medicinales, en algunos casos.


El editorial de la revista revela el avance logrado:

“En Argentina podrán comprarse semillas de cannabis legalmente. Se trata de una decisión histórica y racional tomada por el Instituto Nacional de Semillas (INASE): si en el país existe una ley de cannabis medicinal que habilita su cultivo, el acceso a la semilla no podía seguir siendo un tabú.

El primer paso para llegar a este desenlace fue poner en marcha la inscripción de semillas de cannabis en un registro que incluye todas las especies vegetales que se comercializan.

La decisión tuvo un claro componente normalizador. Por otra parte, hubo un aspecto estratégico: si bien se podrán registrar variedades hechas por criadores extranjeros, el INASE priorizó a los desarrolladores nacionales en esta primera etapa. Lo hizo de un modo sencillo: para que una variedad sea vendida legalmente tendrá que estar registrada en el organismo nacional. (…)

En Argentina, el cannabis, su tenencia y cultivo siguen prohibidos. Los derechos, si bien en claro proceso de reconocimiento, aún son excepcionales. (...) Sin embargo, la CSJN subrayó que deben evitarse detenciones y allanamientos a personas registradas, algo que aún ocurre en el país. (…)

Todo paso es imperfecto. En ese sentido, la clave es analizar cuál es la dirección dominante que adquieren estos cambios. Aunque aún falta mucho para celebrar el escenario que soñamos, el perfume de lo que añoramos es cada vez más intenso.”

 

Noticias cannábicas:


*En la provincia de Córdoba, a una mujer la separaron de si hijo recién nacido y le negaron amamantarlo después del parto porque ella es una usuaria de cannabis para tratar la neuralgia del trigémino que padece, una enfermedad que produce convulsiones; se trata del caso de Ludmila Merlo, quién dio a luz a su hijo Zen en el hospital Materno Neonatal. Desde la Dirección de Maternidad e Infancia le aseguran a THC que modificarán el protocolo para no criminalizar a los pacientes de cannabis (SIC).


*En Tailandia se entregó un millón de plantas de cannabis para fomentar el autocultivo; pretende ser un foro industrial del uso médico del cannabis. El gobierno promete ganancias de 300 millones de dólares anuales.


*En España, en los próximos seis meses, entrará en vigencia la posibilidad de acceder al cannabis de forma legal para fines medicinales; se podrán comprar flores y aceites en las farmacias hospitalarias.


*En Estados Unidos, el rapero Reginald Noble, más conocido como Redman, inauguró el Partido Nacional del Cannabis.


*En Argentina otra provincia ha anunciado un proyecto productivo de cannabis; Chaco formalizó la creación de la empresa estatal con participación privada, junto a la compañía nacional León Verde S.A., firmando el acta respectiva el gobernador Jorge Capitanich.

*La provincia de Jujuy publica en la revista THC una hoja de propaganda del producto CBD 10, aceite cannábico –Cannabis Medicinal Argentino- que produce Cannava, (Sociedad del Estado).


*Café instantáneo de cannabis:

El café instantáneo cannábico se encuentra presente en las góndolas de Estados Unidos y Canadá. Últimamente, comenzaron a comercializarse opciones de café instantáneo con THC y CBD.

 

viernes, 12 de agosto de 2022

martes, 9 de agosto de 2022

ESPAÑA EN AMÉRICA

 En la fecha, en el sitio Infobae, se publica un artículo de Federico González Chapur dedicado a "El día de los pueblos indígenas". Allí afirma el autor que "la conquista española, que en tan sólo 100 años fue responsable de la muerte de más del 90 % de los pobladores originarios: cerca de 56 millones de personas".

Sobre las muertes de aborígenes, se sabe hoy que la mayor parte se produjeron por enfermedades -como la tuberculosis- que no existían hasta la llegada de los europeos. De todos modos, según el mayor experto, Rosenblat, los habitantes del continente para 1492, eran 13 millones, cifra que el peruano Sánchez aumenta a 20. ¿Cómo pudieron los españoles asesinar a 56 millones? 

