miércoles, 17 de febrero de 2021

AHORA, LA MARIHUANA



Apenas finalizada la aprobación de la ley que autoriza el aborto, ya se prepara otro frente de tormenta en el horizonte: la regulación de la industria medicinal de cannabis y la legalización del cáñamo. Las diputadas Carolina Gallard y Mara Brawer han presentado sendos proyectos, que serán tratados en marzo por iniciativa del Poder Ejecutivo.

Recordemos que hace un par de meses el gobierno habilitó la venta de aceite medicinal en las farmacias. Este panorama ha despertado el interés de varios empresarios, que han decidido intervenir en este novedoso mercado. Por ejemplo, Facundo Garretón, ex diputado del Pro, y Claudio Belocopitt dueño de Swiss Medical Group, invitiendo en Blueberries con sede en Canadá.

En Jujuy, Gastón Morales, hijo del gobernador, es presidente de Cannava, empresa estatal que creó el primer emprendimiento cannábico en Argentina. (Noticias, 13-2-21)

 

La experiencia de otros países muestra que, al uso de la marihuana medicinal, le sigue en poco tiempo, el uso recreativo de la droga. En este tema, se mezclan los legítimos reclamos de los pacientes y sus familiares, con el deseo de quienes buscan que se libere el uso recreativo de la droga. El ejemplo de Estados Unidos, donde varios Estados comenzaron autorizando el uso medicinal de la marihuana, y continuaron legalizando el cultivo y uso de la planta, basta para comprender cuál es el objetivo final de esta campaña.

Uno de los componentes de la planta de marihuana, el cannabidiol (CBD), ha demostrado su utilidad para el tratamiento de ciertas afecciones como epilepsia infantil—una enfermedad que ocasiona convulsiones violentas en los niños. Por esta razón, los científicos han cultivado plantas de marihuana y creado aceite de CBD exclusivamente para uso terapéutico.

Esta droga no tiene propiedades embriagadoras, por lo tanto no resulta deseable para aquellos que usan marihuana recreacionalmente. Lo que a ellos interesa son las substancias químicas relacionadas al componente delta9tetrahydrocannabinol (THC), la sustancia sicoactiva principal de la marihuana, que altera la mente (National Institute on Drug Abuse, julio 2015).

La puerta que se abre ahora es realmente grave; si se despenaliza –legalmente o de hecho- el uso de la marihuana, se incrementaría la situación ya existente en nuestro país. Un informe muestra que se sitúa por delante del resto de países de Latinoamérica en cuanto a la tendencia al consumo de drogas, alcohol, tabaco y la afición al juego, según una lista por países elaborada por Bloomberg sobre la propensión a los vicios.

La presencia social de las drogas en Argentina, que incluye el consumo de anfetaminas, cannabis, éxtasis, opiáceos y cocaína, promedia un 11,09 por ciento, con el cannabis (7,2 %) y la cocaína (2,6 %) en cabeza. (La Voz del Interior, 27-6-13)

 

La despenalización del consumo de drogas, para quienes la postulan, se basa en el Art. l9 de la Constitución Nacional: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.

La propia Corte Suprema de la Nación, en los casos Bazterrica y Capalbo, resueltos en 1986, convalidó este criterio, con el argumento de que “el Estado no debe imponer ideales de vida a los individuos, sino ofrecerles libertad para que ellos los elijan...”.

 

El 25-8-09, en el fallo Arriola, la Corte retomó la argumentación de 1986, despenalizando el consumo de marihuana; esto ha sentado un precedente que ha sido utilizado por quienes promueven el consumo. Más decidido aún a favor de la despenalización, se manifestó el actual Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni: "Yo estaría de acuerdo si se despenaliza toda la cadena, desde la producción hasta el consumo. Despenalizar sólo el consumo no termina de ser efectivo". Agregó otro argumento, citando al capo narco colombiano Pablo Escobar: "Él decía que no hay posibilidades matemáticas de que la persecución policial le gane al narcotráfico, y es verdad. Es la lucha del gato contra el ratón"[1].

 

Recordemos el concepto de droga: toda sustancia natural o sintética con capacidad de generar un efecto sobre el sistema nervioso central; generar una dependencia física o psíquica; y constituir un peligro sanitario y social. No puede negarse que el adicto es un enfermo, pero debe destacarse que la drogadicción también es un vicio- hábito negativo- y para los creyentes, un pecado; así lo establece el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 2291).

Legalizar el consumo de drogas, sosteniendo que cada persona tiene derecho a decidir sobre su propia vida, implica ignorar que el adicto -palabra que proviene de “esclavo” - “no es consciente de sus actitudes autodestructivas y carece de la capacidad de actuar por el libre albedrío. Todo lo contrario, está enajenado y hasta que no se lo desintoxique no podremos contar con una parte suya capaz de colaborar con nosotros en su propio tratamiento.”La drogadicción es un fenómeno humano contra natura[2].

 

Es importante señalar, para concluir, que en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre las Drogas (8/10-6-1998), los 185 países representados acordaron, entre otras cosas, rechazar cualquier sugerencia de legalización de drogas duras o blandas, y sobre la necesidad de definir una estrategia común de combate que respete las soberanías y los derechos humanos.

 

En un tema tan complejo, conviene tener en cuenta la experiencia de quienes han enfrentado el problema mucho antes que los argentinos. Jaime Bermúdez, ex ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, y ex embajador en Buenos Aires, asegura que despenalizar la droga no ayuda a combatir el narcotráfico, sino todo lo contrario[3]. Hay que analizar, sostiene, “en qué medida la despenalización de la droga es utilizada como mecanismo de distribución”. Se refiere a que, “en estos casos, se vende por acumulación. No se vende el kilogramo de droga, se vende de a gramo. A usted lo dejan tener una pequeña cantidad y entonces vende rápidamente esa cantidad. Después lo hace con otra pequeña porción, después con otra, y así."

 

Esto explica el fenómeno actual de multitud de bandas que sólo atienden una zona determinada, o sea, la descentralización de los carteles, que dificulta la respuesta del poder público. Mientras haya demanda de drogas, habrá proveedores de la misma. Las dificultades y peligros que enfrentan en la actualidad los farmacéuticos, con la venta de drogas legales (asaltos, adulteración de recetas, etc.), se multiplicarían en el caso de que se autorizara en las farmacias el expendio libre de las drogas hoy ilegales. Además, siempre el Estado deberá establecer restricciones al consumo –edad mínima, cantidad máxima de dosis, identificación del usuario-, lo que hace prever que, aún con la despenalización, continuaría la distribución por medios no autorizados. Considerando que el narcotráfico mueve 700.000 millones de dólares anuales, es ilusorio creer que estará dispuesto a perder ese negocio lucrativo, abandonándolo pacíficamente. No está de más recordar, que la captura del Chapo Guzmán, fue posible por un operativo que incluyó a infantes de marina mexicanos.

 



[1] Lanoticia1.com, 18-2-14.

[2] Kalina, Eduardo. “Temas de drogadicción”; Nueva Visión, 1987, p. 100.

[3] MDZ, 21-2-14.