Para una correcta utilización de los documentos pontificios, y la
consiguiente aplicación a la vida temporal, que nos corresponde especialmente a
los laicos, es necesario conocer el texto auténtico que se publica en las Acta Apostolicae Sedis, casi siempre
redactado en latín, aunque, en la mayoría de los casos, puede bastar la
traducción publicada en el Osservatore
Romano.
Un ejemplo notable –verdadero fraude intelectual- fue la mala traducción
de una palabra de la encíclica Mater et
Magistra: socialización, que en
algunas ediciones fue suplantada por socialismo,
siendo que el texto latino se refiere al incremento
de las relaciones sociales (socialium rationum incrementa), fenómeno
sociológico de nuestra época que carece de relación con la ideología
socialista, rechazada por la
Iglesia. (1)
Conociendo la complejidad de la realidad de nuestro tiempo, el entonces
Cardenal Ratzinger, siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe , nos aportó a los laicos con
vocación política el criterio para discernir las cuestiones prioritarias, sobre las cuales
no es admisible transar en la vida pública. La primera exposición de este
concepto, la efectuó Ratzinger, en la Nota Doctrinal sobre la política (2002), refiriéndose a "exigencias éticas
fundamentales e irrenunciables". (2)
Posteriormente, siendo ya Benedicto XVI, promulgó la Exhortación
Apostólica Sacramentum caritatis (2007),
en la que redujo a cuatro “los bienes no discutibles”:
-el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su
fin natural,
-la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer,
-la libertad de educación de los hijos
-y la promoción del bien común en todas sus formas.
El P. Horacio Bojorge sj, prestigioso teólogo uruguayo, nos advirtió que
la versión española de este documento no traduce correctamente el original
latino: De iis haud licet bonis
disputari [literalmente: "De estos bienes no es lícito discutir"],
se ha traducido por “valores no negociables”, introduciendo un lenguaje propio
del subjetivismo idealista (valores), que modifica el significado correcto de
la expresión pontificia. (3)
Lo que el papa dice de que no es lícito "discutir", va
dirigido principalmente a los políticos bautizados, y excluye precisamente
someter a votación los bienes indiscutibles.
Agreguemos otras frases
* “Quapropter politici catholici legumque latores, suorum sibi gravium
conscii officiorum socialium, sua ipsa conscientia recte profecto efformata
instigari se praecipue videant ut leges rogent defendantque secundum principia
ac bona naturae humanae conceptas”.
[Los legisladores católicos... defiendan leyes concebidas según los
principios y los bienes de la naturaleza humana].
* Obligantur Episcopi ut sine intermissione haec iterent praecepta;
eorum pars enim est muneris erga sibi creditum gregem.
[Los obispos están obligados a repetir sin intermisión estos PRECEPTOS,
ya que es parte del oficio que se les ha confiado hacia su grey].
Utilizamos las versiones latina y española, del sitio oficial del
Vaticano (www.vatican.va ), para comentar
un aspecto que no debe admitir confusión, al interpretar y aplicar adecuadamente el magisterio
pontificio.
Córdoba, 5-5-2014.-
Mario Meneghini
1) Sacheri, Carlos. “La Iglesia y lo social”; Bahía Blanca, La Nueva
Provincia, 1972, pgs. 11 y 12.