La imaginación del autor tal vez se inspire en el Padre las Casas: "un español mataba con su lanza diez mil indios en una hora"; se ha señalado que esa cifra representa 166 por minuto, casi 3 indios muertos por segundo, tanto como un arma automática moderna. (*)

Sobre el sentido de la obra de España en el continente, reproducimos más abajo el pensamiento de un autor clásico.


(*)Arturo Gutiérrez Carbo. "Sobre aborígenes"; en: Asociación Patriótica Española. "Anuario del V Centenario"; Buenos Aires, 1987; p. 42.


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LA CONQUISTA DE AMERICA NO FUE POLITICA, SINO MISIONAL*

 

Por Atilio García Mellid

 

La controversia histórica sobre la colonización española en América puede centrarse en dos opiniones, ambas procedentes de historiadores extranjeros. La una –de J. W. Draper, en “Historia del Desarrollo Intelectual de Europa”– expresa que “en Méjico y en el Perú fueron destruidas civilizaciones en las que Europa hubiera podido instruirse”. La otra –de Lewis Hanke, en “La Lucha por la Justicia en la Conquista de América”- afirma que ese magno episodio fue “uno de los mayores intentos que el mundo haya visto de hacer prevalecer la justicia y las normas cristianas en una época brutal y sanguinaria”.

Esta divergencia interpretativa no es producto de métodos de investigación histórica distintos. El método científico siempre ha de arribar a conclusiones semejantes si se opera con objetividad y se atiende a los ritmos históricos individualizadores. La pugna que aquí se manifiesta no es cuestión de método, sino problema de perspectiva. En efecto; la visión del Nuevo Mundo se abrió, desde el primer instante, en dos vertientes ideológicamente incompatibles: la una política, misional la otra. Draper pertenece a la primera; Hanke, a la segunda.

La interpretación de tipo político responde a estados pasionales; el mundo y la historia son juzgados y medidos de acuerdo a criterios rígidos y sistemáticos. Las doctrinas se imponen a los hechos; es ésta una historia del “deber ser” más que del ser mismo. Un “deber ser” que no arranca de una concepción metafísica, sino de una predeterminación ideológica. El esquema político ciñe y asfixia a las cosas que se someten a su análisis; las que coinciden con sus prejuicios son valiosas, en tanto resultan condenables las que no lo son.

La idea histórica misional, por el contrario, más que al desenvolvimiento natural del hombre, atiende a su vida sobrenatural. El centro de su enfoque es el ser, pleno y compacto, como lo quiso la sabiduría divina: el ser proyectado hacia los valores eternos por obra de su conciencia, su pensar y su conocimiento. La historia así concebida no limita ni disminuye la fecundidad del acaecer humano; más bien lo completa y perfecciona, estableciendo un enlace sobresustancial entre la ciudad terrena y la Ciudad de Dios. Admite que la salud del cuerpo es primordial y necesaria, pero sin olvidar que el cuerpo perecedero es morada del alma inmortal, cuya salvación es el objeto propio de la Historia.

El descubrimiento y colonización de América se consumó paralelamente al auge del naturalismo y el positivismo. Lutero sacudía los portales de la Catedral de Wittenberg, en 1517, con sus proposiciones heréticas; rotas así las ataduras del Derecho Natural, la concepción materialista de la Historia iniciaba su ruidosa marcha. En 1531 se publicaba “Il Principe” y los “Discorsi”, de Maquiavelo. Las ciencias positivas invadían todos los campos; la técnica ganaba nuevos adeptos en desmedro del saber filosófico y de la teología. Se inventaron la imprenta y la brújula, el telescopio y la pólvora. Se completó el sistema astronómico y se universalizó el conocimiento geográfico. En biología se descubrió la circulación de la sangre y la investigación médica amplió sus horizontes con el dominio del área microscópica.

