En vísperas de los homenajes
que se realizarán para celebrar (sic) un nuevo aniversario del Cordobazo, me parece necesario
manifestar opinión, ya que fui testigo
directo de dicho acontecimiento. Como estudiante universitario tuve oportunidad
de visitar unos días antes al gobernador de la Provincia, con un grupo de
compañeros, inquietos por los rumores de lo que podía suceder. El Dr. Carlos
Caballero, que luego sería mi maestro, nos confirmó lo que se estaba
preparando, y que ya había informado al gobierno nacional. Me limitaré a
resumir datos y análisis de los antecedentes citados.
Como afirma el historiador
Roberto Ferrero (1), historiadores y periodistas “alineados con los sectores
radicalizados de la izquierda mitificaron el gran suceso que quedó bautizado
como el “Cordobazo”, calificándolo como un movimiento espontáneo”. Sin embargo,
esta interpretación ha sido refutada, entre otros, por un participante, Lucio Garzón Maceda (2),
quien describe como fue preparado este levantamiento. Los cócteles molotov
fueron “elaborados en el patio trasero de la vieja casa del Smata de calle 27
de Abril 663 y en su camping de Saldán”, con la supervisión del “Gringo” Tosco (Luz y Fuerza) y de Elpidio
Torres (Smata).
Luego diagramaron el
recorrido que los trabajadores harían por las calles de la ciudad; la provisión
de las molotovs, de recortes de hierro y de bulones y tuercas para ser lanzados
con gomeras; el lugar y la hora del acto principal; las reuniones con diversos
gremios para establecer en qué momento se sumarían a la columna principal, y
las conversaciones con la dirigencia estudiantil (los reformistas, con Tosco, y
los integralistas socialcristianos, con Torres), para establecer el esquema de
la colaboración de los miles de estudiantes universitarios, especialmente de la
zona del Clínicas.
Como dice Torres en su libro "El Cordobazo. La historia": “Nada estaba librado al azar. Todo había sido
organizado. Ello quedó demostrado aun en los más mínimos detalles”.
Estuvieron ausentes los
mercantiles y la Asociación Bancaria, cuyas dirigentes habían pactado con el
gobernador, Carlos Caballero, integrar el Consejo Asesor Provincial, creado por
ese mandatario.
Entre los universitarios,
faltaron a la cita los militantes de los grupos de ultraizquierda, que repudiaron
la movilización por haber sido organizada por la “burocracia sindical” y se
dieron la alternativa de ir a los barrios para “concientizar” a los
trabajadores, porque ellos estaban iluminados por la luz de su radicalismo.
Aquel día, la ciudad de
Córdoba quedó bajo el control de la subversión, perfectamente organizada, que
nada improvisó. La policía fue completamente desbordada y debió replegarse a
sus instalaciones. La subversión se apoderó del centro de la ciudad y bloqueó
los accesos. Se incendiaron numerosos negocios y edificios, entre ellos las
sucursales de Citroen y de Xerox, símbolos para los manifestantes del
imperialismo capitalista. Durante varios días se escucharon disparos de
francotiradores. Ante la gravedad de la situación, durante las últimas horas de
la tarde el gobierno nacional ordenó que tropas del Ejército, entraran a la
ciudad para controlar el caos. La IV Brigada Aerotransportada con su
comandante, el general Jorge Carcagno, debió combatir. El retorno a la
normalidad requirió varios días, con un saldo de muertos, heridos y cuantiosas
pérdidas materiales.
Exactamente un año más
tarde, el 29-5-70, fue secuestrado y asesinado el general Aramburu, hecho que
marca el comienzo de la guerra revolucionaria.
Lo ocurrido en Córdoba no
fue fruto de la casualidad; en la provincia tenía su epicentro el sindicalismo
clasista, lo que puede resultar curioso ya que en ese distrito el ingreso per
cápita era uno de los más altos del país, debido a la potencia de sus empresas
industriales. Es que la fuerza del ideologismo había logrado instalarse en la
dirigencia gremial. La Confederación General del Trabajo quedó dividida en dos
sectores: la peronista ortodoxa, CGT Azopardo, y la CGT de Paseo Colón, con
sede en el sindicato de Gráficos. Esta última, liderada por Raimundo Ongaro,
quien mantenía estrechos nexos con los dirigentes subversivos y adhirió a la
postura del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), que realizó
un encuentro nacional, en Colonia Caroya, antes del Cordobazo.
En el encuentro citado,
efectuado entre el 3 y el 5 de mayo de 1969, se concluyó, por ejemplo: “Dada la
experiencia histórica y la situación creada por un estado de violencia
institucionalizada y de represión sin escrúpulos, no se vislumbra una salida
verdadera y eficaz que no apele a la lucha armada del pueblo por su total
liberación y por la instauración de un auténtico socialismo”. (3)
Luego del Cordobazo, el
27-6-69, los coordinadores regionales del Movimiento emitieron una declaración,
asegurando:
“Es falso que los incendios
y destrozos realizados hayan respondido a un plan premeditado para realizar
actos de vandalismo indiscriminado.
Hemos podido comprobar que
todo comenzó con una marcha pacífica de obreros y estudiantes desarmados que se
vieron obligados a defenderse con todo lo que tuvieron a mano, después que la
policía utilizó contra ellos sus armas de fuego, matando a mansalva a algunos
de los manifestantes.
Comprendemos que su
indignación los haya llevado al extremo de incendiar y destruir algunas
propiedades y vehículos pertenecientes a quienes consideraron responsables de
esa situación. Los bienes atacados eran todos propiedad del Estado, de las
Fuerzas Armadas o de prominentes oligarcas.” (4)
Ongaro aseguraba que
mantenía una comunicación permanente con
Dios y con la Virgen, a quienes presentaba como fuente de su inspiración
política. Pese a que sostenía que no era marxista, en la revista Cristianismo y
Revolución, de abril de 1969, destacaba: “La clase trabajadora tiene como
misión histórica la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de
producción y distribución de bienes. Nuestras esperanzas no transitan por el
camino de las urnas…”. “Nuestra tierra tiene que ser liberada y todo nuestro
pueblo en armas tiene que hacer esto…”.
Las consecuencias políticas
e ideológicas del Cordobazo fueron muchas y variadas, e influyeron para generar
un imparable proceso de debilitamiento del gobierno militar. Ese fue uno de los
objetivos principales de la operación insurreccional de masas, la primera de su
tipo ocurrida en el país y una de las más importantes que haya tenido lugar en
el continente.
(Actualización de lo
publicado: 27 de mayo de 2019)
(1) “Entre el mito y la realidad”; La Voz del
Interior, 27-5-19.
(2) La Voz del Interior, 28-5-15.
(3) Bresci, Domingo (Comp.). “Documentos para la
memoria histórica. Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”; Centro
Salesiano de Estudios San Juan Bosco, 1994, p. 74.
(4) Bresci, op. cit., p. 83.
Fuentes:
Acuña, Carlos Manuel. “Por
amor al odio. La tragedia de la subversión en la Argentina”; Buenos Aires,
Ediciones del Pórtico, 2000.
Díaz Bessone, Ramón Genaro.
“Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978)”; Buenos Aires, Círculo
militar, 1988.