martes, 25 de noviembre de 2025

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 

 

Quien es Mario Meneghini, de Córdoba Argentina (IA)

 

Mario Meneghini es un doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, académico e historiador de Córdoba, Argentina, reconocido por su labor en estudios cívicos e históricos.


Formación y Ocupación: Posee un doctorado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales y se desempeña como asesor en diversas áreas.


Membresías Académicas: Es miembro correspondiente de la Academia Sanmartiniana, de la Academia Argentina de la Historia y de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina.


Actividad Institucional: Preside el Centro de Estudios Cívicos de Córdoba y ha participado en ciclos de conferencias y congresos sobre historia y política, incluyendo un ciclo sobre los protagonistas de la Independencia Argentina organizado por la Agencia Córdoba Cultura.


Publicaciones y Conferencias: Es autor de trabajos como "(PDF) El Mal Menor en la Política" y ha presentado ponencias sobre temas como la actitud política de los católicos frente al sistema de partidos.


Rol Público: Ha sido mencionado en el ámbito político, vinculado anteriormente con el partido "Esperanza Federal" (Civilitas) y ha tenido un rol en la formación educativa de la provincia de Córdoba.


En resumen, es una figura destacada en el ámbito académico y cívico de Córdoba, con una fuerte inclinación hacia la historia argentina y la ciencia política.

lunes, 17 de noviembre de 2025

EL CASO CATÓLICO


de la América de Steve Bannon

 

Por John Mac Ghlionn

Foro Patriótico Manuel Belgrano, 16/11/2025

 

Steve Bannon es una paradoja de proporciones épicas. Un ex titán financiero convertido en profeta populista, lleva el aroma de salas de juntas y cervecerías en igual medida. Una vez conmovió a millones en Wall Street; ahora mueve multitudes en las ciudades del Rust Belt. Para sus críticos, es un estafador, un gran manipulador que envuelve el caos en el patriotismo. Para sus partidarios, es un católico orgulloso que llama al país a lo que alguna vez fue, y podría volver a serlo

 

El currículum de Bannon es una colección de contradicciones, cada una más sorprendente que la anterior: oficial de la Marina, graduado de Harvard, banquero de inversiones, productor de Hollywood y pugilista político. Pocos hombres se han movido tan libremente entre los escalones superiores de Estados Unidos y su parte inferior. Su riqueza temprana no vino de la ideología sino del ingenio; cuando Goldman Sachs lo separó, hizo su fortuna vendiendo participaciones en la sindicación televisiva. Más tarde, cortó la controversia con empresas como   Cambridge Analytica y We Build the Wall, ambas contaminadas por el escándalo y la acusación. La ironía es rica: un hombre que una vez actuó con derivados ahora se enfrenta en desafío, criticando los mismos pasillos del poder que una vez llamó hogar

 

Y, sin embargo, a pesar de todos sus defectos, Bannon articula algo que la mayoría de los católicos sienten instintivamente: que la crisis del país no es solo económica sino moral. Su retórica toca algo real. Habla con el padre de cuatro hijos que vio su fábrica cerca. Con la madre haciendo malabarismos con dos trabajos mientras su ciudad se llena de fentanilo. Con los feligrés que ya no reconoce los valores sobre los que se construyó su iglesia, o su país.

 

Sus críticos afirman que está haciendo cosplay como un héroe de cuello azul, el revolucionario de un hombre rico. No están del todo equivocados. Las manos de Bannon pueden nunca haber conocido el trabajo duro, pero sus palabras tocan un acorde entre los que lo hacen

 

Él entiende que la clase obrera, la columna vertebral de la América católica, no se ve en una   nación que cambia rápidamente. Las ciudades que alguna vez estuvieron prósperas en el corazón ahora ven sus   fábricas cerca, sus iglesias vacías y sus hijos se alejan. La clase política, en ambos lados, habla de progreso mientras que el centro del país se desvanece de la vista

 

Uno no necesita aprobar cada uno de sus planos o sermón para ver el peso detrás de sus palabras. Sí, ha sido acusado de enriquecerse a través de empresas dudosas; y sí, su marca de política puede parecer intoxicada por el conflicto. Pero despedirlo por completo es perder el movimiento al que ha aprovechado, uno impulsado por la desilusión con las élites que ven la fe como superstición y las fronteras como un inconveniente.