 

El siglo XVII representó la eclosión máxima de este proceso. El método de Descartes, la física de Newton, la matemática de Leibniz, la biología de Leeuwenhoek, la astronomía de Galileo, constituyeron aportaciones científicas altamente positivas, pero desprendidas de todo lazo metafísico o principio de orden sobrenatural. La observación de Edmundo O’Gorman –en “Fundamentos de la Historia de América”- es a todas luces exacta: “América aparece en el horizonte de la cultura cristiana –dice- precisamente en el momento en que, al declinar la Edad Media, el hombre se ha quedado sin Dios.”

Ese hombre no era, por cierto, el español. Por eso la conquista de América está henchida de potencia espiritual y de precisión teológica. Pero la mentalidad positivista desdeñaba los valores por los que esa España misional guerreaba. El señor de Périgord –el muy ilustre Miguel de Montaigne, de los “Ensayos”- es cifra y símbolo de esa abstrusa manera de pensar. Mientras el Rey Felipe, en 1570, recomendaba a cuantos prestaban servicios en las Indias el mayor cuidado y fatiga para procurar “el aumento de la religión y ensalzamiento de nuestra santa Fe Católica en esas partes, como fieles y católicos cristianos, y naturales y verdaderos españoles”, Montaigne se entregaba a románticas especulaciones.“Nuestro Mundo –escribía- acaba de encontrar otro… Era un mundo-niño; sin embargo, no le hemos azotado ni sometido a nuestra disciplina por las ventajas de nuestro valor y fuerzas naturales, ni lo hemos conquistado por nuestra justicia y bondad, ni subyugado por nuestra magnanimidad…, pues nunca se movieron a compasión almas tan bárbaras, que por la dudosa noticia de un vaso de oro que pudieran saquear, echaban al fuego a un hombre…”

            La realidad tremenda de ese mundo-niño, reflejada en los documentos de los propios actores, no pesaba en los juicios de los indiferentes al magisterio de la fe. Desde Méjico, en 1531, fray Juan de Zumárraga brindaba este valioso testimonio: “Antes eran sacrificados cada año a los ídolos millares de inocentes criaturas; ahora, en cambio, los franciscanos educan en sus escuelas a millares de niños que saben leer, escribir y cantar muy bien…”

            Para la mente dogmática de los racionalistas, más servía a sus propósitos el hombre “concreto” arrojado a la hoguera que esos millares de criaturas “abstractas” que los naturales inmolaban en los falsos altares de sus ídolos.

La colonización de América fue más obra de los misioneros que de los guerreros. El doblegamiento de los indígenas se hizo “no para exterminarlos en la esclavitud, sino para inducirlos a entrar en la vida eterna por medio de la instrucción y el ejemplo”. Era éste el pensamiento de Carlos V, según lo atestigua el Pontífice Paulo III. Solamente en Méjico, hacia 1540, los franciscanos habían logrado convertir a seis millones de indios, arrebatándolos a los bárbaros sacrificios. Por aquellas mismas tierras, fray Toribio de Benavente o Motolinia convirtió por sí solo a cuatrocientos mil naturales. Fue este benemérito fraile quien investigó las denuncias de malos tratos formuladas por el padre Las Casas, llegando a comprobar que “los indios de la Nueva España están bien tratados y tienen menos pechos y tributos que los labradores de la vieja España”.

 

Las Leyes de Indias estaban destinadas a adaptar al Nuevo Mundo la legislación propia del Reino. Por ellas se prohibió el uso de la palabra “conquista”, prefiriéndose las de población y pacificación, de manera que aquélla “no ocasione ni dé color a lo capitulado para que se pueda fazer fuerza ni agravio a los indios”. También fue abolida la designación de “colonias”, usándose corrientemente la de provincias de ultramar. Felipe II, en 1593, llegó a crear un derecho preferencial o privilegio a favor de los indígenas, al ordenar se castigue “con mayor rigor a los españoles que injuriaren, ofendieren o maltrataren a indios, que si los mismos delitos se cometieren contra españoles”.