2)
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NOTA DOCTRINAL
sobre algunas cuestiones relativas al
compromiso y la conducta de los católicos en la vida
política
24-11-2002
4. (...) Cuando la acción política tiene que ver con principios morales
que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el
empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante
estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los
creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que
concierne al bien integral de la persona. Este es el caso de las leyes civiles
en materia de aborto y eutanasia (que no hay que confundir con la renuncia al
ensañamiento terapéutico, que es moralmente legítima), que deben tutelar el
derecho primario a la vida desde de su concepción hasta su término natural. Del
mismo modo, hay que insistir en el deber de respetar y proteger los derechos
del embrión humano. Análogamente, debe ser salvaguardada la tutela y la
promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de
sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes
modernas sobre el divorcio. A la familia no pueden ser jurídicamente
equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuánto
tales, reconocimiento legal. Así también, la libertad de los padres en la
educación de sus hijos es un derecho inalienable, reconocido además en las Declaraciones
internacionales de los derechos humanos. Del mismo modo, se debe pensar en la
tutela social de los menores y en la liberación de las víctimas de las modernas
formas de esclavitud (piénsese, por ejemplo, en la droga y la explotación de la
prostitución). No puede quedar fuera de este elenco el derecho a la libertad
religiosa y el desarrollo de una economía que esté al servicio de la persona y
del bien común, en el respeto de la justicia social, del principio de
solidaridad humana y de subsidiariedad, según el cual deben ser reconocidos,
respetados y promovidos «los derechos de las personas, de las familias y de las
asociaciones, así como su ejercicio».[21] Finalmente, cómo no contemplar entre
los citados ejemplos el gran tema de la paz. Una visión irenista e ideológica
tiende a veces a secularizar el valor de la paz mientras, en otros casos, se
cede a un juicio ético sumario, olvidando la complejidad de las razones en
cuestión. La paz es siempre «obra de la justicia y efecto de la caridad»;[22]
exige el rechazo radical y absoluto de la violencia y el terrorismo, y requiere
un compromiso constante y vigilante por parte de los que tienen la
responsabilidad política.
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3)
BENEDICTI PP. XVI
SUMMI PONTIFICIS
ADHORTATIO APOSTOLICA
POSTSYNODALIS
SACRAMENTUM CARITATIS
Congruentia eucharistica
83. Plurimum refert illud extollere quod Patres synodales veluti
congruentiam eucharisticam depinxerunt, ad quam revera vocatur nostra vita.
Cultus namque Deo acceptus numquam privatus dumtaxat fuit sine consectariis
nostris in socialibus coniunctionibus: publicam scilicet propriae fidei
deposcit testificationem. Hoc manifesto pro omnibus valet baptizatis, at
vehementius illis imperatur qui socialem ob ordinem aut politicum quem habent,
consilia capiant necesse est de principalibus bonis, qualia sunt vitae
humanae observatio ac defensio a conceptione naturalem usque ad mortem, ipsa
familia in matrimonio innixa inter virum ac feminam, liberos educandi libertas,
boni communis sustentatio universis in ipsius formis.(230) De iis haud licet
bonis disputari. Quapropter politici catholici legumque latores, suorum
sibi gravium conscii officiorum socialium, sua ipsa conscientia recte profecto
efformata instigari se praecipue videant ut leges rogent defendantque secundum principia ac bona naturae humanae
conceptas.(231) Vinculum haec sententia habet verum cum Eucharistia (cfr 1
Cor 1,27-29). Obligantur Episcopi ut sine intermissione haec iterent praecepta; eorum pars enim est muneris
erga sibi creditum gregem.(232)
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(230) Cfr Ioannes Paulus II, Litt. enc.
Evangelium vitae (25 Martii 1995), 107: AAS 87 (1995), 401-522; Benedictus XVI,
Allocutio ad Pontificiam Academiam pro vita (27 Februarii 2006): AAS 98 (2006),
264-265.
(231) Cfr Congregatio pro
Doctrina Fidei, Nota doctrinalis de christifidelium rationibus in publicis
negotiis gerendis (24 Novembris 2002): AAS 96 (2004), 359- 370.
(232) Cfr Propositio 46.
© Copyright 2007 - Libreria
Editrice Vaticana
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Coherencia eucarística
83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado
coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En
efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin
consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el
testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los
bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición
social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores
fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su
concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre
hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien
común en todas sus formas.[230] Estos valores no son negociables. Así
pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave
responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su
conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los
valores fundados en la naturaleza humana.[231] Esto tiene además una relación
objetiva con la Eucaristía
(cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre
estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les
ha confiado.[232]