 

Lo que Bannon obtiene, y lo que tantos expertos y políticos no, es que la crisis de Estados Unidos es una crisis de creencias. No se trata solo de inflación o inmigración; se trata de identidad. Puede que carezca de una santa moderación, pero siente el mismo malestar que los católicos han sentido durante mucho tiempo.

 

Advierte de tecnócratas no elegidos y la   élite administrativa que ejercen el poder sin responsabilidad, elaborando reglas y regulaciones en un lenguaje tan estéril que podría ser escrito por IA. Y tiene razón en advertir. Para los católicos que todavía creen en la dignidad humana, en lo sagrado sobre lo simulado, no hay nada más peligroso que un sistema que deifica los datos y devalúa el alma

 

Algunos católicos retroceden por su combatividad, y puedo ver su punto. Sin embargo, sus sentimientos surgen de la convicción, no del desprecio. Su pasión expone una verdad que los fieles no pueden ignorar: la   cruzada de la extrema izquierda contra la tradición, la masculinidad y la familia dejan poco espacio para el compromiso. Cuando las estatuas son derrocadas, cuando la fe es burlada como extremismo, y cuando a los niños se les enseña confusión como credo, los católicos tienen el deber de resistir. Puede que no marchemos bajo la bandera de Bannon, pero no podemos fingir que sus advertencias son injustificadas

 

Rechazar cada palabra que pronuncia debido a sus pecados es arriesgarse a una mayor ceguera, una que deje a los fieles divididos mientras las fuerzas de la decadencia moral marchan en el paso. No necesitas estar de acuerdo con todo lo que ha hecho o dicho, y no deberías, pero la unidad, no la pureza, será el baluarte contra la ruina cultural. Los sueños de extrema izquierda de un Occidente postcristiano donde la tradición es la tiranía y la creencia una vergüenza. Bannon, a su crédito, se niega a inclinarse ante esa visión.

 

En sus mejores momentos, suena menos como un operador político que como un patriota penitente, instando a su país a volver a los principios. Su visión —de soberanía, trabajo y lealtad— no es radical sino archivada. Se hace eco de la enseñanza social católica: el trabajo que honra al trabajador, las familias que florecen y las comunidades que se preocupan por los suyos. Él cree que la salvación de Estados Unidos no se encuentra en Silicon Valley o Washington, sino en los pequeños pueblos donde las campanas todavía suenan los domingos por la mañana

 

Así que sí, Steve Bannon es una paradoja, un pecador con un sermón, un luchador que   todavía reza entre rondas. Pero tal vez es precisamente por eso que perdura. En una época de virtudes vacías y valores vacíos, sus bordes ásperos nos recuerdan que la luz a menudo se filtra a través de capas de duda

 

Estados Unidos necesita Más hacedores, no más habladores. Si su voz de grava despierta a los católicos con coraje, entonces tal vez Steve Bannon, una vez que negocia acciones, ahora negociando golpes, ha encontrado una redención de un tipo diferente. Cayó de Wall Street, pero aterrizó en Main Street, predicando la devoción, el deber y la disciplina a aquellos que recuerdan los tres. Tal vez esa sea su penitencia. Tal vez sea su propósito. Y tal vez es hora de escuchar.

sábado, 1 de noviembre de 2025

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

 

ENCUENTROS DE DIFUSIÓN

 

Queremos también alentar diversas iniciativas para difundir la doctrina social de la Iglesia, centrada en la dignidad del ser humano, la opción por los pobres y la justicia social.


Obispos de Córdoba, julio de 2025

 

Programa:

1.  Contenido de la DSI. Persona y sociedad

2.  Propiedad y trabajo. Orden económico

3.  Autoridad y poder. Organización política

4.  Desviaciones de la recta doctrina

 

Se harán dos encuentros, con entrada libre

Lugar: Iglesia del Carmen

Fechas: jueves 13 y 20 de noviembre, de 18 a 20 hs.

