1. La reciente campaña anual de Cáritas nos motiva a
hacer algunas reflexiones sobre la obligación moral de los católicos de
compartir sus bienes, ayudando a la
Iglesia y a los más débiles. El lema de este año, para la
campaña citada, fue: Apuntemos alto: pobreza cero. Un objetivo poco realista, teniendo en
cuenta que el año pasado se recaudaron sólo 22 millones de pesos (La Nación , 6-6-12).
2. Según el Observatorio de la Deuda Social , de la Universidad Católica
Argentina, en nuestro país hay 10,7 millones de pobres, de los cuales 2,3
millones son indigentes (Perfil, 7-7-13). Se estima, asimismo, en base al
costo de la canasta alimentaria, que 7 millones de personas no se alimentan
bien (Clarín, 6-7-13).
Mientras no se logre un verdadero desarrollo
integral, que, para serlo, debe incluir una redistribución de la riqueza, no
desaparecerá el flagelo de la pobreza, que ya se ha convertido en un mal estructural.
Ahora bien, procurar el desarrollo es una función del Estado, y por lo tanto, depende
de la competencia y honestidad de los gobernantes. Mientras no se produzca un
cambio positivo en la gestión de cosa pública, no se logrará la erradicación de
la pobreza.
3. Lo señalado no nos exime de responsabilidad a los
integrantes de la Iglesia ;
por el contrario, debería incentivarnos a redoblar nuestro esfuerzo. La
actividad de Cáritas es digna de elogio, pero no basta para situaciones de
crisis profunda como la que muestran los indicadores señalados. En la colecta
anual el aporte de los fieles queda librado a su criterio, y el resultado
detallado (22 millones) muestra que se toma como una ayuda un poco mayor a la
limosna dominical.
4. El Arzobispado de Corrientes, realiza una colecta
anual denominada Ñemasuai, y en este
caso se fija un objetivo más modesto y muy preciso: que cada fiel done el 1% de su ingreso mensual, por única vez en el
año. Para despejar dudas, se explica: “si alguien percibe mensualmente
$2.000 entonces, su ofrenda mensual del 1 %, debería ser de $20, es decir, $5
por misa semanal. Si gana $3.500, el 1% sería $35 por mes y $ 8,75 por misa
semanal”.
Si bien este sistema resulta más realista que el de
Cáritas, sigue siendo un modelo de aportes absolutamente insuficiente.
5. Contrasta con la práctica habitual de otros
cultos. Baste mencionar lo manifestado por Quentin Cook, uno de los doce
Apóstoles de los Mormones - con sede en Salt Lake City (Estados Unidos)-, de
visita en Córdoba: “Nuestros miembros son muy fieles al pagar los diezmos porque tienen testimonio de la Iglesia y del Salvador” (La Voz del Interior, 8-7-13).
6. Obviamente, el diezmo, o sea el diez por ciento de
los ingresos, de cada mes, implica una suma muy superior al 1% de los ingresos,
una sóla vez al año. Ahora bien, durante muchos siglos los católicos practicaron
el diezmo, es decir, entregaban la décima parte de sus ingresos, para el
sostenimiento del culto y para ayudar a los necesitados. En el Anexo 1, puede
leerse una historia de esta institución, que permitió, por lo menos durante muchos siglos, que en las
comunidades cristianas, nadie sufriera la miseria, pues la ayuda alcanzaba para
que a nadie le faltara lo necesario.
7. El fundamento de esta práctica, lo encontramos explicado por San
Agustín (Sermón 85):
“Quédate con lo que te sea suficiente o con más de lo suficiente. De
todo, demos una cierta parte. ¿Cuál? La décima parte. Los escribas y fariseos
daban el diezmo. Avergoncémonos hermanos: aquellos por los que Cristo aún no
había derramado su sangre daban el diezmo. El diezmo daban los escribas y fariseos
para que tú no pienses acaso que haces algo grande porque repartes el pan, que
apenas representa una milésima parte de tus bienes. (...) no callaré lo que
dijo el que vive y murió por nosotros. Si vuestra justicia no fuese superior a
la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mt, 5,
20).”
8. En varios países americanos, desde hace una década, se ha instituido la Pastoral del Diezmo
(Anexo 2). En la Argentina ,
a pesar de todos los problemas, algunos de sus habitantes tienen depositados en
el extranjero más de 100.000 millones de dólares, sin contar los depósitos
bancarios y otras formas de guardar o invertir los ahorros. De acuerdo al
estudio efectuado por la Universidad
Católica Argentina (Observatorio de la Deuda Social , 2011), los
católicos representan el 74,5 % de los habitantes (30 millones), de los cuales
unos 5 millones son practicantes.
9. Consideramos, entonces, que si
los fieles que procuramos cumplir con las normas de nuestra fe, practicáramos
el diezmo, ello bastaría para eliminar la indigencia en el país, suprimir el
hambre, y aliviar notablemente la pobreza. En un momento en que la Providencia ha
permitido que tengamos un argentino en el sillón de Pedro, que desde que asumió
ha tomado como pivote de su prédica el tema de la pobreza deberíamos comprometernos
en el combate a esta tragedia.
Precisamente, el Papa Francisco nos ha recordado:
“¡que la comida que se desecha es como si fuese robada de la mesa de los
pobres, de los hambrientos! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de
la pérdida y el desperdicio de los alimentos,
cuando la comida se comparte de manera justa, con solidaridad, no se
priva a nadie de lo necesario, cada comunidad puede ir al encuentro de los más
pobres y necesitados” (Catequesis, 6-6-13)
La indigencia, además de ser siempre injusta, es inconcebible en una
tierra bendecida con tantas riquezas naturales; sólo por el egoísmo y la negligencia de sus
habitantes puede explicarse que no se pueda erradicar.
Córdoba, 13-7-13
Anexo 1:
Anexo 2: