A LA SOBERANÍA ARGENTINA
En vísperas del
comienzo de clases, vale mencionar que el calendario escolar sigue sin
incorporar una fecha clave: el 27 de febrero.
Recordemos que por ley 20.770 se declaró el 20 de
noviembre "Día de la Soberanía Nacional", a modo de homenaje
permanente a quienes defendieron con valentía y eficiencia los derechos
argentinos, en el combate de la Vuelta de Obligado, en 1845. Asimismo, se
dispuso que en las escuelas se realizaran actos conmemorativos.
En aquél combate se enfrentaron la Confederación
Argentina, liderada por el general Juan Manuel de Rosas y la escuadra
anglo-francesa, cuya intervención se realizó con el pretexto de lograr la
pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
Si bien los europeos consiguieron forzar el paso y
continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria, tras varios meses de haber
partido, las naves agresoras debieron regresar a Montevideo "diezmados por
el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento", de modo que la
victoria anglofrancesa, resultó pírrica.
Este combate — pese a ser una derrota táctica — dio
como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina;
la resistencia opuesta por el gobierno argentino obligó a los invasores a
aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores.
Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, y
Francia, con el Tratado Arana-Lepredour, concluyeron definitivamente este
conflicto.
En un gesto evidente del triunfo argentino, el 27 de
febrero de 1850, el contraalmirante Reynolds, por orden de Su Majestad
Británica, izó la bandera argentina al tope del mástil de la fragata
Southampton, y le rindió honores con 21 cañonazos.
No cabe duda que
la globalización implica un riesgo muy concreto de que disminuya en forma
alarmante el grado de independencia que puede exhibir un país en vías de
desarrollo. Ningún país es hoy enteramente libre para definir sus políticas, ni
siquiera las de orden interno, a diferencia de otras épocas históricas en que
los países podían desenvolverse con un grado considerable de independencia.
Entendiendo por
independencia la capacidad de un Estado de decidir y obrar por sí mismo, sin
subordinación a otro Estado o actor externo; la posibilidad de dicha
independencia variará según las características del país respectivo y de la
capacidad y energía que demuestre su gobierno. Pues, más allá de las
pretensiones de los ideólogos de la globalización, lo cierto es que el Estado
continúa manteniendo su rol en nuestros días.
Por cierto, en
esta hora resulta evidente que solo podrán resistir los embates de la
globalización y conservar su independencia, las sociedades que se afiancen en
sus propias raíces, y mantengan su identidad nacional. La identidad nacional,
está marcada por la filiación de un pueblo; el pueblo argentino es el resultado
de un mestizaje; la nación argentina no es europea ni indígena. Es el fruto de
la simbiosis de la civilización grecolatina, heredada de España, con las
características étnicas y geográficas del continente americano.
La cultura de un
pueblo se mantiene vigorosa, cuando defiende sus tradiciones, sin perjuicio de
una lenta maduración. La identidad nacional se deforma cuando se corrompe la
cultura y se aleja de la tradición, traicionando sus raíces. La nación es una
comunidad unificada por la cultura, que nos da una misma concepción del mundo,
la misma escala de valores y se proyecta en actitudes, costumbres e
instituciones. Cuando un pueblo se debilita en la defensa de su autonomía
frente al mundo, desaparece como tal, como ha ocurrido muchas veces en la
historia.
En conclusión,
consideramos que la fecha mencionada -27 de febrero, estrechamente relacionada
con el 20 de noviembre- debería ser incorporada al calendario escolar, como
recuerdo del homenaje realizado por una potencia a la soberanía argentina.