Organiza: Centro de Estudios Cívicos    

Expositor: Dr. Mario Meneghini

miércoles, 29 de octubre de 2025

VERDADERO RESULTADO ELECTORAL


del 26-10-2025

 

 %

 36,7       Sin voto

26,1        Avanza Libertad

22,5        Fuerza Patria - P. Justicialista

  3,7         Provincias unidas

  3,7         Otros

 

 

miércoles, 8 de octubre de 2025

MAL DESEMPENO

 

 la causal abierta que resguarda la Constitución

 

Por Gabriel Boragina ©

Informador Público, 6-10-2025

 

El artículo 53 de la Constitución Nacional establece que la Cámara de Diputados es la única con facultad de acusar al presidente, vicepresidente, jefe de gabinete, ministros y jueces de la Corte Suprema “por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones, o por crímenes comunes”.

 

De esta cláusula surge una figura clave: el mal desempeño. No es delito, no es falta administrativa, sino una categoría política destinada a preservar la idoneidad y la dignidad de quienes ejercen las máximas funciones del Estado. Se trata de una garantía para la sociedad, más que de un castigo para el funcionario.

 

Como ya adelantáramos anteriormente, consideramos que se dan los recaudos para que se abra el juicio político en las actuales circunstancias por esta causal al jefe del partido gobernante.

 

Una causal deliberadamente abierta

Los constituyentes de 1853 no definieron el alcance del mal desempeño. Como señala Bidart Campos, se trata de un “concepto jurídico indeterminado” que debe completarse en cada caso, según las circunstancias históricas y la gravedad institucional de los hechos.

 

Mario Midón, en la misma línea, afirma que abarca la falta de idoneidad, la lesión grave al servicio público, la indignidad moral, la negligencia inexcusable o la desidia en el ejercicio de funciones. En palabras del constitucionalista, “no exige dolo, sino que basta la imprudencia o incapacidad que impidan un adecuado cumplimiento del cargo”.

 

Esta amplitud no es un defecto, sino una virtud. Permite que el Congreso reaccione frente a situaciones que, sin configurar delito penal, comprometen la institucionalidad republicana.

 

Ejemplos históricos de aplicación

La historia argentina reciente ofrece ilustraciones claras.

 

En 2003, el Senado destituyó al juez de la Corte Suprema Eduardo Moliné O’Connor. La acusación de Diputados giró en torno a su voto en el caso Meller, donde se entendió que su actuación favoreció injustificadamente a una empresa en perjuicio del Estado. El Senado, con mayoría agravada, lo halló responsable de mal desempeño.

 

Dos años más tarde, el juez Antonio Boggiano corrió la misma suerte. La Cámara de Diputados lo acusó por conductas análogas, principalmente relacionadas con su intervención en decisiones que beneficiaban intereses privados frente al Estado. El Senado entendió que esos fallos configuraban un ejercicio irregular de sus funciones y lo destituyó.

 

El caso $LIBRA, conocido como «Criptogate», es un escándalo por la promoción de una memecoin fraudulenta por el titular de la LLA el 14 de febrero de 2025, que atrajo a 40.000 inversores y colapsó un 89% en horas, generando pérdidas de US$250 millones, que guarda importantes analogías con los casos Moliné y Boggiano, pero agravados por tratarse de nada menos que el titular del poder ejecutivo.

 

También existen ejemplos a nivel de jurados de enjuiciamiento. El caso del juez federal Faggionato Márquez en 2009 demostró que el mal desempeño puede fundarse en conductas de parcialidad, manejos autoritarios de expedientes y connivencia indebida con actores externos.

 

Estos antecedentes evidencian que la causal no se reduce a delitos penales, sino que cubre un espectro de conductas que lesionan la confianza pública.

 

La gravedad institucional como parámetro del mal desempeño

El criterio decisivo para que prospere una acusación por mal desempeño es la gravedad institucional de la conducta imputada. No basta un error técnico ni un desacierto político: debe tratarse de actos u omisiones que pongan en riesgo el funcionamiento del sistema republicano o lesionen de modo severo la confianza pública.