Los juicios de los historicistas, cargados de intención política, siguen machacando los viejos parches de las conmovedoras supercherías. Justamente acabo de leer, en un gran diario de América, estas indocumentadas opiniones: “Atraídos por el imán del dinero se lanzaron los contingentes de aventureros hacia las playas del Nuevo Mundo. Y es sabido que los componentes de esas bandadas… implicaban una curiosa selección, simbolizaban el más alto temple para la expoliación y el asesinato; eran, moral y espiritualmente, la ralea de Europa.”

 

            Pese a tan pertinaces contradictores, la inmensa obra misional de España en América ha permitido que millones de seres se eleven a la gracia y misericordia divinas. ¿Qué pueden importar, frente a una sola alma que se salve, las vanas palabras y los interesados pensamientos de quienes se pagan de las cosas corpóreas y desdeñan los goces espirituales? La misión de España –en sí misma y en su portentosa expansión universal- no es un capítulo de la historia política de la humanidad; es la gesta heroica del alma atribulada y encendida, del ser que guerrea por los bienes eternos y que –como Job- desde su roto cuero y desde su propia carne, tiene de ver a Dios.

 

*Publicado por el periódico “ABC” de Madrid, España, en su edición del 11 de mayo de 1955.

(Fuente: Crítica Revisionista,  18 de febrero de 2017)

 

domingo, 7 de agosto de 2022

DELICIA GIACHINO


In Memoriam


Antonio Caponnetto

 

Centro Pieper, 23-7-2022

 

«Fue la Madre del Gran Caído, la engendradora del brioso Capitán, la simiente y el lecho originario de quien volcó su sangre juvenil y marinera en las costas argentas del Sur entrañable»

 

[CP] En la mañana de este 23 de julio del 2022 se murió María Delicia Rearte de Giachino.

 

Me van a permitir –porque el dolor suele ser un factor inhibitorio– que la recuerde ahora con palabras que ya le dediqué hace cuatro años, cuando tuvo la generosidad de pedirme que le prologara su libro de Memorias; así como varios años atrás me había encargado el Introito de su primera obra, titulada significativamente: “Cada día un 2 de abril”. Van aquí mis deshilvanados fragmentos en su recuerdo, en su homenaje y en testimonio de imperecedera gratitud:

 

Sí; hay que dar gracias. Y no ya, en exclusiva, de un modo individual sino nacional, por el hecho de que La Argentina aún pueda recibir el benéfico ejemplo de esta mujer admirable.

 

En tiempos de torvos feminismos y de degradaciones otrora inconcebibles en los talantes de tantas féminas desorbitadas, Delicia tiene la sensatez y el temple de enorgullecerse por ser hija, esposa, madre y abuelaza de un batallón de críos, bisnietos entre ellos.

 

Tiene la antigua y entrañable hidalguía de ser una dama cabal.

 

No es la ofensora del varón ni la víctima del patriarcado. Es el testimonio elocuente e imbatible de que en el Orden Natural esplenden las creaturas; de que acatándolo se vuelven virtuosas, y de que siendo virtuosas hallan la felicidad genuina. Aunque -o por lo mismo- no falten los dolores ni los gólgotas; que a nadie se le prometió vivir sin ellos.

 

Cada una de aquellas enunciadas potencias femeninas las ha desplegado con naturalidad, con júbilo, con contento; tal vez fuera ésta la palabra exacta, puesto que contención es lo que ella alberga y dispensa a la vez.

 

Pero sobre todo, ha vivido estas manifestaciones de su naturaleza, llena de gratitudes al Autor de la misma: Dios Nuestro Señor.

 

Hay que dar gracias también a Delicia por remitirnos con su sola patencia a esa noción bíblica de varona, sin que haya que explicar otra cosa que la que surge de la etimología del término: fuerte, corajuda, perseverante y fiel.

