En memoria del P. José Cuesta sdb
El P. José
insistía en la necesidad de conocer, difundir y aplicar la doctrina, por parte
de los laicos católicos; en especial en nuestra época, de gran confusión. Como
reflexionaba el Card. Quarrachino: en un mundo alejado de la verdad y con pocas
vocaciones religiosas, la evangelización será laical no habrá evangelización.
Por eso nos
interesa comentar brevemente el tema indicado; hay principios que debemos difundir
y defender, sin aceptar negociarlos. Quien los expuso en 2002, fue el entonces
Card. Ratzinger, siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
en la nota doctrinal sobre la Política. En 2007, siendo ya Benedicto XVI, los
resumió en la Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis:
*el respeto y la defensa de la vida humana,
desde su concepción hasta su fin natural;
*la familia fundada en el matrimonio entre
hombre y mujer;
*la libertad de educación de los hijos
* y la promoción del bien común en todas sus
formas".
La única manera de
hacer efectivo este mandato, es participando activamente en la vida cívica, en
base a dos premisas doctrinarias:
-la obligación
moral del voto (Catecismo, 2240);
-y la obligación
de respetar el régimen institucional vigente (Enc. Au milieu des solicitudes, Leon
XIII, 1892) sin perjuicio de procurar su perfeccionamiento.
La insistencia
actual en los principios no negociables es que nos sirven de guía para la
selección de los gobernantes, puesto que dichos principios no se están respetando
en la Argentina y afectan gravemente nuestras creencias.
1.Con respecto
a la vida: desde la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del
embarazo, se han efectuado en sólo dos años, 170.000 abortos, financiados por
el Estado (85 millones de dólares). Esto ocurre en una sociedad en que está
descendiendo en forma alarmante el índice de fecundidad (promedio de hijos por
mujer) que debe ser de 2,1 para que se mantenga la población; el índice actual
es de 1,4.
Lo más grave es
que, según reveló la Encuesta sobre creencias religiosas (Conycet, 2019), el 80
% de los católicos argentinos aceptan el derecho a abortar.
En el otro extremo
de la vida, se proyecta aprobar la eutanasia, de modo formal, aunque ya se la
practica con una interpretación flexible del concepto de muerte digna. En la
ciudad de Córdoba, recientemente se quitó la alimentación e hidratación a un
paciente por disposición del Superior Tribunal de Justicia (sic).
2. Respecto a la
familia: disminuye la proporción de matrimonios (incluso por el Civil) y
aumentan las separaciones. También se aprobó una ley de matrimonio igualitario.
3. Sobre la educación
de los hijos: se ha incrementado la orientación contraria a la fe,
especialmente con la ley de Educación sexual integral.
4. El bien
común: -entendido como el conjunto de aquellas condiciones de la vida
social que permiten a los grupos ya cada uno de sus miembros, conseguir más
plena y fácilmente su propia perfección- no caben dudas que no se está
logrando. Baste mencionar el 57 % de pobres, que muestra la injusta
distribución de los bienes.
Cómo evaluar el respeto a los principios no
negociables
La posición con
respecto a los tres primeros principios (vida-familia-educación) queda
manifestada directamente en la Plataforma Electoral, en la propaganda, los
discursos y los reportajes. Puede detectarse fácilmente, aunque requiere un
mínimo de dedicación por parte de los ciudadanos.
En cambio, la
posición respecto al Bien Común, siempre está ligada a la ideología o doctrina
del candidato/partido; y se vincula a otros dos principios del orden social:
solidaridad y subsidiariedad.
Quien profesa
-expresa o tácitamente- el liberalismo
tiende a descuidar o restringir la solidaridad,
para acentuar los derechos individuales, en especial el de propiedad privada.
Quien promueve el colectivismo -como el marxismo o el
fascismo- suprime o debilita la subsidiariedad.
Si recordamos la
definición de bien común, puede determinarse –ya sea de los antecedentes o de
los proyectos- si se proponen criterios que puedan lograrlo. Puesto que ello no depende de la capacidad
económica o poderío político del país respectivo, sino de la orientación del
Estado en las políticas públicas.
Valga como prueba
que el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas –que refleja en gran
medida la calidad de vida de la población- muestra que los ocho países mejor
ubicados, no son precisamente los más grandes y poderosos. En efecto, en orden
decreciente, figuran: Suiza, Noruega, Islandia, Hong Kong, Australia,
Dinamarca, Suecia, Irlanda. Recién en el 9º lugar figura Alemania, en el
18º Reino Unido, en el 20º Japón, y recién en el 21° Estados
Unidos.
Como ciudadanos,
nos debe interesar que nuestro país recupere el orden y la concordia social,
que sólo pueden existir si se logra el bien común, que implica una convivencia
armónica lograda con justicia y solidaridad.
El cristianismo
siempre ha considerado a la política como una actividad noble, aunque no deben
confundirse los planos y pretender con la política lograr la perfección de una
sociedad; es imprescindible, sin embargo, para ayudar a reducir el mal y a
acentuar el bien lo más posible.
En la última
encíclica, Fratelli tutti (2020), el papa Francisco insiste: “Una vez más
convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las
formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.” (180)