jueves, 29 de septiembre de 2022

LA AUSENCIA DEL ESTADO


En la fecha, dos periodistas han publicado breves notas sobre el tema mencionado en el título, que se transcriben al final de este comentario. Se trata de un problema al que nos hemos referido en este mismo sitio con anterioridad. Durante demasiado tiempo se ha pretendido ignorar en la Argentina, que ninguna sociedad puede lograr el bien común, si el Estado respectivo no funciona adecuadamente.


El gobierno no encuadrado en un Estado, es errático y caprichoso; sirve únicamente para el enriquecimiento e influencia individual de los gobernantes, que no pueden lograr el funcionamiento eficaz de la estructura gubernamental. De allí la paradoja de culpar al Estado de todos los problemas, cuando el origen de los problemas es la ausencia del Estado.


El Estado es el órgano de concordia, planeamiento y conducción, de una sociedad territorialmente delimitada, que procura el bien común. Es decir, que sólo puede calificarse de Estado, aquel que cumple las tres funciones básicas señaladas.


1. La función de Concordia o armonía social es el resultado de la interacción de las diversas fuerzas sociales constitutivas, síntesis en constante elaboración por los cambios que se producen en los grupos y en el entorno. La superación de los antagonismos internos no surge espontáneamente; es el resultado de un esfuerzo consciente por afianzar la solidaridad sinérgica a cargo del Estado. El poder estatal tendrá legitimidad en la medida en que cumpla dicha función, garantizando la concordia política.


2. La función de planeamiento. El Estado centraliza la información que le llega de los grupos sociales; recopila sus problemas, necesidades y demandas. Los datos son procesados y extrapolados en función de los fines comunes, fijados en la Constitución Nacional y en otros documentos, que señalan los objetivos políticos y los valores que identifican a un pueblo. Con mayor o menor intensidad, según el modelo gubernamental elegido, es en el marco del Estado donde debe realizarse el planeamiento global que establezca las metas y las prioridades en el proceso de desarrollo integral de la sociedad.


3. La función de conducción. La esencia de la misión del Estado es el ejercicio de la autoridad pública. La facultad de tomar decisiones definitivas e inapelables, está sustentada en el monopolio del uso de la fuerza, y se condensa en el concepto de soberanía. El gobernante posee una potestad suprema, en su orden, pero no indeterminada ni absoluta. El poder se justifica en razón del fin para el que está establecido y se define por este fin: el Bien Común temporal.


Si un Estado no posee, en acto, estas tres funciones, ha dejado de existir como tal o ha efectuado una transferencia de poder en beneficio de organismos supraestatales, o de actores privados, o de otro Estado.

Esta es, precisamente, la situación argentina, pudiendo citarse la opinión de tres intelectuales de diferente posición:

* Dr. Jorge Vanossi (siendo Ministro de Justicia): “La Argentina es un Estado debilucho, que está al borde de la anomia...” (La Nación, 17/3/02).

* Dr. Manuel Mora y Araujo: “...el Estado argentino no funciona. No cumple su papel, no brinda a la sociedad los servicios que se esperan de él...” (La Nación, 20/3/02).

* Dr. Natalio Botana: “...podemos llegar a una conclusión provisoria muy preocupante: que tenemos una democracia en un país sin Estado y sin moneda.” (Clarín, 28/4/02).


Podemos agregar lo expresado por el General Perón, en un discurso a los gobernadores (2-8-1973) poco antes de asumir por tercera vez la Presidencia: “Es el Estado que se ha destruido; son sus instituciones las que han sido atacadas en sus basamentos”.


Como hipótesis, nos animamos a decir que el Estado argentino dejó de funcionar como tal a partir de junio de 1970, con la caída del Gral. Onganía, pues se advierte que, a partir de la fecha indicada resultaron afectadas las tres funciones básicas.


