El Dr. Hugo Chumbita, con
una pertinacia sorprendente, insiste en un nuevo libro[1] –escrito éste con Diego
Herrera Vegas- en una hipótesis que reitera desde hace dos décadas: que el general San Martín
fue un mestizo, nacido de un español y de una india guaraní. Por cierto que, de
ser cierta la afirmación, no afectaría en nada la personalidad y la obra magna
del Libertador. Pero ocurre que, cuando presentó dicha hipótesis en el Segundo
Encuentro Internacional Sanmartiniano (agosto de 2000)[2] su trabajo fue rechazado
por unanimidad[3],
por carecer de sustento documental serio.
El núcleo de la
argumentación de Chumbita consiste en una frase contenida en un escrito de
Joaquina de Alvear y Arrotea, nieta de don Diego de Alvear y Ponce de León, e
hija del general Carlos de Alvear. Dicha frase se encuentra en el libro que
estamos comentando, en el “Apéndice B. Cronología de mis antepasados”:
Soy
sobrina carnal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear
y Ponce de León, habida en una indígena correntina, el general José de San
Martín, que tan brillantemente descolló cuando [era] sólo coronel y dejando su
nombre grabado en el templo de San Lorenzo, provincia de Santa Fé, en la grande
victoria alcanzada con su famoso escuadrón granaderos de a caballo, y que más
tarde selló la libertad hispanoamericana de todo un continente en Chacabuco y
Maipú.
Afirman los autores que el
marino español, al encontrarse en Yapeyú fue huésped en la casa del teniente
gobernador Juan de San Martín y su esposa Gregoria Matorras, y habiendo tenido
relaciones con una joven nativa del lugar, la misma fue madre de un niño. Don Diego habría pedido a su camarada
que lo inscribiera como hijo suyo, comprometiéndose a ocuparse de su manutención.
La hipótesis ha sido refutada, minuciosamente, en una Declaración de la
Academia Sanmartiniana, publicada en el año 2008, la que se adjunta al presente
comentario.
Debido a la extensión del
documento citado, aquí sólo mencionaremos
algunos aspectos de la cuestión.
1. El manuscrito de doña
Joaquina que contiene la frase citada, fue entregado, aparentemente, al Dr.
Rafael Herrera Vegas, uno de los médicos que la atendieron en el Instituto
Fenopático de Barracas; actualmente se encuentra en poder de Diego Herrera
Vegas, nieto del anterior y uno de los autores del libro con Chumbita.
2. La internación en ese
establecimiento, es consecuencia de haber sido declarada “en estado de demencia”
por el juez Nicasio Marín, de Rosario, el 5 de diciembre de 1877, según consta
en el Expediente Nº 84, otorgándose a su esposo, Agustín Arrotea, tutor y
curador de su esposa en atención a su estado de incapacidad.
3. De acuerdo al diagnóstico
efectuado, Joaquina padecía de erotomanía,
trastorno psiquiátrico que se caracteriza por la convicción delirante y persistente
del paciente de ser amado por otra persona. En el libro de Chumbita se
reconoce:
“El manuscrito de Joaquina
intercala alusiones a un desarreglo emocional”. (…) “Su comportamiento
extravagante llamó la atención. Circularon comentarios equívocos que la
señalaban en tratos inusuales con hombres de la política, y todo se precipitó
cuando los rumores llegaron a oídos de su esposo. Aunque eran imputaciones
injustas, Joaquina tenía que reconocer que, hallándose durante una temporada en
Buenos Aires, intentó concertar una cita con don Faustino Sarmiento”. (p. 83)
“En enero de 1874, Arrotea
llevó a Joaquina a la estancia de su hermano, el médico y ya entonces famoso
diplomático Diego Estanislao de Alvear”. P. 86)
“En algún momento de las
extrañas circunstancias a las que había sido sometida, Joaquina tuvo la
impresión de que, bajo la apariencia de protegerla y con sus gestos de fingido
cariño, en realidad Arrotea trataba de envenenarla”.
