El Presidente Alberto
Fernández acaba de confirmar, en un acto en el Instituto de Estudios Políticos
de París, que enviará en marzo al Congreso un proyecto de ley para despenalizar
el aborto.
A pocos días de la visita al
Vaticano, Fernández reconoció que el secretario de Estado le manifestó la
posición de la Iglesia, que consiste en sostener el inicio de la vida desde la
concepción. El presidente “no se quedó callado ante el comentario del cardenal
y le recordó que esa no era la posición de San Agustín ni de Santo Tomás Moro
(sic)”. [Clarín, 6-2-2020]
Además de confundir a Tomás
Moro con Tomás de Aquino, llama la atención que el mandatario argentino se
permita debatir sobre teología con un cardenal. Monseñor Aguer señala que no es
la primera vez que sostiene dicho argumento:
“La convicción abortista del
presidente le ha llevado, en un escrito de 2018, a sostener que Santo Tomás de
Aquino admitía la eliminación del embrión antes que este recibiera la animación
definitiva por el alma racional.
Como evidentemente desconoce
la obra del Doctor Común de la Iglesia, no pudo advertir que aun aceptando una
animación progresiva, y la sucesión de almas vegetativa, sensitiva y racional, Tomás sostiene la unidad y continuidad de
ese proceso, por lo cual afirma que es inmoral interrumpirlo en cualquiera de
sus etapas. Esto lo enseñaba aceptando los datos de la biología
aristotélica y la opinión de los científicos de su época, que fue ampliamente
superada por los descubrimientos posteriores.” (Infocatólica, 1-2-2020)
A los fieles comunes nos
basta conocer y tratar de cumplir lo que enseña la Iglesia en el Catecismo:
“La vida humana debe ser
respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.
Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos
sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo
ser inocente a la vida” (Nº 2270)
“Desde el siglo primero, la
Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza
no ha cambiado, permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como
un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral”. (Nº 2271)