El papa Francisco pidió este miércoles a los padres que acompañen y no condenen a un hijo por su orientación sexual, durante la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano. “Pienso en los padres ante los problemas de sus hijos” reflexionó el pontífice, que nombró a los “que ven las orientaciones sexuales” de sus discípulos y pidió “acompañar a los hijos y no esconderse en comportamientos de condena”.
Francisco siempre ha condenado el rechazo en las
familias a los hijos homosexuales y a su regreso de un viaje a Irlanda, en
agosto de 2018, cuando los periodistas le preguntaron en el avión qué les diría
a los padres de un hijo gay, Francisco respondió: “Ignorar al hijo o la hija
con tendencias homosexuales sería una falta de maternidad y paternidad. Eres mi
hijo o mi hija como eres”. (Infobae, 26-1-21)
Es laudable fomentar la misericordia y la tolerancia frente a los problemas de los hijos, siempre que, simultáneamente, se enseñe el recto camino, misión ineludible de los padres.
Por eso, lamentamos que el santo Padre, no haya aprovechado la audiencia general, para recordar la enseñanza del Catecismo de la Iglesia, que señala que los homosexuales:
“Deben ser acogidos con respeto, compasión y
delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.” (2358)
“Las personas
homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí
mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una
amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben
acercarse gradual y resueltamente, a la perfección cristiana“ (2359)
El mismo
catecismo, analiza de modo breve y preciso, que:
“La homosexualidad
designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción
sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas
muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico
permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que
los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6,
10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha
declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son
contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No
proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún
caso.“ (2357)