“Creyéndose
en su honor ofendido, pretendía por medio de sustancias venenosas quitarme la
vida o la razón…yo me apercibí desde la primera ocasión, y entonces me arrojé
del balcón en la quinta…”. (p. 90)
4. El 27 de febrero de 1876,
escribió una carta al Papa Pío IX, solicitándole suprimir el celibato
sacerdotal:
“Después
de Dios, vos en la tierra, señor, sed una segunda providencia para la humanidad
entera. Dictad una ley para dar una familia al clero, y esta modificación
borraría la única nube que oscurece el hermoso cielo de nuestra hermosa
creencia y [de la] Iglesia Católica Apostólica Romana, que quiso imponerse
mártires para mayor gloria de ella, pero que en la vida práctica es sumamente
penosa de llevar.” (p. 99)
5. Pese a las evidencias,
Chumbita afirma: “A la luz de los progresos en el conocimiento de la psiquis
humana y los estudios de género, podemos
interpretar que Joaquina fue víctima de un abuso de autoridad patriarcal por su
marido, los jueces y los médicos.” (p. 153)
6. El aspecto más importante
a dilucidar es la posibilidad de que don Diego de Alvear haya sido el padre de
José de San Martín. Es cierto que el marino español integró la comisión mixta
demarcadora de límites, creada a raíz del Tratado de San Ildefonso, de 1777,
entre España y Portugal. Sin embargo, del Diario de Viaje, redactado de puño y
letra de don Diego, surge que recién en diciembre de 1783 parte de Buenos Aires
para efectuar su comisión de demarcación de los ríos Paraná y Uruguay.
También en la biografía de
don Diego, escrita por su hija Sabina de Alvear y Ward, se relata: “El 23 de
diciembre de 1783 salió pues, de Buenos Aires, D. Diego de Alvear a la cabeza
de la 2º subdivisión o partida, de que había sido nombrado Comisario…”.[4]
7. Juan de San Martín fue
relevado de su puesto en Yapeyú en 1781, permaneciendo desde entonces en Buenos
Aires, hasta su partida a España, llegando a Cádiz en marzo de 1784 en la fragata
Santa Balbina.[5]
8. Afirma Chumbita que: “Lo
único que puede afirmarse con rigor es que San Martín nació alrededor del año
1778” (p. 134); es decir, que cuando Alvear estuvo en Yapeyú, el niño José ya
tenía, al menos, cinco años.
9. Existía una profunda
antipatía, públicamente conocida, entre San Martín y el general Carlos Alvear,
y es significativo señalar que a las calumnias del último sobre el general don
José de San Martín en el sentido de que era “ambicioso, tirano y ladrón”, nunca
agregó las de haber sido bastardo y mestizo.[6]
10. Nos atrevemos a agregar
otro argumento que no hemos visto mencionado. Cuando don Juan de San Martín
llegó a Buenos Aires, tenía 36 años, o sea 21 años más que don Diego que recién
tenía 15 años, y aún no había ingresado en la Armada. No hay evidencias de que
ambas familias estuvieran relacionadas por parentesco o amistad. Entonces, cabe
hacer una pregunta: ¿qué motivo podría llevar a don Juan a realizar el acto
ilícito de registrar como hijo suyo a un
niño engendrado por otro hombre?
[1] Hugo
Chumbita-Diego Herrera Vegas. “El manuscrito de Joaquina: San Martín y el
secreto de la familia Alvear”; Buenos Aires, CICCUS, 2018. Otro libro: “El
secreto de Yapeyú”, Buenos Aires, Emecé, 2001.
[2]
Hugo Chumbita. “El origen de San Martín y su proyecto americano”; Comunicación
al II Congreso Sanmartiniano, Buenos Aires, agosto de 2000; publicado en:
revista Desmemoria, Nº 26, 2º Cuatrimestre 2000, pp. 8-27.
[3] V. Diego
Ignacio Sarcona. “San Martín y la cuestión de su origen filiatorio: reflexiones
críticas”; Buenos Aires, Revista Desmemoria, Nº 26 – 2º Cuatrimestre 2000, p. 35.
[4]
De Alvear y Ward, Sabina. “Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León,
Brigadier de la Armada. Los servicios que prestara, los méritos que adquiriera
y las obras que escribió”; Imprenta de D. Luis Aguado, Madrid, 1891, Cap. II,
pág. 24.
[5]
Pettenghi, José. “La familia de San Martín en Cádiz”; en Vida española del
general San Martín, Instituto Español Sanmartiniano, Madrid, 1994, pág. 29.
[6]
Ruiz Moreno, I., La filiación de San Martín”; Boletín del Instituto Argentino
de Ciencias Genealógicas XXI (216): 34-38, 2000.