martes, 17 de abril de 2012

Programa de Reflexión Cívica

CÁTEDRA JUAN PABLO MAGNO



Objetivo: analizar aspectos importantes de la vida humana en sociedad, vinculados con la autoridad pública, a la luz de la Doctrina Política Católica.


Modalidad: se realizará una reunión mensual, con una exposición y diálogo posterior; en nuestra sede de Av. Colón 1067 (Parroquia María Auxiliadora), siendo la entrada libre.


El viernes 27 de abril, desde las 19 horas, se efectuará la primera reunión para tratar el tema:
“Gobierno y representación política”.

Coordinación: Dr. Mario Meneghini
Asesor espiritual: P. José Cuesta SDB
Consultas: catedrajuanpablo@gmail.com

viernes, 13 de abril de 2012

Decisión cuestionable de un Cardenal

El Cardenal Schonborn, que ya ha protagonizado varias actitudes escandalosas, y ha debido ser amonestado por el Papa, ahora dispuso que un párroco acepte en su consejo pastoral a un joven gay que convive públicamente con otro hombre.
Al respecto, conviene recordar la enseñanza del Catecismo sobre los actos homosexuales (2357):


Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rom 1, 24-27; 1 Co 6, 10; Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados (CDF, decl. Persona Humana, 8. Son contrarios a la ley natural. cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
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Cardenal Schönborn ratifica a joven gay en consejo parroquial en Viena

El Arzobispo de Viena (Austria), Cardenal Christoph Schönborn ratifició en su cargo del consejo de una parroquia de esta ciudad al joven gay Florian Stangl de 26 años de edad, quien tiene registrada su unión con otro hombre. La polémica decisión ha recibido el respaldo de varios sectores incluyendo al político y filósofo italiano Rocco Buttiglione, amigo del Papa Juan Pablo II que se hizo mundialmente conocido por ser destituido en la Unión Europea como Comisario de Justicia por defender posiciones de la Doctrina Social de la Iglesia.

La elección de Stangl fue revertida inicialmente por el párroco Padre Gerhard Swierzek. Pero luego de reunirse largo rato y rezar con él y con su compañero el fin de semana del 31 de marzo, el Cardenal Schonborn decidió mantener al joven en el puesto para el que fue elegido. El Austrian Independent informó el 10 de abril que el sacerdote buscó entonces que le asignaran otra parroquia, mientras que un vocero del Cardenal informó que debido a un viaje no iba a hacer ningún comentario al respecto hasta su regreso a Austria. Sin embargo, en la Misa Crismal del 2 de abril, el Arzobispo de Viena se refirió a los desafíos pastorales de la Iglesia, incluyendo "a las cada vez mayor cantidad de personas que viven en uniones del mismo sexo".


El Purpurado dijo en aquella oportunidad que las enseñanzas de la Iglesia en material de sexualidad son parte del "plan maestro del Creador" en el que "la unión sexual solamente corresponde al orden de la creación cuanto está ligada al matrimonio entre un hombre y una mujer". El Cardenal afirmó luego que muchos "no viven de acuerdo a ese plan maestro" tal vez porque "no se les ha presentado o enseñado como una posibilidad genuina" o porque "honestamente creen que simplemente son incapaces de seguir el plan maestro de Dios". Por ello el Purpurado urgió a los sacerdotes a dedicarse nuevamente a comunicar la visión de la Iglesia sobre la sexualidad, a través de una aproximación que "no sea ni rigorista ni laxa, sino en la que la ley sea completamente la del amor". "Para comprender y vivir el plan maestro del Creador, es importante volver a las normas una y otra vez, pero no es suficiente", precisó. Para el Cardenal, "hay solo una forma de hacer esto, una forma que los discípulos de Jesús tuvieron la opción de aprender: conociendo mejor a Jesús, creciendo en amistad con Él. Solo una amistad vivida con Jesús puede insertarnos en un mejor entendimiento del corazón del plan maestro del Creador". Un sacerdote que quiere ser un buen pastor, dijo "se enraíza en estas dos cosas: en la convicción de que el plan maestro de Dios es correcto… y en el amoroso y paciente camino en el que Jesús nos acerca a su amistad".