En conclusión, si es correcto el análisis, la prioridad absoluta consiste en restaurar el Estado, y procurar que actúe eficazmente al servicio del bien común. Ello no ocurrirá como consecuencia necesaria de elaborar un buen diagnóstico. Por eso, decía Don Ricardo Curutchet: “No basta con denunciar que se pierde la Argentina, es necesario actuar para contribuir a salvarla”. Es insensato confiar en que, precisamente en el momento más difícil de la historia nacional, podrá producirse espontáneamente un cambio positivo. Sólo podrá lograrse si un número suficiente de argentinos con vocación patriótica, se decide a actuar en la vida pública buscando la manera efectiva de influir en ella. Un dirigente político no puede limitarse a exponer los principios de un orden social abstracto.

La doctrina tiene que estar encarnada en hombres que cuenten con el apoyo de muchos, formando una corriente de opinión favorable a la aplicación de la doctrina. Debe encararse con seriedad la preparación de un Proyecto Nacional y la constitución de equipos aptos para aplicarlo.

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Anomia creciente

 por la ausencia del Estado

 

Sergio Berensztein

Cadena 3, 29-9-22

 

 -¿Y dónde está el Estado? La paradoja que se da en un contexto de gobierno que durante mucho tiempo insistía que el Estado te ayudaba. Todavía está presente que efectivamente hay un rol para el Estado en la sociedad y que estamos totalmente de acuerdo.

- Lo interesante son las prioridades donde son indispensables las acciones que efectivamente materializan la autoridad pública y donde pueden ser discutibles. ¿Dónde está la necesidad del Estado? Lo básico desde que se inventó el Estado en el siglo XV es mantener la seguridad pública.

- Tener la certidumbre de que hay una autoridad que se ocupa de que los ciudadanos puedan desarrollar sus actividades tranquilamente. Para evitar una situación donde los propios actores, los propios ciudadanos, asumen justamente la responsabilidad de poner órden , entre comillas.. Orden según su criterio. Y por supuesto, de acuerdo al modo en que son definidos por los propios actores.

- La violación de la ley es de todos los participantes, no de un solo bando ahora, porque lo de Mascardi es particularmente relevante aquí. Bueno, porque en un par de días no solamente se afectó la propiedad privada, sino que hubo un ataque a la fuerza de seguridad, un ataque a Gendarmería.

- Lo interesante que la respuesta del gobierno fue “no queremos provocarlos”, vale decir que esta actitud del gobierno es previa a el ataque de los estos grupos que se autodenominan mapuches

-Lo interesante es que luego de un ataque a gendarmería tampoco hay una reacción efectiva del Estado argentino. Entonces aquí se corre el riesgo de que se invisibiliza la presencia estatal, cosa que ya ocurre, y que básicamente, no haya una respuesta proporcional.

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Cuando el Estado

 no está donde tiene que estar

 

Sergio Suppo

Cadena 3, 29-9-22

 

Habitualmente los conflictos los miramos por el final, por el desenlace que nos gustaría que tengan. Yo prefiero generalmente mirarlos desde el principio porque uno puede comprender su razón, si es que la tuviera y las raíces que lo provocan.

Hay dos o tres cuestiones de las que ustedes ya se han ocupado muy bien durante la mañana. Sobre alguna puedo volver ahora en el comentario, que son ejemplos de un Estado y sus respectivos gobiernos, ausentes o distraídos o mirando para otro lado o interesadamente actuando sobre lo que no deben actuar.

Hace unos días hubo una Mesa de Café contando el gran escándalo político que se ha desatado en la provincia de Santa Fe a propósito de las escuchas ilegales en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe. Esto involucra al ex secretario y ex ministro de Seguridad Marcelo Sain que se fue en medio de un escándalo.

No me voy a detener puntualmente sobre el caso. Simplemente voy a decir que el Ministerio de Seguridad de Santa Fe durante dos años se dedicó a generar carpetazos, o sea a buscar información sobre periodistas, dirigentes opositores, empresarios para tratar de comprometerlos públicamente.

¿No es gratis esta desatención? La cifra de muertos en Rosario volvió a dispararse y la media nacional de asesinatos en la Argentina está muy por debajo. Rosario tiene tres veces más casos de crímenes de asesinatos violentos que el resto de la Argentina. No es gratis la desatención de cómo tratan de evitarse los piquetes.

