lunes, 30 de noviembre de 2009

Aniversario del Tratado de Paz y Amistad con Chile


Con motivo de haberse cumplido 25 años de la firma del Tratado que puso fin al conflicto entre Argentina y Chile por el Beagle, queremos necesario reproducir –ratificando su contenido- lo que manifestamos en vísperas de la consulta popular realizada el 25-11-1984.

VOTE NO O NO VOTE
[1]
Análisis del Tratado de Paz y Amistad con Chile

1. En la introducción del Tratado se expresa que el mismo “constituye una transacción”, lo que aclara, una vez más, que la mediación es un procedimiento diplomático destinado a buscar un acuerdo político entre dos Estados en conflicto. Por ello, nuesto país no podía pretender, después de haber aceptado la Mediación de Su Santidad, el reconocimiento pleno de su derecho, que abarca toda la superficie en disputa.

2. Lo grave es que el acuerdo logrado no representa en realidad una transacción, sino un reconocimiento total de la pretensión chilena, que obtiene: a) las islas Picton, Lennoz y Nueva; b) todas las otras islas, hasta el Cabo de Hornos; y c) 9.800 km2 de mar.

3. Conforme al Tratado de 1881 (Art. 3º), todas las islas corresponden jurídicamente a la Argentina, por estar al oriente y no al sur del Canal Beagle, que concluye en Punta Navarro. Esta aseveración está avalada científicamente por las conclusiones de la XXXIX Semana de Geografía, realizada en Buenos Aires, en Octubre de 1977.

4. Asimismo, la zona de mar adjudicada a Chile pertenece en derecho a nuestro país, por estar al oriente del meridiano del Cabo de Hornos, que es límite –reconocido universalmente por geógrafos y oceanógrafos- que divide al Océano Pacífico del Atlántico, correspondiente este último a la Argentina, según lo estipulado por el Tratado de 1893 (Art. 2º).

5. El Artículo 8º deja constancia de que cada país puede invocar, frente a terceros Estados, la anchura máxima de mar territorial que le permita el derecho internacional. Esto implica que Chile podrá en el futuro obtener beneficios de las posibles explotaciones realizadas en la zona de mar que se le reconoce a la Argentina.

6. El General (R) Etcheverry Boneo, que durante seis años representó a nuestro país, en las negociaciones ante el Vaticano, ha demostrado que este acuerdo es más desfavorable para la Argentina que la Propuesta original del Papa, formulada en 1980. En efecto, si bien se suprime la zona de actividades comunes de 118.000 km2, donde a Chile le correspondía el 50 % de los beneficios que se obtuviesen, dicha zona quedaba fuera de la plataforma continental, donde los recursos no son económicamente redituables, al menos por ahora. En cambio, este acuerdo le adjudica 9.800 km2 de jurisdicción exclusiva, en la parte más rica del Océano Atlántico. Además, se pierde el control del Pasaje Drake, que por la propuesta de 1980 quedaba en jurisdicción argentina, aspecto muy grave por la importancia estratégica del Pasaje (La Prensa, 22-10-84).

7. También quedan seriamente afectados los derechos argentinos sobre territorio antártico, al quebrarse la continuidad geográfica desde el continente; incluso se restringe severamente la libertad de navegación de que siempre gozó la Argentina en la zona austral.

8. Por todo lo expuesto, no puede extrañar que un dirigente radical, el Dr. Mario Roberto, Diputado Nacional por Córdoba, haya expresado que “acaba de cometerse el error más grave de toda la historia de nuestro país en materia de política internacional”, y que, de aprobarse este Tratado, “no solamente perderemos las islas y las riquezas que ellas proyectan, sino que perderemos la dignidad y la imagen internacional” (La Prensa, 9-10-84).

9. El peligro de guerra, que algunos esgrimen para promover la aprobación del Tratado, no resiste el menor análisis, puesto que en Enero de este año se firmó un documento con Chile, por el cual se ratifica la decisión de ambos países de mantener la paz, Lo que sí debe recordarse es que la paz es fruto de la justicia, y de no lograrse un acuerdo que satisfaga, aunque sea parcialmente, los derechos argentinos, ninguna declaración retórica podrá garantizar la paz en el futuro. Este criterio es el que llevó –en vísperas de la anulación del Laudo Arbitral- a un grupo de personalidas, encabezado por el Dr. Raúl Alfonsín, a declarar que “ningún principio internacional debe prevalecer frente al interés legítimo y vital de la Nación, de hecho comprometido y vulnerado” (La Nación, 4-10-77).

