Luego de ver esta película, creemos necesario hacer algunas breves reflexiones:
1. Nunca está de más que el cine argentino dedique algunas de sus producciones a la historia patria; con mayor razón cuando -como en este caso- se trata con respeto a los héroes nacionales.
2. Debemos confesar, sin embargo, que la película en sí, nos pareció carente de la calidad artística que hubiera merecido el Padre de la Patria. El desarrollo del guión es lento, aburrido. Imaginamos que si los jóvenes estudiantes son llevados a ver esta película, pueden llegar a perder el escaso interés que poseen actualmente por la historia argentina, y sus próceres.
3. El actor -a quien hay que reconocerle que hable con acento español, como lo tenía obviamente el General- sobreactúa el personaje, mostrando por momentos a un San Martín histérico que se tira en el pasto, esperando las tropas que se demoran en el cruce de los Andes.
4. Por gentileza del miembro honorario del blog (http://www.forosanmatiniano.blogspot.com/), Arq. Carlos Zavalla, conocimos que es descendiente de Manuel Corvalán, a quien se muestra en la película respondiendo a un reportaje en 1880, contando la historia del cruce, que habría vivido como amanuense de San Martín, a la edad de quince años.
En realidad, según la biografía que adjuntamos, Corvalán fue un destacado militar, que, en 1816 poseía el grado de Teniente Coronel y 42 años de edad. Tampoco participó del cruce de los Andes. En 1880, fecha del reportaje, hacía 33 años que había fallecido.
Si bien es admisible que en una obra cinematográfica, no se ajuste el relato a la historia detallada, no se alcanza a entender una distorsión tan amplia.
5. Creemos que el cine argentino aún debe una muestra de mayor envergadura artística y técnica, a la memoria del General San Martín.
Córdoba, 18-4-2011.-
Mario Meneghini
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General Manuel Corvalán (1774-1847)
El general Manuel Corvalán nació en la ciudad de Mendoza el 28 de mayo de 1774, siendo sus padres el capitán Domingo Reje Corvalán y Manuela de Sotomayor, quienes lo enviaron de muy niño al Colegio de San Carlos, en Buenos Aires. Posteriormente abandonó el colegio para dedicarse al comercio.
Comenzaba a disfrutar de una posición holgada en 1806, cuando se produjo la primera invasión inglesa, circunstancia que le impulsó a abandonar sus pacíficas ocupaciones para empuñar la espada en defensa de los sagrados intereses de la Patria. Militarizada la capital del Virreinato a consecuencia de la Reconquista, Manuel Corvalán era reconocido el 8 de octubre de 1806, como porta-estandarte y alférez del cuerpo de Voluntarios Arribeños (que se llamó número 3).
Su singular patriotismo no sólo le llevó a poner su brazo al servicio de la nación, sino que de su peculio personal equipó totalmente la compañía en que revistaba como oficial. En la segunda invasión británica, el subteniente Corvalán participó el 2 de julio de 1807 en el combate de los Corrales de Miserere, bajo las órdenes del general Liniers, quedando fuera de combate casi toda su compañía. Se retiró salvando ese día la bandera de su Cuerpo. En los sucesivos días remontó su compañía a su costa y la de sus amigos y en las cálidas jornadas del 5 y 6, en la Defensa de la ciudad, reveló condiciones de soldado valeroso.
Por sus merecimientos en esta campaña fue promovido a teniente de Arribeños, y el 2 de setiembre de 1807 era graduado a capitán. El 6 de marzo de 1810, el ahora ayudante mayor Corvalán, era destinado para comandar la frontera de Mendoza y allí en el fuerte “San Rafael” intervino en la propalación de las ideas de independencia que habían surgido a raíz de las invasiones inglesas.
Producido el movimiento del 25 de mayo, los patriotas de Buenos Aires le encomendaron hiciese estallar un movimiento análogo en Mendoza, pero al llegar a este punto lo alcanzó el capitán Juan Bautista Morón, quien conducía comunicaciones de la capital fechadas el 27 de mayo, dando cuenta de haberse verificado aquel movimiento. Corvalán llegó a aquella capital el 13 de junio de 1810. Posteriormente contribuyó a la formación de milicias, lo que le valió la confirmación de su puesto de comandante general de la frontera y jefe de los fuertes de San Carlos y San Rafael.
