In memorian
11-3-2016
Al cumplirse seis
años de su partida a la Casa del Señor, queremos recordar a nuestro amigo publicando,
a modo de recuerdo y homenaje, breves comentarios sobre su vida y obra.
Podemos resumir las
cualidades que lo definieron:
1) Defensa y
difusión de la fe: se destacó por la intensa tarea de comunicar y enseñar el
Magisterio. Se hicieron célebres sus
boletines con la transcripción del Ángelus semanal, y los principales
documentos pontificios. Para ello, utilizaba sus conocimientos informáticos
para diseñar en su computadora los boletines, que luego hacía imprimir y
repartía profusamente.
2) Sacerdote: fiel
a su ministerio, estuvo siempre disponible para recibir las confesiones,
visitar a los enfermos, asesorar a quienes lo consultaban.
3) Participación
en actividades temporales: su inquietud por estudiar lo llevó a lograr
conocimientos de Enología, al punto de conducir la escuela respectiva en su
provincia natal, Mendoza; a mantenerse informado sobre los acontecimientos
nacionales y mundiales; a comprar películas y libros que luego comentaba.
El P. Cuesta
poseía hábitos muy desarrollados de orden y concentración, lo que, sumado a una
natural curiosidad, lo conducía a informarse sobre los más diversos campos. Era
una persona abierta a la cultura, a la vez que deseoso de dominar sólidamente
todo lo que hacía a su vocación salesiana y específicamente al ministerio
sacerdotal.
Cuando lo conocimos, en la Parroquia María Auxiliadora de Córdoba, nos estimuló a crear la Cátedra Juan Pablo Magno, destinada a la formación laical y la difusión de la doctrina pontificia. Bajo su dirección, pudimos realizar muchas conferencias, cursos, encuentros de reflexión y jornadas, incluyendo un Diplomado en Ética social, aprobado por treinta cursantes, luego de cuatro meses de clases.
Finalizamos
nuestro recuerdo, transcribiendo unas estrofas de una poesía (*) que pareciera
haber sido escrita para él, por su actitud en los meses previos a su
fallecimiento:
Quiero morir repitiendo las mismas cosas
En el tono exacto en que las dije,
Con la certidumbre de que no habrá fracaso
Si la agonía es la misma lucha de siempre.
Quiero reconocer las voces cuando mis ojos ya no vean
Pero no quiero voces compasivas ni frases en
diminutivo,
Quiero oír las voces de hombres y mujeres vivos,
No las de espectadores de la ceremonia de la muerte.
Quiero morir en mi Patria y quiero sufrir el tironeo
De no contribuir más a su destino.
Otros recorrerán idéntico camino,
Pero quiero saber que con mi muerte,
Algo se habrá perdido.
Don José, que su
ejemplo nos sirva de guía.
(*) Como quiero
morir; Francisco Bosch