Sobre la decisión del Cardenal, Rocco Buttiglione, que también es miembro de la Pontificia Academia para las Ciencias, afirmó que "es fácil imaginar que esta decisión será ocasión de polémicas y también de malentendidos. Por ello y por la importancia del asunto, me parece justo tomar posición públicamente".
"Yo defiendo la decisión del Cardenal y digo que me parece que es una inteligente lectura pastoral de la posición de la Iglesia sobre los homosexuales y la homosexualidad. Para entenderla debemos partir de la distinción tradicional entre el que se equivoca y el error.

Distinción que vale siempre, para cualquier pecador, para cada homosexual como para los otros, cada uno de nosotros". En un artículo publicado el 6 de abril en el diario italiano Il Foglio, Buttiglione afirma además que "según la doctrina católica, la homosexualidad es un desorden moral objetivo grave. No me parece que el Cardenal Schönborn niegue esta verdad. El homosexual es un ser humano que Dios quiere salvar y por el cual Jesucristo ha derramado su propia sangre". Con esta decisión, dice Buttiglione, el Cardenal "dice simplemente que el homosexual es un fiel pecador, uno que lucha por la fe y que necesita ayuda, con un diálogo discreto y amigable, para esta batalla. Ciertamente no puede ser admitido a los sacramentos, pero necesita ser invitado a participar en las funciones religiosas y en la vida de la parroquia".
Si bien la Iglesia Católica debe mantener su enseñanza sobre la homosexualidad, concluye, esta doctrina "no puede estar acompañada de una actitud humana cerrada o de hostilidad hacia los homosexuales. Esa, creo, es la lección que hemos recibido en estos días desde Viena".

ROMA, 13 Abr. 12 / 06:05 am (ACI/EWTN Noticias).-



sábado, 7 de abril de 2012

Guerra justa y Malvinas (*)



Para abordar este tema hace falta, en primer lugar, distinguir la guerra de otros conceptos relacionados, como conflicto y lucha. El conflicto manifiesta una oposición, que no necesariamente deriva en agresión violenta, y la lucha hace referencia a un esfuerzo por superar obstáculos -así se habla de lucha contra el hambre, etc.-; ni la lucha ni el conflicto pueden analogarse con la guerra. Otra aclaración necesaria, es que la guerra es un fenómeno colectivo, y, por lo tanto, difiere de la riña y el duelo, que son enfrentamientos violentos entre dos o pocas personas.
La guerra es una lucha armada entre dos bandos humanos rivales, que tratan de imponer al adversario un objetivo por el medio violento de la fuerza militar. Las causas de la misma, pueden ser de distinto tipo: ambición de dominio, motivos dinásticos, motivos económicos, motivos religiosos, entre los más comunes. Aunque en la actualidad, lo normal es que se dé una sumatoria de causas. Esto y las consecuencias dolorosas de todo enfrentamiento bélico, explican que la guerra sea un fenómeno social complejo, que se puede estudiar desde distintas perspectivas.

Podemos reducir las actitudes ante la guerra, a dos principales: la belicista y la cristiana. El belicismo es una actitud extrema, favorable a la guerra, de la que hace una apología, llegando, en algunos casos, a una exaltación mística. Es inadmisible la idea de que la guerra constituya un bien para la humanidad. La experiencia demuestra que es fuente de males, materiales y espirituales.
Es también inadmisible el principio político de que el poder es el fin del Estado. El poder es sólo un medio para el Bien Común, que es el verdadero fin del Estado. Y para lograr el Bien Común, es necesario limitar el poder del Estado, y del gobernante, para evitar abusos, en el plano interno y en el plano internacional. El Estado no está ubicado en un plano metamoral, y necesita de la ética para lograr la justicia.
El belicismo obra a modo de profecía autocumplida, pues es una de las causas que conducen a la guerra. En efecto, al caer los frenos morales, los gobiernos creen que no son responsables de la guerra, al considerarla un fenómeno natural.

