Según el
diccionario, el término revolución expresa un cambio profundo, generalmente
violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad
nacional.
Explica el Dr.
Ruiz Moreno lo ocurrido en el cabildo abierto. Ante la ausencia en España de la
autoridad legítima, por hallarse detenido en Francia el Rey Fermando VII, el
monarca impuesto por Napoleón era un mero usurpador. Se puso en práctica,
entonces, la doctrina sobre el origen del poder vigente en la época: frente a
la acefalía de la autoridad auténtica, la soberanía retrovertía en el pueblo,
que había delegado por contrato tácito en el soberano.
En la Proclama a
los habitantes de la capital del Río de la Plata, emanada de la Junta
Provisional Gubernativa, se afirma:
Teneis ya establecida la Autoridad que remueve la
incertidumbre de las opiniones, y calma todos los recelos. (…) Un deseo eficaz,
un zelo activo, y una contracción viva y asidua a proveer por todos los medios
posibles la conservación de nuestra Religión Santa, la observancia de las Leyes
que nos rigen, la comun prosperidad, y el sosten de estas Posesiones en la más constante fidelidad y adhesion a
nuestro muy amado Rey y Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores en la
corona de España.
Designado
Presidente de la Junta, don Cornelio Saavedra, este, hincado de rodillas y
poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de
desempeñar legalmente el cargo, conservar
íntegra esta parte de América a nuestro soberano el Señor Don Fernando Séptimo
y sus legítimos sucesores y guardar puntualmente las leyes del Reino.
El alzamiento
antibonapartista en la España de 1808, produjo la reaparición del antiguo
espíritu medieval feudalista y municipal que enfrentó al prometeico liberalismo
que traían los ejércitos del Corso.
Perfecta
comprensión del acontecimiento de la Patria Grande lo mostró don Juan Manuel de
Rosas en meditado discurso ante el Cuerpo Diplomático el 25 de mayo de 1836.
Allí lucen los párrafos que reproducimos: “Qué grande, señores, debe ser para
todo argentino este día consagrado por la Nación para festejar el primer acto
de soberanía… Y cuán glorioso es para los hijos de Buenos Aires haber sido los
primeros en levantar la voz con un orden y dignidad sin ejemplo. No para sublevarnos contra las autoridades
legítimamente constituidas. No para rebelarnos contra nuestro soberano, sino
para conservarle la posesión de su autoridad, de que había sido despojado por
un acto de perfidia. No para romper los vínculos que nos ligaban a los
españoles sino para fortalecerlos más por el amor y la gratitud, poniéndonos en
actitud de auxiliarlos. Estos, señores, fueron los grandes y plausibles objetos
del memorable Cabildo celebrado en esta Ciudad el 22 de mayo de 1810, cuya acta
debería grabarse en láminas de oro para honra eterna del gran pueblo porteño.
Pero ¡ah! ¡Quién lo hubiera creído! Un acto que ejercido entre otros pueblos
con menos dignidad y nobleza mereció los mayores elogios, fue interpretado entre nosotros malignamente como una rebelión
disfrazada por los mismos que debieron haber agotado su admiración y
gratitud para corresponderlo dignamente, etc…”
Refiriéndose a
esta alocución escribió Don Julio Irazusta: “Ella concilia el hecho de la
emancipación con el lealismo imperial y monárquico de nuestro primer gobierno
autónomo y salva la dignidad nacional de la tacha de perfidia colectiva…”
El verdadero
carácter de la Revolución de Mayo fue de honor en la fidelidad y jamás de
perfidia culpable de la guerra con la Madre Patria. El enfrentamiento llegó
luego del 24 de septiembre de 1810, cuando la masónica Asamblea de Cádiz
desdeñó el federalismo natural de Reinos y Provincias, basado en la comunidad
de sangre y Fe para instaurar un inmenso Estado centralizado según el modelo de
la subversión francesa. Fue el momento en que José de San Martín se incorporó a
la lucha de América.
Fidelidad ya
exhibida con altivez en las reuniones de Montevideo y Buenos Aires de agosto de
1806 y febrero de 1807, cuando Liniers fuera proclamado Jefe Militar y luego
Virrey. Se daba por entonces el primer fracaso de Gran Bretaña en su intento de
destruir el Imperio Hispano Católico transformando sus atomizados restos en
dependencias financieras londinenses. Honor a la Patria que mostró la “Muy Fiel
y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo” en el Cabildo
Abierto del 21 de septiembre de 1808 donde expresó su voluntad de formar “una
Junta como las de España”.
Para entender el
alcance que le daban a los sucesos de mayo, los habitantes de Buenos Aires,
bastaría con leer la Canción Patriótica publicada en La Gaceta el 28 de octubre
de 1810:
No es la libertad
Que en Francia tuvieron
Crueles regicidas
Vasallos perversos
Allí la anarquía
Extendió su imperio
Lo que en nosotros
Natural derecho
El mismo derecho
Que tiene la España
De elegir gobierno
Si aquella se pierde
Por algún evento
No hemos de seguir
La suerte de aquellos.
Fuentes:
Mayo de 1810:
actas del Cabildo de Buenos Aires/recopilado por Isidoro Ruiz Moreno. Buenos
Aires, 2009.
Luis Alfredo
Andregnette Capurro. El verdadero Mayo; Cabildo digital, 1 de junio de 2007
Enrique Díaz
Araujo. “Mayo Revisado”, T. I, Santiago Apóstol, 2005.