10. Los errores y vacilaciones de los gobiernos anteriores, hacen admisible una transacción que conlleve la renuncia argentina a una parte de sus derechos, a fin de terminar con un conflicto centenario, pero, ningún motivo puede justificar la renuncia total a la soberanía que le corresponde en la zona austral, pues ello implicaría afectar mortalmente su futuro como Estado independiente.

11. En conclusión, consideramos:

a) Que es inconveniente la Consulta Popular sobre el Conflicto Austral, dispuesta por el Gobierno Nacional, por tratarse de un problema complejo, cuya solución debe ser adoptada por el Congreso Nacional, debido a que sus miembros poseen –además de las facultades constitucionales para hacerlo- la necesaria experiencia política, el tiempo suficiente y la posibilidad de obtener asesoramiento especializado.

b) El Tratado propuesto es inaceptable, y debería continuarse negociando con Chile, en el marco de la Mediación Papal, hasta lograr un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

c) Dada la gravedad del peligro que involucra la Consulta, es deber moral del ciudadano que comparta la convicción expuesta, de abstenerse de votar o votar por el NO.

[1] Centro de Estudios Cívicos, Boletín Acción, Nº 12, noviembre de 1984.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Semblanza de San Martín


(Un estudio del Dr. Mario Meneghini)
por
José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado

En los últimos tiempos algunos académicos de cierto nombre (Pagni, Terragno, García Hamilton, etc.) dedicaron su pluma a desacralizar, en sentido cívico, la personalidad y la obra del general José de San Martín. Acaso con la intención de instalar la “verdad objetiva” en la conciencia de los argentinos, por un lado, o, también, para sentar plaza de originales aún a costa de cortarle los pies a los soportes históricos de la nacionalidad. Esto del revisionismo es un viejo vicio de ciertos intelectuales politizados que, sin mayor asidero científico, se esmeran por lograr mercado para sus libros, folletos y folletines.

De ahí que, con plena oportunidad, el doctor Mario Meneghini, titular del Instituto de Formación Política “Tomás Moro”, acaba de dar a luz una meritoria indagación sobre varios de los aspectos que ofrece la trayectoria del Libertador, con el legítimo afán de poner las cosas en su lugar. Con el sello de “Foro Sanmartiniano” (Córdoba, 2009, en 62 páginas) se ocupa de ciertos puntos de innegable significación para la vida y obra de San Martín y que, a la vez, permiten dilucidar la correspondiente problemática nacional. Son siete (7) capítulos, con adecuadas referencias documentales y bibliográficas, elaborados con admirable convicción y sin eludir, para nada, la temperatura polémica que les acompaña. A saber : i) Dudas y leyendas; ii) San Martín y la tradición nacional; iii) El diario de San Martín escrito por Terragno; iv) San Martín no fue masón; v) La amistad de San Martín y Belgrano; vi) San Martín y Rosas; vii) La salud de San Martín y el problema del opio.

En todos dichos tópicos se advierte en el autor la decisión de no eludir la confrontación con las tesis y versiones que, a su juicio, carecen de autenticidad. y en cada uno resalta la preocupación por lograr las necesarias bases documentales y testimoniales, y renglón seguido incorporar las reflexiones que sugieren los personajes y los acontecimientos. Y sin dejar de exhibir en los conceptos, las afirmaciones e incluso los enfoques críticos, la filiación católica que siempre se reconoció en el Dr. Meneghini. Al margen de coincidencias o diferencias, siempre califica positivamente al investigador del pasado el traer a éste al presente para vitalizarlo con su propia perspectiva doctrinaria.