La actitud cristiana ante la guerra, se fundamenta en:
• La guerra es una cuestión moral y jurídica, no un fenómeno natural. Siempre la decisión bélica es una decisión humana.
• Todo gobierno debe procurar la paz. La guerra es el último recurso para resolver un conflicto grave. En el cristianismo no hay exaltación ni apología de la guerra. Pero, cuando a San Juan Bautista le consultaban los soldados del Imperio que se convertían, no les exigía abandonar su profesión, sólo les recomendaba: “No hagáis extorsión a nadie, ni uséis de fraude, y contentaos con vuestras pagas”. (Lc, 3,l4)

La doctrina cristiana de la guerra nace con San Agustín, y es Santo Tomás quien compendia la tradición sobre esta materia, fijando cuatro condiciones para que sea admisible una guerra:
l. Autoridad competente. Esto significa que la decisión de emprender una guerra no la pueden tomar los particulares, es una decisión pública. Se vincula con el concepto de soberanía; los particulares pueden recurrir a una autoridad que dirima los conflictos que surjan entre ellos, el Estado no tiene superior. La soberanía implica la autoridad suprema sobre un territorio determinado, por ello un ente soberano no tiene a quien acudir para que se restablezca la justicia.

2. Recta intención. La decisión de ir a la guerra debe ser honesta, no impulsada por el odio ni la ambición de los gobernantes. Y, por ser tan delicada esta decisión, Francisco de Vitoria sostenía que no debía quedar a merced del Príncipe, de modo exclusivo. Por el contrario, requería el refrendo de sus consejeros; además, recomendaba que se consultara con los sabios. De esa forma, se reduce el riesgo de actitudes pasionales.

3. Medios lícitos. Expresa la Convención de La Haya que las partes beligerantes no tienen un derecho ilimitado en la elección de los medios para combatir al enemigo. También el cristianismo sostiene que el fin no justifica los medios. Para determinar los medios lícitos, el Derecho Natural aporta orientaciones:
• Principio de finalidad: el fin de la guerra es vencer al enemigo para lograr imponerle una paz justa. Pero, entonces, no puede justificarse la violencia inútil, que no contribuye al resultado, como el ataque a civiles no combatientes, a mujeres y niños.
• Principio de humanidad: la guerra no suspende la vigencia de los derechos humanos. Por ello, aún en situación de guerra, no pueden justificarse actos de crueldad como la tortura o el asesinato de prisioneros.
• Principio de fidelidad: para que sea posible una guerra exenta de crueldades y se pueda lograr una paz justa, es imprescindible el respeto a las normas internacionales y a los compromisos que se contraigan entre los países combatientes. “Pacta sunt servanda”, es una frase utilizada en el derecho internacional que significa que los pactos deben ser cumplidos.

4. Causa justa. En primer lugar, se requiere que el adversario haya cometido injusticia, es decir que haya violado algún derecho. Violación del derecho, sobre la que debe haber certeza, ya que la suposición no es suficiente. Además, la violación debe ser obstinada: una ofensa que el adversario no esté dispuesto a reparar por vía pacífica.
En segundo lugar, se requiere que la violación o injuria sea grave. Vitoria lo expresa así: “No es lícito castigar con la guerra por injurias leves a sus autores, porque la calidad de la guerra debe ser proporcional a la gravedad del delito.”
“Porque las guerras deben hacerse para el bien común, y si para recobrar una ciudad es necesario que se sigan mayores males a la República(...), en este caso no cabe duda que están obligados los príncipes a ceder su derecho y a abstenerse de hacer la guerra.”

