miércoles, 1 de marzo de 2017

IN MEMORIAM



P. JOSÉ CUESTA SDB


En el año 2011, el P. José aceptó la propuesta de un grupo de profesionales y docentes de realizar una actividad sistemática para contribuir con la formación de los laicos, de acuerdo al Magisterio, y con el enfoque de Santo Tomás, Dr. de la Iglesia. Así nació lo que se denominó Cátedra Juan Pablo Magno, asumiendo el Padre la dirección, que nunca tomó como una gentileza protocolar, puesto que asistía a todas las reuniones, participando activamente, y en varias ocasiones expuso un tema.

El motivo que nos impulsó a esta actividad es lo que llamó con crudeza Benedicto XVI analfabetismo religioso, que es una característica de la época y que alimenta una profunda crisis. Ya durante el Concilio Vaticano II, se aprobó el decreto Apostolicam Actuositatem (1965) dedicado al apostolado de los laicos. Como manifestara el Card. Quarracino, debido a la complejidad del mundo contemporáneo y a la escasez de vocaciones religiosas, en el siglo XXI la evangelización será laical o no habrá evangelización. Por eso, el decreto mencionado (ps. 29 y 32) destaca la necesidad de que los seglares aprendan la doctrina católica, sobre todo en aquellos puntos hoy controvertidos.

Cincuenta años después, surgen declaraciones heréticas, como la de una monja que niega la virginidad de María, que provocan confusión y escándalo, y los obispos argentinos se ven obligados a retirar su apoyo al Movimiento de Scouts, por haber adoptado la ideología de género y aceptar el aborto. Nada menos que el General de los Jesuitas recomienda revisar el Evangelio, pues, como en el primer siglo de nuestra era no existían grabadores, es posible que los discípulos de Jesús hayan interpretado mal sus enseñanzas.

Nuestro patrono, San Juan Pablo, agregó precisiones sobre la formación de los laicos, en la Exhortación Christifdeles Laici (1988), subrayando que no hemos sido llamados a abandonar el lugar que ocupamos en el mundo, sino que debemos contribuir, desde dentro, a la santificación del mundo, ejerciendo nuestras propias tareas.
Además de otros temas, es indispensable para ser eficaces en el orden temporal el estudio de la DSI (p. 60), que nos brinda principios de reflexión, criterios de juicio, y directrices para la acción. Sobre esta disciplina, los obispos argentinos reconocieron (2003) en el documento Navega mar adentro (p. 38), que resulta escandaloso, en un país constituido mayoritariamente por bautizados, el desconocimiento de la DSI.

Juan Pablo abordó también otro  tema polémico (p. 42) al sostener que para animar cristianamente el orden temporal, los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política. Las dificultades y desprestigio actual de esa actividad, no justifican lo más mínimo, ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública.

Con la guía del P. José hemos tratado de aplicar estas directivas, organizando dos diplomados, varios cursos y coloquios, un programa de perfeccionamiento catequético, y otro de difusión de la doctrina social de la Iglesia. En la actualidad, nos concentramos en la difusión doctrinaria por Internet, sin dejar de colaborar con iniciativas de formación que surgen en la Diócesis.

En el primer aniversario de su partida a la Casa del Señor, queremos recordar a don José: modelo de sacerdote, difusor de la Fe y estudioso infatigable. Nos congregaremos el sábado 11 de marzo, a las 10  horas, en la Basílica Santo Domingo, para asistir a la celebración de la Misa en su memoria.