jueves, 6 de febrero de 2020

FERNÁNDEZ Y LA TEOLOGÍA




El Presidente Alberto Fernández acaba de confirmar, en un acto en el Instituto de Estudios Políticos de París, que enviará en marzo al Congreso un proyecto de ley para despenalizar el aborto.

A pocos días de la visita al Vaticano, Fernández reconoció que el secretario de Estado le manifestó la posición de la Iglesia, que consiste en sostener el inicio de la vida desde la concepción. El presidente “no se quedó callado ante el comentario del cardenal y le recordó que esa no era la posición de San Agustín ni de Santo Tomás Moro (sic)”. [Clarín, 6-2-2020]

Además de confundir a Tomás Moro con Tomás de Aquino, llama la atención que el mandatario argentino se permita debatir sobre teología con un cardenal. Monseñor Aguer señala que no es la primera vez que sostiene dicho argumento:

“La convicción abortista del presidente le ha llevado, en un escrito de 2018, a sostener que Santo Tomás de Aquino admitía la eliminación del embrión antes que este recibiera la animación definitiva por el alma racional.

Como evidentemente desconoce la obra del Doctor Común de la Iglesia, no pudo advertir que aun aceptando una animación progresiva, y la sucesión de almas vegetativa, sensitiva y racional, Tomás sostiene la unidad y continuidad de ese proceso, por lo cual afirma que es inmoral interrumpirlo en cualquiera de sus etapas. Esto lo enseñaba aceptando los datos de la biología aristotélica y la opinión de los científicos de su época, que fue ampliamente superada por los descubrimientos posteriores.” (Infocatólica, 1-2-2020)

A los fieles comunes nos basta conocer y tratar de cumplir lo que enseña la Iglesia en el Catecismo:

“La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida” (Nº 2270)

“Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado, permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral”. (Nº 2271)