Dijimos que para el cristianismo la guerra es admisible en determinadas situaciones, lo que lo diferencia del pacifismo, exaltación de la paz a cualquier precio. El cristianismo no es pacifista, puesto que admite la licitud de la profesión militar y la contribución ciudadana a las fuerzas armadas (CIC, nºs. 2308 y 23l0).
Es que la paz -según la clásica definición de San Agustín- es la tranquilidad en el orden; y no puede haber orden sin justicia. Por eso afirmaba Juan Pablo II: “No somos pacifistas, queremos la paz, pero una paz justa y no a cualquier precio” (18-2-1991). Y, en otra oportunidad el Santo Padre aclaró: “Los pueblos tienen el derecho y aún el deber de proteger, con medios adecuados, su existencia y su libertad contra el injusto agresor” (1-1-1982).

La realidad del mundo contemporáneo caracterizado por la interdependencia de los países, agrega una nueva exigencia a cumplir, antes de iniciar una acción bélica, que es consultar a la comunidad internacional buscando su mediación, para solucionar por vía diplomática los conflictos.
Sin embargo, el Catecismo aclara que: mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacifico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legitima defensa (2308).

La doctrina resumida nos sirve de guía para evaluar contiendas bélicas concretas. Podemos afirmar, sin temor a errar, que la guerra contra Irak fue manifiestamente injusta. En cambio, como lo ha demostrado el Prof. Alberto Caturelli, la guerra de Malvinas cumple todos los requisitos que fija la doctrina para ser considerada una guerra justa.
En efecto, “cuando Inglaterra, en 1833, agredió nuestro derecho efectivamente ejercido sobre las Malvinas …usurpando la posesión de las mismas, cometió un acto de tal naturaleza que siguió agrediendo a la Argentina todo el tiempo, durante casi un siglo y medio”.
“Por eso, Inglaterra puso entonces (no en 1982) la causa de guerra justa de parte de la Argentina”.
“La Argentina, dadas ciertas circunstancias concretas y ante los signos inequívocos del usurpador de no tener voluntad de restituir las islas, decidió retomar lo que siempre fue suyo”.

Frente a los hechos, se han emitido interpretaciones diferentes sobre la decisión de iniciar la guerra, incluso desde el campo militar.
-Muestra de incompetencia: Gral. Balza
-Aventura militar: Informe Rattenbach

Analicemos los hechos:
El conflicto bélico de 1982 se origina, no en Malvinas, sino en el archipiélago de las Georgias del Sur, el 19 de marzo cuando desembarcó en Puerto Leith, en la Isla San Pedro, del grupo de las Georgias, un grupo de 41 obreros argentinos, contratados por el empresario Davidoff, para desguazar instalaciones balleneras, operación autorizada por el embajador británico. Este grupo viajó en el buque Bahía Buen Suceso, que era un transporte de la Marina, dedicado a operaciones comerciales, y en el que no había personal militar ni armas de guerra.
El contrato molestó al gobernador Hunt, vinculado al Comité de las Islas Malvinas (lobby), pues:
-el único buque de la marina, rompehielos Endurance, dejaría el área en mayo
-en junio 82 la Oficina Investigaciones Antárticas británica abandonaría las Georgias (Gritviken)
-los obreros argentinos con contrato hasta el 84 serían la única presencia en las islas.
Por eso exigió la expulsión del grupo de argentinos, con el argumento de que no había hecho sellar las tarjetas blancas que se usaban habitualmente para viajar a Malvinas, según el acuerdo de 1971.