Sólo como muestra –y sin excluir la importancia de los demás-- mencionamos los capítulos cuatro (“San Martín no fue masón”) y siete (La salud de San Martín”). El primero reedita la preocupación del autor por desmentir las reiteradas versiones sobre la supuesta índole “masónica” de la Logia Lautaro, de que el Libertador fue fundador en 1812 juntamente con Zapiola, Alvear, Chilavert y otros integrantes del grupo de argentinos que arribaron a Buenos Aires para empeñarse en la lucha por la independencia. El segundo contiene una muy interesante indagación sobre los problemas de salud que soportó San Martín durante toda su vida activa y más cuando su retiro; es un esfuerzo esclarecedor de mucha prolijidad junto a la opinión de testigos y médicos. En ello se destaca el tema del uso y abuso que aquél pudo haber hecho del opium (un derivado homeopático) para paliar dolores y enfermedades.

Creo, finalmente, que éste será un aporte valioso, a la vez incisivo, en una etapa argentina en que se deja ver la acción de tarascones con que desde ciertos ángulos se hace objeto a la imagen del Libertador. Y que no dejarán impune la participación del Dr. Meneghini en la batalla.-

(Prólogo y Debate, 25-11-09)



jueves, 19 de noviembre de 2009

Soberanía Nacional: 1845-2009


Recordamos hoy el combate de la Vuelta de Obligado que se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, al norte de la provincia de Buenos Aires. Enfrentó a la Confederación Argentina, liderada por el general Rosas y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó con el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
Con el desarrollo de la navegación a vapor ocurrido en la tercera década del siglo XIX, grandes navíos mercantes y militares podían remontar en tiempos relativamente breves los ríos en contra de la corriente, y con una buena relación de carga útil.

Este avance tecnológico acicateó a los gobiernos británicos y franceses que, desde entonces, siendo las superpotencias de esa época, pretendían lograr garantías que permitieran el comercio y el libre tránsito de sus naves por el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo.

En el año 1811, poco después de la Revolución de Mayo, Hipólito Vieytes había recorrido la costa del Paraná buscando un lugar en donde poder montar una defensa contra un hipotético ataque de naves realistas. Para este propósito consideró al recodo de la Vuelta de Obligado como el sitio ideal, por sus altas barrancas y la curva pronunciada que obligaba a las naves a recostarse para pasar por allí. Rosas estaba al tanto de sus anotaciones, y es por ello que decidió preparar las defensas en dicho sitio.
Once buques de combate de la escuadra anglo-francesa navegaban por el río Paraná desde los primeros días de noviembre; estos navíos poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería forjadas en hierro y de rápida recarga y cohetes a la Congrève, que nunca se habían utilizado en esta región.
El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. Después de varias horas de lucha, los europeos consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.

Tras varios meses de haber partido, las naves agresoras debieron regresar a Montevideo "diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento",
De modo que la victoria anglofrancesa resultó pírrica; al respecto había escrito el general San Martín desde Francia:
"Los interventores habrían visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca. (…) Esta contienda es, en mi opinión, de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España".

Este combate — pese a ser una derrota táctica — dio como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina, la resistencia opuesta por el gobierno argentino obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, y Francia, con el Tratado Arana-Lepredour, concluyeron definitivamente este conflicto.
En un gesto evidente del triunfo argentino, el 27 de febrero de 1850, el contraalmirante Reynolds, por orden de Su Majestad Británica, izó la bandera argentina al tope del mastil de la fragata Southampton, y le rindió honores con 21 cañonazos.
A pedido del historiador José María Rosa, se promulgó la ley 20.770 que declara el 20 de noviembre "Día de la Soberanía Nacional", a modo de homenaje permanente a quienes defendieron con valentía y eficiencia los derechos argentinos.

Es importante reflexionar hoy sobre el tema de la soberanía, en un momento de profunda crisis en el país. Hoy existe en la Argentina, como nunca antes, un desaliento generalizado sobre su destino; cunde un clima de descontento, de protesta, una especie de atomización social. Estos síntomas evidencian que está debilitada la concordia, factor imprescindible para que exista una nación en plenitud.