 

Tuvo motivos para desmayarse, pero siguió de pie. Motivos incluso para que la ganara la desesperanza, la angustia, la derrota o el rencor. Expulsó estos motivos de su alma y los trocó en consuelo, acatamiento y resignación cristiana. Desterró la negritud del pesimismo y echó el ancla al malecón seguro de la plegaria, que todo lo vence.

 

Para quien puede facer esta hazaña –diría el Cid– los clásicos tenían reservado el calificativo magnanimidad, pues alma grande significa. Hazaña moral y espiritual, y por eso mismo de gravitante monta.

 

En centenas de ocasiones esa magnanimidad que es su sello distintivo nos ha prestado a muchos el servicio de una confortación impar. Cuando se derrumbaban tantas expectativas o se consumaban en abundancia felonías, allí irrumpía Delicia, a golpes de epístolas o de discursos, para llevar un surtidor de agua fresca a la cicatriz que más la necesitara.

 

Verla enhiesta, congruente, batalladora, respetuosa de sus silencios y señora de sus palabras, obliga a quien la contempla a querer estar a la altura del mensaje que emite y de los amores que funda.

 

Amor a Jesucristo Rey y a Su Madre, la Virgen Santísima. Amores pródigos a sus familiares, parientes, antepasados y descendientes. A su esposo, que fue sostén y lazo, palenque y torreón firme en la lid. Amor vibrante e incondicional a nuestra Patria, como pocas veces yo he podido presenciar.

 

Todo lo recuerda Delicia. Todo lo esencial lo ha conservado en ese cofre de la memoria, según noble metáfora agustiniana. Y creyendo que esta hora de su vida es la más apta, desenvainó el gerundio del castellano y nos regala Memoriando.

 

Todo lo recuerda Delicia, reiteramos. Pero esta reminiscencia tiene un eje bendito, glorioso, célebre. Que parte al medio una existencia, casi como se la parte el dique al torrente convulso, o el Ande al Zonda fragoroso.

 

Ese eje, claro, es el 2 de abril de 1982, cuando Pedro, el hijo mayor se recibió de Primer Héroe de la Reconquista de Malvinas. Desde entonces y hasta hoy, Delicia, sumó a sus títulos de mujer fuerte, otros rangos honoríficos.

 

Fue la Madre del Gran Caído, la engendradora del brioso Capitán, la simiente y el lecho originario de quien volcó su sangre juvenil y marinera en las costas argentas del Sur entrañable.

 

Supimos todos con asombro que habían nacido para la historia una madre de Pedro y un Pedro de su madre. Pero ambas vinculaciones insertas siempre –como cuadra– en el seno de una institución familiar, que asumió y asume con legítimo orgullo el legado invicto del Soldado Giachino. Los Giachino saben bien quién es Guerrero Pedro.

 

La Divina Providencia me ha conferido la gracia de poder conocer y tratar a Delicia, desde los inmediatos días posteriores a la contienda justa abrileña de aquel inolvidable ochenta y dos. Si apuramos las cuentas hace de esto casi cuatro décadas. ¡Es tiempo, vaya!

 

Y en todo su decurso jamás –ni una vez siquiera, ni un instante– la he escuchado quejarse de la muerte de su hijo. Ninguna palabra de reproche, de resentimiento, de victimización, de acusación o de improperio. Ningún pedido de explicación, de resarcimiento o de protesta, al que tristemente nos tienen acostumbrados otros familiares de patriotas caídos.

 

Ella ha hecho de su dolor una batalla, de su duelo un clamor de soberanía, de su pérdida humana una ganancia sobrenatural, de su niño muerto un héroe histórico indiscutido. Y ha hecho de su luto privado e íntimo un juramento público con que todavía nos alecciona, cada vez que habla del tema: ¡Malvinas Volveremos!