El Canciller Dr. Costa Méndez, pidió que la expulsión se revocara si Davidoff ordenaba a sus empleados completar la formalidad de ir hasta Gritviken y hacer sellar las tarjetas. El embajador estuvo de acuerdo, pero Hunt sostuvo que las Georgias no estaban incluidas en el acuerdo de 1971 y que debían sellarse los pasaportes.
Cabe destacar que la presencia de estos argentinos no representaba ninguna amenaza: primero, porque no eran militares, y la segunda porque en Georgias no había población, sólo estaba el personal de investigaciones antárticas, y en otra zona. Fueron los propios británicos quienes convirtieron el asunto de las Georgias en un incidente.
El 29, la primera ministra Margaret Thatcher decidió el envío de un submarino nuclear a la zona de conflicto. El 30 la situación comienza a descontrolarse; en Londres el ministerio de Defensa decide duplicar el numero de infantes de marina de la guarnición de Malvinas, y confirma la orden de enviar un segundo submarino nuclear.

El gobierno argentino no podía aceptar las exigencias de desalojar a los obreros de Davidoff que estaban cumpliendo un contrato legalmente formulado, ni obligarlos a presentar sus pasaportes, pues:
-estaban en un territorio en disputa
-se habían cumplido todas las formalidades establecidas
-admitir el uso de pasaportes era aceptar la pretensión británica de soberanía sobre las islas Georgias.

Si nuestro país hubiera tolerado el desalojo por la fuerza, o hubiera accedido a evacuar a los obreros bajo amenaza, o hubiera aceptado el visado de pasaportes, ello habría significado una verdadera abdicación del derecho de soberanía sobre el Atlántico sur, por aplicación de la doctrina conocida como “stopell” (reconocimiento tácito de derechos).
Ya no había alternativa válida para la Argentina, que se vio obligada a ejercer el derecho a la legítima defensa, previsto en la Carta de las NU, art. 51, en caso de ataque armado, hasta tanto el Consejo de Seguridad tome las medidas adecuadas para mantener la paz. El Fiscal de la Cámara Federal, que juzgó a los Comandantes en Jefe, afirmó que: “La Argentina, pues, no agredió, fue agredida”; concepto ratificado por la Cámara en su pronunciamiento.

Con motivo de celebrarse los 30 años de la gesta de Malvinas, conviene difundir la verdad de lo ocurrido en la guerra y no dejar pasar afirmaciones que inducen a la confusión o a la duda. Los errores y debilidades propias deben ser reconocidos, pero no debe permitirse la diatriba ni la calumnia sobre las reales motivaciones de una guerra que la Argentina no provocó imprudentemente y que una vez desatada supo afrontar con entereza. Como sostuvo quien comandara la Marina en esa circunstancia:
“Felizmente, no prevalecieron mezquindades ni especulaciones. Por el contrario, siguiendo la línea de los grandes hechos fundacionales, al adoptar la resolución de resistir al usurpador, la Argentina se ponía de pie y mostraba al resto del mundo que, aún frente a la arrogancia de los poderosos, conservaba su vocación de nación independiente”.

(*) Exposición en las “Jornadas de Homenaje a la Gesta de Malvinas 1982-2012”, efectuada en la Legislatura de Córdoba, los días 9 y 10 de abril de 2012.

Fuentes:
Caturelli, Alberto. “Recuperación de las Malvinas Argentinas. Noción de Guerra Justa”; Secretaría General del Ejército, 1982.
Meneghini, Mario. “Dos guerras argentinas”; Centro de Estudios Cívicos, 2010.


Boletín Acción Nº 144
















domingo, 1 de abril de 2012

Dos comentarios sobre la guerra de Malvinas, a propósito de los 30 años del 2 de abril



No hubo militares en el grupo de Davidoff

En un artículo del Diario Alfil, de Pablo Dávila (1), este sostiene que entre los obreros que desembarcaron en las Georgias el 19 de marzo de 1982, hecho que precipitó la guerra con Gran Bretaña, se habían introducido Infantes de Marina. Es una afirmación que no está respaldada por ningún documento, y contribuye a confundir sobre la limpieza de procedimientos que existieron por parte de la Argentina, que sólo ejerció el derecho de defensa en Malvinas, sin haber provocado la guerra con acciones imprudentes como la que se le endilga gratuitamente en dicho artículo.