 

Algunos ejemplos ilustrativos de situaciones que configuran esta gravedad son:

Compromiso de la independencia judicial o administrativa: cuando un juez o funcionario se somete a presiones indebidas del poder político o de intereses privados, afectando la imparcialidad de sus decisiones.

Uso del cargo para beneficio propio o de terceros: no necesariamente constitutivo de delito de corrupción, pero sí configurativo de un ejercicio indigno de la función pública (por ejemplo, direccionar resoluciones o políticas para favorecer allegados).

Desconocimiento reiterado de garantías constitucionales: decisiones sistemáticas que vulneran derechos fundamentales, como el derecho de defensa, el debido proceso o la libertad de expresión.

Inacción frente a deberes esenciales del cargo: un funcionario que omite cumplir funciones básicas —por ejemplo, no reglamentar leyes, no convocar a órganos constitucionales, o paralizar servicios públicos esenciales— incurre en una falta grave que afecta a la ciudadanía.

Conductas personales incompatibles con la investidura: aun fuera del ámbito estrictamente funcional, conductas públicas que deshonran el cargo —como manifestaciones de odio, discriminación o desprecio por las instituciones— pueden constituir mal desempeño.

Estos ejemplos muestran que el mal desempeño debe evaluarse siempre desde una perspectiva institucional: lo que se protege no es el prestigio individual del funcionario, sino la estabilidad, eficacia y credibilidad de la República.

 

Conclusión

El mal desempeño no es un concepto débil ni un vacío normativo. Es, por el contrario, un resorte de la Constitución pensado para situaciones donde la conducta de los más altos funcionarios erosiona la confianza pública sin llegar necesariamente al delito penal.

 

Aplicarlo con prudencia, respetando la gravedad institucional y las garantías de defensa, es el camino para que cumpla su función republicana: asegurar que nadie pueda ejercer el poder público sin responsabilidad.

 

En tiempos donde la sociedad exige más transparencia y control, esta causal del artículo 53 sigue siendo un instrumento indispensable para preservar la República.

 

Bibliografía sugerida

Bidart Campos, Germán J.,Manual de la Constitución Reformada.

Midón, Mario A., Derecho Constitucional Argentino.

Fallos: Senado de la Nación, Juicio Político a Eduardo Moliné O’Connor (2003); Juicio Político a Antonio Boggiano (2005).

CIDH, Caso Moliné O’Connor vs. Argentina, Informe de fondo, 2024.

Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, “Caso Brusa”.

lunes, 6 de octubre de 2025

LOS MITOS DEL FASCISMO


 y del antisemitismo

 

Por Ignacio M. Cloppet *

La Prensa, 05.10.2025

 

Alberto Ezcurra Uriburu, fundador y jefe del Movimiento Nacionalista Tacuara (1957-1964) y quien se ordenó sacerdote en 1971, partió demasiado pronto -como consecuencia de una dura enfermedad- estando en San Rafael, Mendoza, el 26 de mayo de 1993.

Está entrando a imprimir una reimpresión de mi libro, hecho que expresa sin lugar a dudas, el interés que continúa despertando la figura y la obra de este prohombre. De ese tiempo a esta parte, se publicaron diversas antologías de sus escritos y merecidos homenajes en su memoria. En este marco, dos propósitos guiaron la realización de mi libro. El primero, completar la labor de difusión de su obra dando a conocer un copioso conjunto de escritos inéditos de su etapa juvenil. Expresivo de su cosmovisión del nacionalismo como afirmación y defensa de los valores materiales y espirituales del país amenazados y expoliados por intereses e ideologías foráneas.

 

CUERPO DOCTRINARIO

Se trata de un cuerpo doctrinario sumamente relevante, que a la luz del análisis de los males ocasionados por el liberalismo –en su versión capitalista británica/norteamericana y/o comunista soviético–, fue desplegando soluciones concretas para la emancipación nacional, hermanadas en términos históricos con las banderas clásicas que supo sintetizar en la política concreta el Justicialismo –independencia económica, recuperación de la conciencia histórica, soberanía política y justicia social–, como fruto del valiosísimo aporte que hicieron las diferentes vertientes nacionalistas al acervo común que estructura fuendo el ideario dinámico del nacionalismo argentino.