 

Yo no sé cómo ha sido el resto de las madres de los demás patriotas malvineros, abatidos por el invasor. Sé que Delicia es un espejo en el que esa maternidad doliente debería mirarse. Entre otras cosas, porque habla de su hijo en tiempo presente, sabiendo que está presente en las consignas de rigor de los obituarios épicos.

 

El pasado 12 de mayo de este año [2018] que se escurre, en la IV Brigada Aérea de Mendoza, tuvo lugar un extraordinario homenaje a la Guerra de Malvinas. No encuentro palabras para encomiar el espíritu y la organización de ese festejo. Ni tampoco las hallo para agradecer a quienes me invitaron a disertar en la ocasión. No tiene uno la posibilidad habitual u ordinaria de hallarse rodeado de héroes, usando la voz en el sentido más estricto y equitativo.

 

Pero hallado o no el término necesario para manifestar mi reconocimiento a los hospitalarios jefes de la IV Brigada, sucedió algo durante la Jornada, con lo que quisiera concluir este pórtico.

 

Estaba disertando uno de esos pilotos legendarios. El salón de actos al tope. Lo ocupaban veteranos de distintas procedencias y armas. Familiares de caídos, sobrevivientes curtidos en la liza y un público henchido de ese patriotismo que no sabe de rendiciones ni de límites. Atentos, concentrados, tensos de emoción, reviviendo cada detalle de la lejana y cercana guerra.

 

Orillando el mediodía, el Jefe de la Unidad –un caballero cristiano– interrumpió cortesmente al orador, para anunciar que estaba haciendo su ingreso la madre del Capitán Pedro Giachino. 

 

Fue instantáneo y unánime. Todos hicimos un silencio respetuoso y admirativo. De a racimos nos pusimos de pie para verla entrar. La emoción nos envolvió al conjunto entero de los testigos. Vi tras mi llanto contenido otros llantos manifiestos. Después hubo aplausos y vivas a Cristo Rey y a la Patria. No estoy dispuesto a olvidarlo mientras Dios me dé vida.

 

Ella fue entrando con pasos cortados pero no trémulos, ayudada de un báculo. Porque aunque jamás osaría escribir que ha envejecido (sería la fatal oración así decidora legítimamente censurada en ejercicio del noble mester de coquetería), debo decir que Delicia lleva nueve largas décadas siendo joven, e incluso niña. Y que tal rasgo le da a su aspecto una lozanía notable.

 

Conozco a Delicia. Sé que se mortificó su humildad y su modestia en aquel momento de tanto protagonismo. Hubiera preferido ingresar inadvertida, quedarse en el fondo del recinto, sortear ese vértigo de emociones y de reverencias.

 

Pero sé también que se da perfecta cuenta que lo que la vuelve plausible, ovacionable y digna de ponderación, es lo que ella representa y encarna con un empecinamiento y un temple que parecen extraídos de nuestras mejores crónicas hispanocriollas. Por eso Delicia –sonrojada y a regañadientes, henchida de pudicia y de decoro– recorrió al fin esos largos metros hasta los primeros sitiales de la enorme aula. Y quedamos en paz para seguir atentos al orador, que fue el primero en saludarla.

 

Yo sólo atiné a pensar entonces y lo escribo ahora: se llama María Delicia Rearte de Giachino. Pero su nombre verdadero es Señora Malvinas. Y brotó este sonetillo provinciano:

    

Supo desde siempre que la guerra es justa

si en ella se vierte la sangre de un hijo,

quien llevó consigo su fiel crucifijo

colgado en el pecho que el correaje ajusta.

 

Supo en la mañana de la fecha adusta

cómo va el tormento junto al regocijo,

la angustia inefable que nadie predijo

y a su vera el gozo de una estirpe augusta.

 

Pasaron los tiempos, decenios de añares

grávidos de olvidos, traiciones, conjuras.

Pasaron los ocres, las sales marinas

 

la patria espoleada sobre sus ijares.

Pero algo persiste sin mancha o fisuras:

Alla va Delicia, Señora Malvinas.