Conocemos de cerca
algunas actitudes heterodoxas del Cardenal Bergoglio; pero ya no existe el Arzobispo de Buenos Aires,
que se transformó en el Papa Francisco.
El Espíritu Santo no
puede equivocarse, y como actúa por causas segundas, ha influenciado a los
cardenales para adoptar esta decisión, conociendo la historia completa de la Salvación , cuando
nosotros solo conocemos algunos capítulos.
Esta nueva realidad,
nos obliga a esforzarnos más para conocer y difundir el Magisterio, cosa nada
fácil. Tenemos hoy que distinguirnos -y defendernos- de:
* los sede
vacantistas
* los lefebvristas
* los
fundamentalistas, que no se animan a pasar a uno de esos sectores, pero hacen
mucho daño, especialmente entre los jóvenes, desconfiando de todo lo que viene
de Roma (¡desconfiaban de Benedicto!)
* los progresistas,
curas y laicos, que pretenden cambiar la religión desde dentro
* los ex-curas que
despotrican contra la Iglesia ,
y siguen influyendo en muchos católicos.
Siempre será lícita la discrepancia con la
jerarquía –incluído el Sumo Pontífice- en cuestiones no esenciales, pero, aún
en esos casos, las dudas o críticas
deben manifestarse con discreción y respeto. También los laicos, como enseña el
Catecismo (907):
Tienen el derecho,
y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y
prestigio, de manifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que
pertenece al bien de la
Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando
siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los
pastores, habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas (Código de Derecho Canónico, can. 212, 3).
Mario
Meneghini
17-3-13