lunes, 17 de febrero de 2020

9.000 DOCUMENTOS APÓCRIFOS



Según el diccionario de la lengua, editorial es: “artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de comunicación sobre un determinado asunto”; por lo tanto, lo publicado en La Voz del Interior y que reproducimos a continuación, indica que dicho periódico adhiere a la ideología de género.

-La citada Dra. Isha Escribano, periodista y médica según su relato, fue la feliz receptora del DNI número 9.000 de quienes han obtenido un cambio de género, modificando el sexo con el que fueron inscriptas en el Registro Civil al nacer.

No se aclaran, sin embargo, algunas dudas que surgen de la lectura:

-Si Alejandro pasa a ser Alejandra, la persona que existió durante 15 o 20 años, ¿se disuelve en el éter, como si nunca hubiese existido?

-Si el género es algo que se autopercibe, ¿qué ocurre cuando una persona, en uso de sus derechos humanos, autopercibe que ya no se identifica con el género que había autopercibido poseer y que lo llevó a solicitar un nuevo documento de identidad? La ley 26.743 no prevé que pueda solicitar otro cambio de documento, para que exista una coherencia con el nuevo género autopercibido.

No puede encontrarse una solución lógica, pues se parte de un caprichoso desconocimiento de la antropología. “La  construcción autónoma y sin límites de la feminidad y masculinidad, al margen del hecho biológico de tener todas y cada una de las células de sexo femenino o masculino, nunca jamás ha sido constatado empíricamente. No existe ningún caso concreto –persona con nombre y apellido- en que haya sucedido tal cosa”. 

“…como hay dos modos de ser humanos –varón y mujer- los caracteres esenciales se dan en dos versiones diferentes. Por ello, la composición de los cromosomas del código genético masculino (xy), difiere del femenino (xx), lo mismo que hay diferencias anatómicas y fisiológicas en los cuerpos de varón y mujer”. 

En resumen, “el género es una ideología” (*).


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Políticas que se consolidan
La Voz del Interior, editorial, 17 de febrero de 2020

En un acto de alto valor simbólico en la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández le entregó su nuevo documento a una médica y periodista con la información de género de acuerdo con su identidad autopercibida, en consonancia con una ley vigente en el país desde 2012.
Según las cifras oficiales, en Argentina ya hay nueve mil personas bajo el amparo de la ley de identidad de género. Eso significa, como sostuvo el Presidente, que un promedio de más de mil personas por año hicieron valer sus derechos, más allá del gobierno de turno.

Por su parte, La profesional trans subrayó, con buen criterio, la importancia de esta ley, ya que le asegura a cualquier habitante del país la posibilidad de vivir con la misma dignidad que los demás y en la más absoluta legalidad, con todo lo que ello implica.
La persona transgénero que no cuenta con un documento acorde con su condición se expone a múltiples discriminaciones. En el mercado laboral, en los sistemas educativo y sanitario, en el registro de sus bienes. En realidad, se les complica hasta la acción más cotidiana e intrascendente de la vida, como puede ser el pago de una pequeña compra en un comercio. Pensemos que el uso de tarjetas de débito o de crédito implica la presentación de un documento de identidad.

Como es lógico, la solución no puede ser la adquisición de un documento falso. Sin duda, hay un mercado ilegal para estos menesteres. Pero esos arreglos no sólo abren las puertas a nuevos problemas, ya que acarrean situaciones de riesgo, sino que en la práctica significa asociar a las personas trans con las actividades delictivas.

La ley de identidad de género garantiza que cualquier persona sea tratada de acuerdo con su identidad autopercibida. En función de ello, obliga al Estado a entregar documentos personales con el nombre y el género vivenciado a quien solicite la corrección de sus documentos originales.

Esa es la verdadera y única solución posible a un problema que, si bien se lo mira, no está provocado por las personas trans, sino por esa sociedad que no admite la igualdad de derechos y que, en los hechos, adopta una perspectiva supuestamente biologicista para discriminarlas.

El género, o la identidad sexual, como se lo quiera denominar, no son cuestiones que están determinadas exclusivamente por el cuerpo en el que nacemos. Y no hay géneros que nos hacen buenos y géneros que nos hacen malos, o identidades sexuales normales e identidades sexuales perversas.

Por eso, y porque todos tenemos derecho a tener los mismos derechos, es que el reconocimiento legal de las personas trans es un gran avance en el campo de los derechos humanos.
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(*) Scala, Jorge. Recrear la cultura de la vida; Córdoba, Encuentro, 2006, pp. 223, 233, 241.