La mejor prueba de lo que afirmamos, es el Informe Franks, confeccionado por una comisión especial y presentado al Parlamento británico con un análisis detallado sobre el conflicto de Malvinas. Allí se afirma expresamente: “A pesar de los estrechos contactos que el Sr. Davidoff mantenía con algunos oficiales superiores de la Armada Argentina, no se consideraba que el desembarco no autorizado formara parte de los planes de la Armada” (2).

(1) “Un éxito táctico, pero un enorme error estratégico”, Diario Alfil, 30-3-12, p. 3.
(2) Informe Franks, Ediciones del Mar Dulce, 1985, p. 118.

La Argentina no estaba condenada a perder la guerra de Malvinas

El Dr. Rosendo Fraga, en un artículo publicado en Clarín (1), discrepa con la tesis de un documental del Canal 5 de Londres que sostiene “que Argentina pudo haber ganado la guerra y que si no lo hizo fue por una combinación de mala suerte y una artillería y munición con fallas”. Afirma Fraga que ”la relación de fuerzas en lo estratégico definió el resultado desde que EEUU decidió apoyar militarmente al Reino Unido”. Esto coincide con la conclusión del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres: hasta el día 13 de abril, la Argentina tuvo posibilidad de triunfo.

Por cierto que la Argentina no podría ganar una guerra total a un país como Gran Bretaña; pero desde la última guerra mundial, ya no existen conflictos bélicos integrales. Además, el objetivo de ocupar Malvinas era concreto y factible: ocupar las islas para negociar. Se preveía que las negociaciones tendrían el apoyo de las Naciones Unidas y de Estados Unidos; esto último no era una suposición ingenua: en la noche misma del 2-4 hubo una cena en la embajada argentina en Washington, a la que asistieron la embajadora Kirkpatrich, la plana mayor de la secretaría de Estado, y jefes militares, a tal punto que el embajador británico dijo que era un agravio para su país.


Con respecto a la posibilidad de que las NU exigieran un acuerdo, había varios antecedentes; el más relevante fue la ocupación por Nasser (Egipto) del Canal de Suez, en 1956, habiendo presionado el organismo internacional para que Gran Bretaña y Francia no atacaran a Egipto, que desde entonces se quedó con el canal.
Otro antecedente destacable es que en diciembre de 1976, 6 años antes de la guerra, la marina instaló un observatorio en las islas Thule (Sandwich), y GB sólo envió una nota de protesta, sin tomar ninguna otra medida.

Con respecto a la posibilidad de ganar la guerra localizada en esta zona, ello no era imposible, puesto que Gran Bretaña no empeñó todos sus recursos militares, y dependía de numeros factores para actuar a mucha distancia de su territorio. Con motivo del fallecimiento del General británico Jeremy Moore, comandante de las tropas inglesas en Malvinas, se supo que este militar recordó en una entrevista el miedo que sintió el 14 de junio de 1982, de que la Argentina no firmara la rendición, y que, por eso, le permitió al Gobernador argentino, General Menéndez, tachar la palabra incondicional, antes de firmar (2). Manifestó que: “Era muy consciente de que los argentinos son un pueblo orgulloso y que el honor militar tiene mucha importancia para ellos, por lo que temía que ese término hiciera que se rehusaran a firmar el documento”.
La preocupación de Moore se fundaba en que el Alte. Woodward, jefe de la flota, le había dicho que si no llegaba a Puerto Argentino para el día 14, lo iban a sacar de la isla; por eso, fue a conversar con Menéndez, “como quien va a jugar al póker con una mano pobre de naipes” (La Prensa, 1-4-86).

Es lamentable que a 30 años de la guerra, y siendo que la misma es estudiada en los institutos militares de todo el mundo, por la valentía y eficiencia que demostraron nuestros soldados, los argentinos caigamos en la autodenigración.

(1) ¿”Se podría haber ganado la guerra de Malvinas”?, Clarín, 31-3-12
(2) La Mañana de Córdoba, 18-9-07.