Estamos esperando que venga la fuerza policial a desalojar los piquetes. Por supuesto, porque se está cometiendo un delito serio, grave, que no hace falta explicar cuáles es impedir la circulación de las personas. Ahora, los estados provinciales, nacionales no tienen poder político para persuadir, para tratar de evitar que esos dirigentes que además son gerentes de los planes sociales y viven del Estado, no se concentren en las calles y colapsen. Por ejemplo, el centro de Córdoba, el de Buenos Aires, el de Rosario. Me lo pregunto porque es impensable que al problema lo vayamos a resolver sólo con la Policía.

Ayer vimos cómo la mafia de la barra brava de Talleres actuaba y hacía "justicia por mano propia", con facas, cuchillos y armas de fuego en contra de unos piqueteros que cortaban la ruta en el camino a Resistencia.

A mucha gente le puede resultar a primera vista simpático, que la barra brava desaloje una ruta. Me pregunto si la solución son las barras bravas en la Argentina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 27 de septiembre de 2022

¿PUEDE FUNCIONAR EL MUNDO SIN POLÍTICA?


La pregunta del título está formulada en la última encíclica del Papa Francisco (“Fratelli tutti”, p. 176).

La respuesta del pontífice es: “Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.” (Op. cit., p. 180)


Este artículo procura resumir la doctrina aplicable en la participación política de los católicos, según el Magisterio de la Iglesia. Ante la ausencia pertinaz de muchos laicos católicos en la vida cívica, es necesario tener en cuenta que, en política, como en la física, no existe el vacío. Cuando los buenos ciudadanos no se ocupan de la cosa pública -decía Sarmiento- son los delincuentes y aventureros quienes acceden al gobierno.

El catolicismo posee una doctrina política, que integra la Doctrina Social de la Iglesia, y, como ésta, es obligatoria para los bautizados. Nos preocupa, por eso, que desde hace tiempo importantes intelectuales que profesan nuestra misma fe difundan criterios que conducen a abstenerse de participar en la vida cívica, poniendo en duda la ortodoxia de quienes sostenemos lo contrario. La polémica no se limita a las cuestiones operativas, opinables por definición, sino que incluyen la interpretación de los principios, sobre los cuales no puede haber discrepancia.

En 2002, la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida entonces por el Cardenal Ratzinger, promulgó una Nota Doctrinal sobre la responsabilidad de los católicos en la vida pública. Es un breve documento que no hace más que actualizar el magisterio anterior; baste señalar que cita expresamente las principales encíclicas anteriores al Concilio Vaticano II:

 

   -De León XIII:  Diuturnum illud

                            Immortale Dei

                            Libertas (condena al liberalismo)

   -De Pío XI:       Quadragesimo anno

                            Mit Brennender sorge (condena al nazismo)

                            Divini Redemporis (condena al comunismo)

                            Non abbiamo bisogno (condena al fascismo)

   -De Pío XII:      Summi Pontificatus

 

Es cierto que una encíclica puede contener en su texto alguna frase confusa o ambigua, que justifique la duda o la discrepancia, pero, cuando sobre un mismo tema se expiden del mismo modo docenas de documentos, de varios Papas, no puede quedar dudas de que se trata de la doctrina auténtica. En la Nota Doctrinal no existe ninguna contradicción con las encíclicas citadas, ni con ninguno de los 59 documentos que integran la compilación de la Biblioteca de Autores Católicos (tomo "Doctrina Política").

 

En esta oportunidad, voy a resumir el tema enfocando el análisis en dos párrafos de la Nota Doctrinal:

   "(en) las actuales sociedades democráticas todos pueden contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes" (p. 1).

   "generalmente puede darse una pluralidad de partidos en los cuales pueden militar los católicos para ejercer su derecho-deber de participar en la construcción de la vida de su país" (p. 3).