 

El segundo propósito, tuvo como objeto intervenir en el debate historiográfico ligado a la significación de la figura de Ezcurra Uriburu en particular y de Tacuara en general. Múltiples ensayos y tesis doctorales se han escrito al respecto con un vicio de origen: el descrédito liso y llano del nacionalismo, al que se caracteriza en bloque a través de motas descalificatorias que desatienden el examen objetivo de un movimiento rico en variantes, diverso en sus opciones prácticas e intelectualmente brillante en sus mejores plumas. Con este punto de partida, difícilmente pueda llegar a conclusiones efectivas porque más que análisis interpretativos derivados de un examen serio de documentos y de hechos efectivos de la realidad histórica, resultan ser un puro despliegue de juicios de valor de sus autores.

 

Me refiero a dos lugares comunes esgrimidos a diestra y siniestra: el pretendido “fascismo” y el quimérico “antisemitismo” de Ezcurra Uriburu y de Tacuara. Está claro que la caracterización particular que se les imputa responde a la burda generalización que recae sobre el nacionalismo en sentido amplio. Allí está el corazón del problema: en las interpretaciones cultivadas desde perspectivas ideológicas adversas. Tanto es así que la casi totalidad de estudios sobre el fenómeno, lo someten a diversas taxonomías que condicionan de entrada la relación con el objeto de estudio. ¿Puede examinarse objetivamente el nacionalismo a través de categorías tales como “de derecha”, “oligárquico”, “fascista”, etc.? Difícilmente. Se trata de determinantes a priori cargados de sentido negativo que más que aclaran, oscurecen de largada. Y que además no responde a la realidad.

 

“EL MEJOR DE SU GENERACIÓN”

Pongamos blanco sobre negro. Ezcurra Uriburu fue un hombre de acción y un pensador católico de fuste. El mejor de su generación. Como jefe de Tacuara, sintetizó valores trascendentes: un profundo humanismo, su ínsito patriotismo, nobleza y valentía, generosidad y ausencia de sectarismo.

 

Congregaba a la unidad de las distintas tendencias existentes, promovía acuerdos y evitaba rupturas infecundas que tanto costaron al movimiento nacional a lo largo de su historia. Virtudes que mantuvieron durante toda su vida y que caracterizaron también al sacerdote, cuyas reflexiones encarnaron una honda preocupación teológica y la defensa de la verdad de la patria de los argentinos, cuyos dramas comprendió como pocos hombres de su tiempo.

 

MOVIMIENTO NACIONALISTA TACUARA

Por su parte, el Movimiento Nacionalista Tacuara nació en 1957, en el emblemático bar “La Perla del Once”, auspiciado por Ezcurra Uriburu, y otras camaradas. Se trató de una expresión de nacionalismo juvenil, heredera de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios y de la vieja Alianza Libertadora Nacionalista.

A su identidad católica –forjada al calor de la obra de los sacerdotes Leonardo Castellani y Julio Meinvielle, entre los principales–, le anexó la impronta de pensadores de fuste como fueron Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Gálvez, Julio y Rodolfo Irazusta, Atilio García Mellid y Jacques de Mahieu, entre otros, y el aporte doctrinario de José Antonio Primo de Rivera. Brotó como una firme reacción de autodefensa de la argentinidad, víctima desde la derrota en Caseros, de la agresión del liberalismo, ahondada tras el golpe de Estado de 1955.

 

DERRIBANDO MITOS: TACUARA FASCISTA

Si bien en su tiempo histórico, la crítica al régimen soviético fue compartida por parte mayoritaria del arco político nacional –a excepción por supuesto del comunismo argentino, satélite de aquel–, para diversos sectores del liberalismo, la no admisión del modelo soviético equivalió –y aunque parezca mentira: equivale hoy en día– al “fascismo”.

 

Del mismo modo, se circunscribió sin la menor rigurosidad histórica, el antiliberalismo al elitismo y al desprecio por las masas, o se discurrió en el afán simplista de acusar de “fascistas” a todas las organizaciones que durante las décadas del treinta al setenta combatieron al régimen de entrega al extranjero, o bien, sostuvieron el neutralismo en el marco de las guerras mundiales.

