martes, 29 de marzo de 2022
sábado, 26 de marzo de 2022
40 AÑOS DESPUÉS
DE LA GESTA DE
MALVINAS
Conviene
difundir la verdad de lo ocurrido en la guerra y no dejar pasar afirmaciones
que inducen a la confusión o a la duda. Los errores y debilidades propias deben
ser reconocidos, pero no debe permitirse la diatriba ni la calumnia sobre las
reales motivaciones de una guerra, que la Argentina no provocó imprudentemente
y que, una vez desatada, supo afrontar con entereza.
El mejor
documento que podemos utilizar para develar la verdad, fue confeccionado por
Gran Bretaña, y allí se reconoce que no fueron las autoridades de nuestro país
las que desataron el conflicto.
Nos referimos al
llamado Informe Franks, realizado por una comisión de consejeros de la Corona,
presidida por Lord Franks, y presentado al Parlamento en enero de 1983.
De la edición
hecha en Argentina (1), podemos destacar las reflexiones de Jorge Abelardo
Ramos, intelectual de izquierda, que escribió el prólogo:
“Si la guerra de
Malvinas… permitió al país recobrar un orgullo nacional y una repulsión al
imperialismo que parecían extinguidos para siempre, no han sido extraídas hasta
hoy las lecciones que se desprenden de aquellos días heroicos.
Resultado
funesto, si se parte del principio de que la defensa nacional es insostenible,
si el núcleo espiritual básico de un país, que es la conciencia nacional, es
vacilante, insegura y duda de sí misma”.
“Iniciar y
consumar la recuperación de las Malvinas fue una victoria política y
estratégica en si misma (ya que rompió la inmovilidad de un siglo y medio), y
la rendición de Puerto Argentino constituyó una derrota táctica…”.
Otra reflexión
digna de tenerse en cuenta, pertenece al escritor Abel Posse (2), quien nos
dice:
“Lo más grave
del episodio Malvinas no es haber perdido lo que con el tiempo sólo será una
batalla, sino la enfermedad de no saber defender lo que hicimos con la frente
alta y con júbilo de convencidos de una verdad histórica. Ahora estamos casi
susurrando disculpas a los usurpadores. Entonces, ¿era mentira lo que nos
enseñaron durante un siglo y medio en los colegios, universidades y liceos
militares?”.
“Nos sentimos
guerreros en una causa antigua y noble. Y la traicionamos casi como el rey
Boabdil: llorando como mujer lo que no supimos
defender como hombres”.
Finalmente, el
dolor y el orgullo patriótico de la Sra.Delicia de Giachino -madre del primer
caído en Malvinas-, manifestado en el prólogo de un libro del Coronel Seineldín
(3):
“La guerra de
Malvinas, tan discutida, tan amada, tan vapuleada, tan elevada, tan cruel, tan
santa, tan triste, tan dulce, es el exponente histórico más acabado de cómo la
justicia de la causa puede transformar a los hombres. Hacer de casi niños,
verdaderos hombres. De cobardes, valientes, y de valientes héroes, y de héroes
mártires. Cómo la justicia de la causa basta para asombrar al mundo, para mover
flotas invencibles, para suscitar odios y venganzas, para descubrir traidores.”
(1) Informe Franks;
ediciones del Mar Dulce, 1985.
(2) Posse, Abel.
“Réquiem para la política, ¿o renacimiento?”; Emecé, 2015.
(3) Seineldín,
Mohamed Alí. “Malvinas, un sentimiento”; Sudamericana, 1999.
sábado, 12 de marzo de 2022
jueves, 10 de marzo de 2022
P. JOSÉ CUESTA sdb
In memorian
11-3-2016
Al cumplirse seis
años de su partida a la Casa del Señor, queremos recordar a nuestro amigo publicando,
a modo de recuerdo y homenaje, breves comentarios sobre su vida y obra.
Podemos resumir las
cualidades que lo definieron:
1) Defensa y
difusión de la fe: se destacó por la intensa tarea de comunicar y enseñar el
Magisterio. Se hicieron célebres sus
boletines con la transcripción del Ángelus semanal, y los principales
documentos pontificios. Para ello, utilizaba sus conocimientos informáticos
para diseñar en su computadora los boletines, que luego hacía imprimir y
repartía profusamente.
2) Sacerdote: fiel
a su ministerio, estuvo siempre disponible para recibir las confesiones,
visitar a los enfermos, asesorar a quienes lo consultaban.
3) Participación
en actividades temporales: su inquietud por estudiar lo llevó a lograr
conocimientos de Enología, al punto de conducir la escuela respectiva en su
provincia natal, Mendoza; a mantenerse informado sobre los acontecimientos
nacionales y mundiales; a comprar películas y libros que luego comentaba.
El P. Cuesta
poseía hábitos muy desarrollados de orden y concentración, lo que, sumado a una
natural curiosidad, lo conducía a informarse sobre los más diversos campos. Era
una persona abierta a la cultura, a la vez que deseoso de dominar sólidamente
todo lo que hacía a su vocación salesiana y específicamente al ministerio
sacerdotal.
Cuando lo conocimos, en la Parroquia María Auxiliadora de Córdoba, nos estimuló a crear la Cátedra Juan Pablo Magno, destinada a la formación laical y la difusión de la doctrina pontificia. Bajo su dirección, pudimos realizar muchas conferencias, cursos, encuentros de reflexión y jornadas, incluyendo un Diplomado en Ética social, aprobado por treinta cursantes, luego de cuatro meses de clases.
Finalizamos
nuestro recuerdo, transcribiendo unas estrofas de una poesía (*) que pareciera
haber sido escrita para él, por su actitud en los meses previos a su
fallecimiento:
Quiero morir repitiendo las mismas cosas
En el tono exacto en que las dije,
Con la certidumbre de que no habrá fracaso
Si la agonía es la misma lucha de siempre.
Quiero reconocer las voces cuando mis ojos ya no vean
Pero no quiero voces compasivas ni frases en
diminutivo,
Quiero oír las voces de hombres y mujeres vivos,
No las de espectadores de la ceremonia de la muerte.
Quiero morir en mi Patria y quiero sufrir el tironeo
De no contribuir más a su destino.
Otros recorrerán idéntico camino,
Pero quiero saber que con mi muerte,
Algo se habrá perdido.
Don José, que su
ejemplo nos sirva de guía.
(*) Como quiero
morir; Francisco Bosch