 

Estas dos frases incluyen los tres ejes de la polémica actual: la democracia - los partidos - el voto. Uno de las causas de la discrepancia radica en no distinguir entre lo doctrinal y lo prudencial, lo que conduce a asignarle a las propias preferencias sobre temas instrumentales la categoría de principios. La posición rigorista llega a extremos insólitos; el Profesor Stan Popescu, prestigioso autor, sostiene: "Durante dos mil años, la humanidad se desarrolló y evolucionó sin política"; "La filosofía de la política va ligada estrechamente a la teología del infierno" (“Psicología de la política”; Euthymia, 1991).

El enfoque realista de la política, queda expuesto en una frase de Ratzinger: "ser sobrios y realizar lo que es posible, en vez de exigir con ardor lo imposible". Analicemos la posición oficial de la Iglesia con respecto a los tres ejes mencionados.

 

Democracia

Distinguidos intelectuales católicos sostienen que la democracia conduce inevitablemente a la perversión, utilizando dicho vocablo como si fuera unívoco, cuando es polisémico. El magisterio condenó el liberalismo político y sus derivados, el mito de la soberanía del pueblo y la democracia como forma de gobierno. Sin embargo, desde Pío XII consideró conveniente referirse a la democracia como forma de Estado o régimen político, que se opone al totalitarismo y procura el bien común, siendo compatible con cualquier forma lícita de gobierno. Es una manera de designar la legitimidad de ejercicio y resulta aceptable, si cumple determinados requisitos. La última formulación se encuentra en la encíclica “Centesimus Annus”, p. 46:

 

"La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que:

- asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas

- y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes,

- o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica".

 

Al decir que "aprecia" el sistema de la democracia, queda en claro que no lo considera el único posible, pero sí lícito. Coincidiendo con el enfoque doctrinario, un famoso tratadista de Derecho Constitucional, Bidart Campos, aporta esta definición: "La democracia es una forma de Estado que, orientada al bien común, respeta los derechos de la persona humana, de las personas morales e instituciones, y realiza la convivencia pacífica de todos en la libertad, dentro del ordenamiento de derecho divino y de derecho natural" (Doctrina del Estado Democrático).

 

Partido político

Uno de los aspectos más criticados de la política contemporánea es el de la representación, puesto que el sistema de partidos degenera frecuentemente en la partidocracia. Como en tantos campos de la actividad humana, también en éste la legislación tiende a favorecer indebidamente a quienes dictan la ley, que son, precisamente, aquellos que se postulan para los cargos públicos. Pero el instrumento en sí no es necesariamente malo, y por eso la constitución “Gaudium et Spes” reconoce que es conforme a la naturaleza humana que se constituyan dichas estructuras para agrupar a los ciudadanos, según sus preferencias.

En el mundo contemporáneo, en la casi totalidad de Estados, existen sistemas pluripartidarios o de partido único; las pocas excepciones consisten en Estados con gobiernos de facto. Pero, aún en esos casos, la experiencia del último siglo indica que, luego de períodos transitorios, se produce el eterno retorno de los partidos. No se ha logrado articular una forma de convivencia que pueda prescindir de los mismos en la actividad política. Procurar el reemplazo de los procedimientos actuales de selección de los gobernantes, constituye un noble esfuerzo, siempre que la alternativa propuesta sea factible y no una fórmula teórica, para ser aplicada en un futuro indefinido. Sobre esto escribió Pablo VI: "La apelación a la utopía es con frecuencia un cómodo pretexto para quien desea rehuir de las tareas concretas refugiándose en un mundo imaginario. Vivir en un futuro hipotético es una coartada fácil para deponer responsabilidades inmediatas" (Octogesima adveniens, 37).