 

TACUARA ANTISEMITA

Si bien constituye a esta altura del partido todo un anacronismo y una falacia, aún hoy hay que aclarar que Alberto Ezcurra no fue antisemita ni otorgó al aparente “problema judío” –ni en la época de Tacuara ni en la etapa sacerdotal– el lugar que se le enrostra.

Al respecto, en una entrevista del año 1962, explicó: "No nazis. Hay diferencias entre somos nosotros y los nazis. Podemos tener enemigos comunes pero nuestro concepto de las necesidades de la nación difiere profundamente del concepto nazi. Por ejemplo, nosotros no creemos en la superioridad racial, porque en la Argentina no existe la unidad racial. Tenemos gente de todas las razas y colores. (...) No somos antisemitas. Nada tenemos contra los judíos en la Argentina. Las acusaciones que nos hacen de antisemitas son falsas".

 

Tanto es así que el prestigioso historiador del judaísmo, Leonardo Senkman, reconoció en un reportaje realizado por Raanan Rein en el año 2020, el error que significó vincular a Tacuara con el antisemitismo. Señaló al respecto: "Considerábamos que Tacuara era un movimiento que representaba una reencarnación de grupos nazis de los años treinta y cuarenta en Europa. Craso error cultural de nuestra parte, por el cual cometimos muchos yerros en nuestro actuar. No entendimos su profundo carácter cristiano y no conocíamos o no habíamos leído sobre la Falange en España. La idea era que todos eran nazis. Los emisarios que venían de Israel hablaban de esto todo el tiempo. El error o el sesgo cultural en el caso de ellos era más claro, al estar desconectados del contexto argentino. Pero influyó en la percepción de los jóvenes argentinos-judíos. (...) Teníamos una cultura antifascista, que no supo distinguir matices entre Hitler y el padre Meinvielle teníamos una idea imaginada del enemigo y de la amenaza que nos planteaba (…) El mensaje que ellos transmitían es que no hay solución para los judíos en Argentina y cada tanto sacaban a flote ideas sobre la necesidad de una evacuación. el espíritu de abba Kovner, y que había que combatir por nuestra propia cuenta y emigrar a Israel”.

 

La tesis del “antisemitismo” de Tacuara se montó sobre el denominado “Caso Sirota”. En ajustada síntesis: el 21 de junio de 1962, fue denunciado el presunto secuestro de una joven estudiante de Medicina, Graciela Narcisa Sirota, militante de la Federación Juvenil Comunista y de la FUBA, en circunstancias poco claras. La DAIA en su denuncia expresó que se había tratado de “un ataque brutal antisemita”. La declaración se reprodujo hasta el día de hoy como un lugar común en los estudios sobre Tacuara. Resulta curioso que ningún investigador examinó el suceso, ni revisó documentos, ni se preguntó sobre la autenticidad de lo sucedido. Ni refirió a un documento de enorme relevancia que fuera publicado poco después de la denuncia de la DAIA, en el mes de octubre. Se trata de “El caso Sirota y el problema judío en la Argentina”, donde Tacuara a través de su Secretaría de Prensa y Propaganda, en voluminosas treinta y dos páginas no sólo probó la falsedad de lo denunciado, sino que explicitó con suma claridad su posición sobre la cuestión judía y el ilusorio antisemitismo que se le enrostraba.

 

El pensamiento de Ezcurra Uriburu goza de una tremenda actualidad que se ha intentado opacar con este tipo de imputaciones. Su crítica al liberalismo, su defensa de la Tradición y de los valores cristianos, su postulación de la necesaria restauración de un principio de autoridad y de un orden moral justo como elementos unificadores de la vida comunitaria, dan respuesta a los grandes hombres de nuestro tiempo. En una Argentina intelectualmente desarmada y materialmente ocupada, la historia no es puro cuento.

 

* Historiador. Autor del libro "Tacuara y el nacionalismo. Escritos inéditos de Alberto Ezcurra Uriburu" (Katejon, reimpresión, 2025).