El primer tópico a analizar es la relación entre los conceptos de nación y estado. La nación es una forma típica de comunidad, o sea, un grupo humano que no se ha formado deliberadamente, y que surge históricamente como vínculo espiritual entre personas que poseen una serie de factores comunes. No es una persona moral, ni puede organizarse. De allí el error de definir al Estado como una nación jurídicamente organizada, metamorfosis sostenida por los teóricos de la Revolución Francesa. De esta confusión surge el Estado jacobino, que también confunde los conceptos de soberanía nacional y soberanía popular.
En realidad, la nación es algo no político, y según la experiencia histórica puede convivir con otras dentro de un mismo Estado, así como puede extenderse más allá de las fronteras de dicho Estado. Mientras el Estado es un ente de existencia necesaria para la convivencia humana; la nación está condicionada históricamente.

El segundo tópico a considerar es el peligro que creen advertir muchos de que, en esta época signada por la globalización, el estado sufra una disminución o pérdida total de su soberanía. Para ello, debemos precisar el concepto mismo de soberanía, que es la cualidad del poder estatal que consiste en ser supremo en un territorio determinado, y no depender de otra normatividad superior. No es susceptible de grados; existe o no. Por lo tanto, carece de sentido mencionar la "disminución de soberanía" de los Estados contemporáneos.
Lo que puede disminuirse o incrementarse es el poder propiamente dicho, es decir, la capacidad efectiva de hacer cosas, de resolver problemas e influir en la realidad. El hecho de que un Estado acepte, por ejemplo, delegar atribuciones propias en un organismo supraestatal -como el Mercosur-, no afecta su soberanía, pues, precisamente, adopta dichas decisiones en virtud de su carácter de ente soberano.

Habiendo analizado los aspectos conceptuales de la cuestión, podemos ahora encararla con referencia a nuestro Estado. No cabe duda que la globalización implica un riesgo muy concreto de que disminuya en forma alarmante el grado de independencia que puede exhibir un país en vías de desarrollo. Ningún país es hoy enteramente libre para definir sus políticas, ni siquiera las de orden interno, a diferencia de otras épocas históricas en que los países podían desenvolverse con un grado considerable de independencia. Entendiendo por independencia la capacidad de un Estado de decidir y obrar por sí mismo, sin subordinación a otro Estado o actor externo; la posibilidad de dicha independencia variará según las características del país respectivo y de la capacidad y energía que demuestre su gobierno. Pues, más allá de las pretensiones de los ideólogos de la globalización, lo cierto es que el Estado continúa manteniendo su rol en nuestros días. En varios países europeos el Estado maneja más de la mitad del gasto nacional, y no es consistente, por lo tanto, afirmar que los políticos son simples agentes del mercado. Es claro que ello exige fortalecer el Estado, que sigue siendo el único instrumento de que dispone la sociedad para su ordenamiento interno y su defensa exterior.

La situación internacional, vista sin anteojeras ideológicas ofrece, - en especial desde 1989- posibilidades de actuación autonómica aún a los países pequeños y medianos. Por cierto, que para poder aprovechar las circunstancias, es necesario que los gobernantes sepan distinguir los factores condicionantes de la realidad, de los llamados "factores determinantes" de la política exterior; estos son los hombres concretos que deciden en los Estados, procurando mantener su independencia.
El economista Aldo Ferrer ha aportado un concepto interesante, el de "densidad nacional", que expresa el conjunto de circunstancias que determinan la calidad de las respuestas de cada nación a los desafíos y oportunidades de la globalización. Atribuye dicho autor a la baja densidad nacional, la causa de los problemas argentinos.

La primera decisión política a adoptar es la de fortalecer el rol del Estado para procurar su máxima eficacia. Desde nuestra perspectiva no deben ser motivo de preocupación los cambios de tamaño, forma y funciones del Estado, mientras cumpla su finalidad esencial de gerente del Bien Común.

Ahora bien, el grave problema argentino, es que no existe soberanía pues no existe el Estado. Para arribar a esa afirmación, seguimos al Prof. de Mahieu, que enseña que todo Estado contemporáneo debe cumplir tres funciones básicas:

1º) La función de síntesis. La unidad social es el resultado de la síntesis de las diversas fuerzas sociales constitutivas, síntesis en constante elaboración por los cambios que se producen en los grupos y en el entorno. La superación de los antagonismos internos no surge espontáneamente; es el resultado de un esfuerzo consciente por afianzar la solidaridad sinérgica, a cargo del Estado.
El poder estatal tendrá legitimidad en la medida en que cumpla dicha función, garantizando la concordia política.