El 24 de mayo de 1811 era promovido a teniente coronel. Por orden de la Junta Gubernativa de Buenos Aires alisto 200 hombres que él mismo condujo a Buenos Aires y que sirvieron de plantel al Regimiento de Granaderos a Caballo. Por decreto del 6 de julio de 1814, el Director Supremo Posadas lo nombró Teniente Gobernador de San Juan.
El 27 de julio, San Martín salió de Mendoza para reconocer los campos del Sud y delegó el mando militar en el teniente coronel Corvalán. A su regresó a Mendoza, San Martín lo nombra Mayor de órdenes del Ejército de los Andes; en este puesto fue encargado del equipo, armamento y demás preparativos de aquel ejército. En 1816 es designado comandante del Batallón de Cívicos Pardos.
El 15 de octubre de 1816 San Martín le confió los establecimientos de armería, maestranza, parque y demás anexos de artillería, por considerarlo “como único jefe capaz por su inteligencia, probidad y actividad, para tan importante cargo”. Por esa razón se vio privado de la gloria de tomar parte en la campaña libertadora de Chile. Al respecto le dijo San Martín: “Tanto trabaja usted en su defensa (de la Patria) forjando en Mendoza los instrumentos de ella, como lanzándolos al frente de sus enemigos”. A mediados de 1823, ya con el grado de coronel, fue enviado a Chile con el fin de reclamar la bandera que perteneció al Ejército de los Andes, para ser conservada en Mendoza, cuna de aquella falange libertadora; comisión que Corvalán cumplió, regresando a su ciudad natal con tan preciosa reliquia.
Más tarde retornó a Buenos Aires donde fue elegido diputado por Mendoza al Congreso General Constituyente de 1826. El coronel Corvalán no disimuló en el seno de aquel Congreso sus simpatías por el sistema federal. Caído Rivadavia y disuelta aquella Cámara Legislativa, el coronel Manuel Dorrego al ocupar el mando supremo de la provincia de Buenos Aires lo designa para ocupar el puesto de edecán del gobierno. Cuando se produce la revolución del 1º de diciembre de 1828 y la prisión y fusilamiento de Dorrego, Corvalán fue dado de baja del ejército de la provincia de Buenos Aires.
Acompañó luego a Juan Manuel de Rosas en su campaña contra el gobierno de Lavalle, y cuando el Restaurador triunfó, con fecha 1º de octubre de 1829, es reincorporado a la Plana Mayor del Ejército y promovido a coronel efectivo en el arma de infantería. Nombrado edecán de Rosas al asumir el mando el 6 de diciembre de 1829, acompañó a aquel gobernante cuando salió a campaña en 1831 con motivo de las operaciones contra el general Paz, en la provincia de Córdoba.
En 1830 la provincia de Mendoza lo nombró diputado a la Liga del Litoral, reunida en San Fe donde se efectuó el famoso pacto del 4 de enero de 1831. En 1833 participó de la campaña al Desierto comandando el 4º Regimiento de Caballería.
En 1835 Rosas lo designó su primer edecán, promoviéndolo a coronel mayor en 1837 en premio a su lealtad y a sus servicios. En el ejercicio de su cargo desempeñó funciones múltiples y de gran importancia. Era el único que tenía acceso inmediato a Juan Manuel de Rosas, de día y de noche; y a cualquier hora se le veía vestido de uniforme de gala, revestido de discreción y afabilidad. Fue figura de gran probidad y que, siendo hombre de fortuna, durante su larga y penosa enfermedad, tuvo que aceptar de Rosas 10.000 pesos moneda de la época para satisfacer sus necesidades.
Falleció en Buenos Aires el 9 de febrero de 1847. Había contraído enlace el 19 de octubre de 1800 con Benita Merlo, matrimonio del cual nacieron varios hijos.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
www.revisionistas.com.ar