miércoles, 4 de enero de 2017

GUERRA POR LAS DROGAS



Los datos sobre lo ocurrido en Brasil, que se reproducen más abajo, ratifican lo absurdo de insistir en que bastaría con despenalizar el consumo de drogas para terminar con este verdadero flagelo contemporáneo. Da la casualidad de que en los pocos países donde se ha liberalizado el consumo, no existen bandas peligrosas como en el país vecino y en el nuestro.
Nunca se ha propuesto legalizar la producción y comercio de las drogas, por lo que seguirán existiendo narcotraficantes, aunque esté legalizado el consumo. De modo que continuarán produciéndose enfrentamientos violentos entre bandas rivales, como ocurre en Rosario. Por eso, aunque se declame el fin de la estrategia de guerra contra las drogas, se mantendrá la guerra por las drogas.
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Motín en una cárcel de Brasil

Clarín, 4-1-17

Un total de 56 muertos en una cárcel, degollados, descuartizados y carbonizados, son un número suficiente como para conmover a Brasil, sus alrededores e incluso el mundo. Al punto que la propia ONU reaccionó: le pidió al languidecido gobierno de Michel Temer que investigue “con urgencia” y en forma “imparcial” la masacre del penal Anísio Jobim en Amazonas ocurrida entre el domingo y el lunes último.
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Los medios brasileños indicaron que tanto el gobierno federal como el del estado de Amazonas insisten en una versión de los acontecimientos que los eximiría de culpa y cargo. Es la que adjudica las causas de la violencia carcelaria en los estados provinciales del norte del país a la guerra entre grupos mafiosos. 

De hecho, esos conflictos entre bandas traficantes explica una parte de este nuevo asesinato en masa. Esta vez fue la gavilla dominante en la región, Familia del Norte (FDN) la que actuó para “librarse” de competidores del Primer Comando de la Capital, que compartían la prisión. 

“Es una cuestión de hegemonía” indicaron especialistas a la prensa local. Advierten que se trata de librar la batalla por el tráfico de drogas en un área más que sensible. Amazonas fue, y es, la zona por donde ingresa la cocaína que procede de Colombia y de Perú. Y al parecer esta FDN logró, en base a su inmejorable ubicación geográfica, convertirse en puente para la exportación del producto hacia el resto del mundo.

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EDAD DE IMPUTABILIDAD



Ha comenzado un nuevo debate, con motivo del anuncio del Gobierno nacional de promover disminuir la edad de imputabilidad penal de 16 a 14 años:

www.foroazulyblanco.blogspot.com.ar/2017/01/la-imputabilidad.html

Uno de los argumentos más comunes, es afirmar la presunta ineficacia de la medida, para disminuir la cantidad de delitos cometidos por menores:

¿Traer el tema de nuevo a debate significa redescubrir una receta eficaz para combatir al delito? No es lo que pasa en los países latinoamericanos que avanzaron sobre el tema. Venezuela, El Salvador, México y Honduras fijaron la edad de imputabilidad en los 12 años y el delito ni se enteró. Allí están las tasas de homicidio más altas del mundo. (Clarín, 4-1-17)

Es necesario, entonces, recordar que la pena persigue varios fines, además de la ejemplaridad, que intenta disuadir a otros que quisieran imitar al delincuente. 
Toda pena se fundamenta en el libre albedrío humano, es decir, en el hecho de que las personas, en general, tienen el gobierno de sus actos y la capacidad de conducirse rectamente, así como la capacidad de apartarse voluntariamente del bien. Toda pena es consecuencia de un delito.

Con el hecho delictivo, el autor se convierte en merecedor de la pena, sin ella resultarían igualmente tratados aquellos que respetan el orden jurídico y aquellos que lo vulneran. Por ello, uno de los fines de la pena es el retributivo, que reafirma el orden de justicia.
La paz social, es otro fin: si los delitos no fuesen sancionados por la autoridad pública, aumentaría el riesgo de la venganza privada.
La tranquilidad social, se genera con el sentimiento de protección de las personas, al comprobar que se aplica una pena a los delincuentes.


[Fuente: Camilo Tale. Compendio de Derecho Natural; Córdoba, 1991]