2º) La función de planeamiento. El Estado centraliza la información que le llega de los grupos sociales; recopila sus problemas, necesidades y demandas. Los datos son procesados y extrapolados en función de los fines comunes, fijados en la Constitución Nacional y en otros documentos, que señalan los objetivos políticos y los valores que identifican a un pueblo. Con mayor o menor intensidad, según el modelo gubernamental elegido, es en el marco del Estado donde debe realizarse el planeamiento global que establezca las metas y las prioridades en el proceso de desarrollo integral de la sociedad, en procura del Bien Común. Por cierto que, en una concepción no totalitaria el planeamiento estatal sólo será vinculante para el propio Estado, y meramente indicativo para el sector privado. La autoridad pública no debe realizar ni decidir por sí misma "lo que puedan hacer y procurar comunidades menores e inferiores", en palabras de Pío XI. Pero, debido a la complejidad de los problemas modernos, el principio de subsidiariedad resulta insuficiente para resolverlos sin la orientación del Estado, que mediante el planeamiento se dedique a "animar, estimular, coordinar, suplir e integrar la acción de los individuos y de los cuerpos intermedios".

3º) La función de conducción. La esencia de la misión del Estado es el ejercicio de la autoridad pública. La facultad de tomar decisiones definitivas e inapelables, está sustentada en el monopolio del uso de la fuerza, y se condensa en el concepto de soberanía. El gobernante posee una potestad suprema en su orden, pero no indeterminada ni absoluta. El poder se justifica en razón del fin para el que está establecido y se define por este fin: el Bien Común temporal.

Si un Estado no posee, en acto, estas tres funciones, ha dejado de existir como tal o ha efectuado una trasferencia de poder en beneficio de organismos supraestatales, o de actores privados, o de otro Estado.
Como hipótesis, sostenemos que el Estado argentino dejó de funcionar como tal a partir de junio de 1970 –hace cuatro décadas-, pues desde esa fecha se advierte claramente que resultaron afectadas las tres funciones básicas.

Resumiendo lo expresado, consideramos que el mundo contemporáneo permite conservar cuotas significativas de independencia, siempre que exista una estrategia que seleccione el método de análisis y de elaboración de planes, apto para resolver los problemas gubernamentales.
Si es correcto el análisis, la prioridad absoluta consiste en restaurar el Estado, y procurar que actúe eficazmente al servicio del bien común.
Sin embargo, la restauración del Estado argentino no ocurrirá como consecuencia necesaria de elaborar un buen diagnóstico. Es insensato confiar en que, precisamente en el momento más difícil de la historia nacional, podrá producirse espontáneamente un cambio positivo. Sólo podrá lograrse si un número suficiente de argentinos con vocación patriótica, se decide a actuar en la vida pública buscando la manera efectiva de influir en ella. La acción política no puede limitarse a exponer los principios de un orden social abstracto. La doctrina tiene que encarnarse en hombres que cuenten con el apoyo de muchos, formando una corriente de opinión favorable a la aplicación de la doctrina.

Lamentablemente, tropezamos con un generalizado abstensionismo cívico. Nos parece que, si a la política se la sigue considerando la cenicienta del espíritu –en expresión de Irazusta-, seguirá careciendo el país de suficientes políticos aptos en el servicio a la comunidad. No puede extrañar que esta actividad genere recelos, pues es la función social más susceptible a la miseria humana, la que exacerba en mayor medida las pasiones y debilidades. Pero la situación actual en nuestro país es, y desde hace mucho tiempo, verdaderamente patológica; la mayoría de los buenos ciudadanos, comenzando por los más inteligentes y preparados, abandonan deliberadamente la acción política a los menos aptos y más corruptos de la sociedad, salvo honrosas excepciones.

Explica Marcelo Sánchez Sorondo que: “al ocurrir la vacancia del Estado por el ilegítimo divorcio entre al Poder y los mejores, en la confusión de la juerga aprovechan para colarse al Poder los reptiles inmundos que, denuncia Platón, siempre andan por la vecindad de la política, como andan los mercaderes junto al Templo”
Se ha llegado a esta situación por un progresivo y generalizado aburguesamiento de los ciudadanos, de acuerdo a la definición hegeliana del burgués, como el hombre que no quiere abandonar la esfera sin riesgos de la vida privada apolítica.