 

Debe reflexionarse, además, en que hoy más que nunca la actividad gubernamental es tremendamente compleja y requiere una formación adecuada, que se adquiere luego de muchos años de estudio y experiencia. Precisamente, porque no aceptamos la ilusión populista de que cualquier persona puede desempeñar un cargo público, ni bastan la honestidad y el patriotismo para gobernar con eficacia, es que pensamos que resulta imprescindible constituir grupos de hombres con auténtica vocación política, que se preparen seriamente para gobernar. Y, por ahora, no hay otra vía idónea que la que ofrecen los partidos, que se fundamentan -o deberían hacerlo- en una cosmovisión global y elaboran programas con las soluciones que proponen para cada uno de los problemas que debe afrontar el Estado. De todos modos, aclara el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia que la adhesión de los católicos a un partido nunca será ideológica sino siempre crítica (p. 573). Por consiguiente, con esos recaudos, pueden incorporarse a uno, crear uno nuevo, o simplemente apoyar al que les parezca más confiable.

 

El voto

Suele mencionarse una frase de Pío IX, para justificar la ausencia en todo proceso electoral: sufragio universal, mentira universal. Pese a las objeciones que puedan hacerse a dicho método -que se aplica actualmente en todos los países-, nunca la Iglesia ha afirmado que votar, estando vigente dicho sistema, implique una falta; por el contrario, exhorta a votar como exigencia moral, según se indica taxativamente en el Catecismo (p. 2240) y en Gaudium et Spes (p. 75). Carece de toda lógica suponer que dichos documentos se refieren al voto en sentido abstracto, y no a la forma de votar que rige en el mundo contemporáneo.

 

Por otra parte, el sufragio universal se limita a habilitar a todos los ciudadanos a participar en la elección de los gobernantes, en igualdad de condiciones. No es sinónimo de sistema electoral, que es el que suele contener aspectos criticables, que impiden una adecuada representación de la ciudadanía, y que nunca será modificado sin la participación activa de quienes se oponen a él. Consideramos que no pueden negarse a intervenir en la vida cívica, por defectuosa que sea la forma actual de las instituciones. León XIII enseñó al respecto que: "No acuden ni deben acudir a la vida política para aprobar lo que actualmente puede haber de censurable en las instituciones políticas del Estado, sino para hacer que estas mismas instituciones se pongan, en lo posible, al servicio sincero y verdadero del bien público... " (Immortale Dei, 22).

 

Hecho el análisis precedente, se advierte que la empresa de reconstruir el orden social no es sencilla ni fácil, y los católicos debemos aceptar la guía de la Iglesia, cuya experiencia milenaria resulta invalorable, sin olvidar que es depositaria de la Verdad. Como expresaba Chesterton, "no quiero una religión que tenga razón cuando yo tengo razón; quiero una religión que tenga razón cuando yo me equivoco". Pues bien, la doctrina de la Iglesia en materia de regímenes políticos, nos enseña que, en el terreno de las ideas, los católicos pueden preferir uno u otro, incluso llegar a precisar cuál es el mejor, en abstracto, puesto que la Iglesia no se opone a ninguna forma de gobierno legítimo. Pero, en cada sociedad, las circunstancias históricas van creando una forma política específica, que rige la selección y reemplazo de los gobernantes. Y, como toda autoridad proviene de Dios, cuando se consolida de hecho un régimen político determinado, "su aceptación no solamente es lícita, sino incluso obligatoria, con obligación impuesta por la necesidad del bien común..." (León XIII, Au Milieu des Sollicitudes; p. 23).

 

 Si en este siglo se ha producido un alejamiento de los católicos de la actividad política, ello se debe a un menosprecio de la misma -la "cenicienta del espíritu", según Irazusta- y a una cierta pereza mental que impide imaginar soluciones eficaces para enfrentar los problemas espinosos que plantea la época.

Nunca como hoy la Iglesia ha insistido tanto en el deber cristiano de actuar en la vida social y política. Llama la atención la precisión y severidad con que Juan Pablo II advierte que: "...los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política." (...) Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican en lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública". (Chistifedelis Laici, 42).

Que no es imposible ni inútil la empresa, lo demuestra la actuación de tantos dirigentes católicos que, sin renegar de su fe, trabajaron en este campo en consonancia con el bien común. Mencionaremos sólo tres casos de políticos del siglo XX, que están en proceso de beatificación:

-Giorgio La Pira (Alcalde de Florencia)

-Robert Schuman (uno de los fundadores de la Unión Europea)

-Julius Nyerere (Presidente de Tanzania, durante 25 años)

 

Considero inaceptable, entonces, la actitud de algunos distinguidos intelectuales de negarse a participar en la vida cívica, por considerar cuestionable la misma Constitución y el sistema electoral que de ella deriva, y promover la abstención como única conducta válida para quienes rechazan la teoría de la soberanía popular. Por el contrario, la obligación moral de participar será tanto más grave, cuanto más esenciales sean los valores morales que estén en juego.

Estimo que sostener en vísperas de toda elección que es inútil y hasta una falta moral ejercer el voto, pues todos los candidatos son malos y todos los programas defectuosos, revela una apreciación equivocada de la actividad política.

Para cada sociedad política, pueden existir, simultáneamente, tres concepciones del régimen político: el ideal, propuesto por los teóricos; el formal, promulgado oficialmente; y el real -o constitución material-, surgida de la convivencia que produce transformaciones o mutaciones en su aplicación concreta. De modo que negarse a reconocer una constitución formal, implica, a menudo, enfrentarse con molinos de viento, limitándose a un debate estéril, porque, además, no se tiene redactada la versión que se desearía que rigiera.

 

Si, como afirma Aristóteles, es imposible que esté bien ordenada una polis que no esté gobernada por los mejores sino por los malos, resulta imprescindible la participación activa de los ciudadanos para procurar seleccionar a los más aptos y honestos para el desempeño de las funciones públicas. Nos alienta a continuar en el arduo camino de servir al bien común, con los instrumentos disponibles, el consejo de Santo Tomás Moro, Patrono de los Gobernantes y los Políticos:

"La imposibilidad de suprimir en seguida prácticas inmorales y corregir defectos inveterados no vale como razón para renunciar a la función pública. El piloto no abandona su nave en la tempestad, porque no puede dominar los vientos".

 

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

CENTRO DE ESTUDIOS CÍVICOS


1981 – 5 de marzo - 2022

 

Desde hace 41 años, el Centro de Estudios Cívicos, está dedicado al estudio y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, procurando su aplicación efectiva en la sociedad.

 

Síntesis de Actividades


17    Cursos


18    Reuniones Doctrinarias


12    Seminarios


8      Jornadas


11    Paneles


60    Conferencias


163 Números del Boletín “Acción”


17 Números de “Orden Natural”, revista virtual


11    Folletos


2      Libros


Curso Virtual de Doctrina Social de la Iglesia (2005)


Curso Virtual de Doctrina Política Católica

 (2009)


 Blogs en Internet:

                                                                                                        www.ctedrajuanpablomagno.blogspot.com  Religión


www.foroazulyblanco.blogspot.com  Política


www.cdbcba.blogspot.com  Ética social


www.forosamartiniano.blogspot.com  Historia argentina


www.orden-natural.blogspot.com  Revista virtual


www.defender-la-fe.blogspot.com  Apologética


www.promoverlavida.blogspot.com  Bioética


Canal de Youtube: 


"Centro de Estudios Cívicos"


 

Correo: cecivicos@gmail.com


Sede: Pedro J. Frías 330

5000 Córdoba

domingo, 18 de septiembre de 2022

HÉCTOR JORGE PADRÓN


Compartimos el dolor por su fallecimiento, ocurrida el día 16 del corriente mes y año. 

 

El profesor Héctor Jorge Padrón nació en 1937 en la ciudad de Buenos Aires. Obtuvo su título de licenciado en filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba y, poco después, el de profesor de la misma disciplina en la Universidad Nacional de Cuyo. En esta casa de estudios comenzó su carrera académica como Jefe de Trabajos Prácticos en la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua junto al profesor Arturo Roig.

 

            Con una beca del gobierno belga, obtuvo su doctorado en filosofía en 1975, en la Universidad Católica de Lovaina con una tesis sobre la Física de Aristóteles. Allí, fue de discípulo de Jean Ladriere y Suzanne Mansion. A su regreso al país, se integró a la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde dictó materias filosóficas en varias de sus facultades. Posteriormente, ganó el concurso de profesor titular de Historia de la Filosofía Medieval en la Universidad Nacional de Rosario, la que ocupó hasta el año 1990 cuando regresó a Mendoza para ocupar la titularidad de esa misma cátedra dictando, además, Filosofía de la Religión, Antropología Filosófica y Metafísica.

 

            Dictó numerosos cursos de posgrado y conferencias, y fue profesor invitado de varias universidades del país y del exterior, como las universidades nacionales de San Martín y de Villa María, Católica de Santa Fe, Católica Argentina, Católica de Chile y Católica de Namur (Bélgica).

 

            En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo desempeñó cargos de gestión como Director del Instituto de Filosofía, Director del Departamento de Filosofía, Coordinador del Doctorado de Filosofía, Consejero Directivo y fundador y primer director del Centro de Estudios Filosóficos Medievales.

 

            Paralelamente, desarrolló su carrera de investigador en el CONICET donde alcanzó la categoría de Investigador Principal.

 

            Héctor Padrón incursionó en diversos aspectos de la filosofía; sin embargo, tuvo siempre la capacidad de aunarlos en una misma visión sapiencial. Volvía siempre a Platón y Aristóteles, que eran los autores que habían despertado su primer interés por la filosofía. Por otro lado, sus estudios de medicina habían despertado en él el interés por la bioética, y así fue miembro de los comités de bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo y de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Sin embargo, su gran amor fueron los Padres de la Iglesia y los autores del monacato cristiano, a quienes dedicó importantes publicaciones científicas, seminarios y conferencias. San Benito, San Gregorio de Nisa o San Bernardo aparecían una y otra vez en sus conversaciones para las cuales tenía la maestría y el arte de un verdadero réctor.

 

            Pasó sus últimos años en Villa Carlos Paz, junto a su mujer Ana Galimberti —que fuera profesora del Departamento de Francés de la Universidad Nacional de Cuyo—, donde continuó dedicado a la actividad intelectual a través del dictado de cursos y conferencias, y en estrecho vínculo con el monasterio benedictino Gaudium Mariae, del que era oblato.

 

      Presidía la Sociedad Argentina de Filosofía, donde tuvimos ocasión de compartir varios congresos.

 

QUE DIOS NOS PERMITA SEGUIR SU EJEMPLO DE PENSADOR CATÓLICO

lunes, 12 de septiembre de 2022

ESCUELA UNIVERSITARIA DE TEOLOGÍA


CURSO VIRTUAL: “¿QUÉ ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA?”

 

Objetivo:

Compartir una introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, a la enseñanza del Magisterio en materia social, con sus principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios.


Destinatarios:

Público en general sin requisitos previos de formación.

 

Profesora:

Dra. Mara Fernanda Casademunt. Abogada y docente, integrante de la COBIDI (Comisión Bíblica Diocesana).


Programa de contenidos:

1.- ¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia? Fuentes de la DSI.

2.- Reseña histórica. Principales hitos en la Doctrina Social de la Iglesia.

3.- La persona humana centro de la Doctrina Social de la Iglesia.

4.- Principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

5.- Magisterio social del Papa Francisco.

Duración y modalidad:


Este Seminario tiene una duración de 6 semanas (30 horas cátedra).

Se utiliza la modalidad de EDUCACIÓN VIRTUAL, con actividades que se enmarcan en la construcción de los aprendizajes por parte de los propios participantes (con la ayuda de los Profesores / Formadores / Tutores, que actúan como Facilitadores de la Tarea).

Esta construcción de aprendizajes se desarrolla desde:

• Lectura de documentos y bibliografía;

• Realización de Trabajos de autoevaluación.

 

Fecha de inicio: 21 de septiembre 2022


Arancel: CURSO GRATUITO


Consultas: extension@eut.edu.ar

www.eut.edu.ar