Un proyecto nacional puede contribuir, a compatibilizar la inevitable integración del país con los demás países, y la preservación de la propia identidad cultural. Si se continúa, en cambio, con una persistente improvisación, sin rumbo fijo, desaprovechando oportunidades y despilfarrando los recursos que nos ha entregado generosamente la Providencia, mereceremos lo que advirtió don Ricardo Rojas, hace exactamente un siglo:
Si el pueblo argentino prefiere una vocación suicida, si abdica de su personalidad e interrumpe su tradición, y deja de ser lo que secularmente ha sido, legará a la historia el nuevo ejemplo de un pueblo que, como otros, fue indigno de sobrevivirse, y al olvidar su pasado renunciará a su propia posteridad.

Entonces, un proyecto nacional deberá estar basado en las raíces históricas del pueblo argentino. La definición más común de la patria, indica que es "la tierra de los padres". No es sólo un territorio, es una geografía permeada por siglos de asentamiento de una comunidad determinada. Curiosamente, todos las propuestas de proyecto nacional que se han publicado en el país, reconocen el pasado de la nación argentina, que se distingue por una cultura, una lengua y una religión. Dicha cultura tiene su origen en Grecia y Roma, y nos llegó a través de España, junto con el cristianismo.
La fidelidad a esos valores, estaba presente en los hombres que forjaron la patria. Incluso cuando se produjo la emancipación, la ruptura política no significó renegar de la tradición, de la herencia recibida. Los argentinos de hoy no tenemos derecho a traicionar esa herencia. Pese a tantos problemas y desencantos, debemos decir, parafraseando a un poeta español: quiero a mi patria, por no me gusta como es hoy. Nuestro amor a la patria, no debe ser una complacencia sensible, no solamente un sentimentalismo de discurso escolar, sino conciencia de la realidad de esta patria y de este pueblo. De este pueblo que quiere seguir siendo fiel a la herencia que le están arrebatando tantos aventureros y delincuentes.

Quien es considerado, con justicia, el Padre de la Patria -San Martín-, fue combatido y obligado al exilio por aquellos que renegaban del pasado de la patria. Que negaban la tradición hispánica, pues preferían los postulados masónicos de la Revolución Francesa. Aún desde Europa, San Martín continuó hasta su muerte preocupándose por el cuerpo y el alma de la Argentina. En varias de sus cartas aboga por una mano firme que ponga orden en la patria. Cuando esa mano firme enfrenta al invasor extranjero, en la Vuelta de Obligado, San Martín redacta su testamento, disponiendo:
"El sable que me ha acompañado en la independencia de América del Sur, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido de ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla."

Los argentinos que vivimos hoy en esta patria, la recibimos como herencia del pasado y debemos transmitirla a las generaciones futuras. Es algo que tenemos en custodia, no nos pertenece. No la podemos vender, ni mucho menos regalar.
Nunca es más grande y fuerte un pueblo que cuando hunde sus raíces en el pasado. Cuando recuerda y honra a sus antepasados. Por eso, debemos mirar hacia ese pasado y recordar el ejemplo de los héroes nacionales, para pensar después en el presente; para pensar en el presente sin desanimarnos, a pesar de todo. Para que, aunque parezcamos una patria y un pueblo de vencidos, no seamos vencidos en nuestra alma, no seamos vencidos en nuestro espíritu, en nuestra manera de pensar, en nuestro compromiso de argentinos.
Frente a la decadencia actual de la Argentina, la peor tentación, mucho peor que la derrota exterior, es la tentación de la derrota interior. La tentación del desaliento, la tentación de la desesperación, la tentación de pensar que no hay nada que hacer. La tentación de rendirnos.

La cultura de un pueblo se mantiene vigorosa, cuando defiende sus tradiciones, sin perjuicio de una lenta maduración. La identidad nacional se deforma cuando se corrompe la cultura y se aleja de la tradición, traicionando sus raíces. La nación es una comunidad unificada por la cultura, que nos da una misma concepción del mundo, la misma escala de valores. La nacionalidad es tener:
glorias comunes en el pasado;
voluntad común en el presente;
aspiraciones comunes para el futuro.

Quienes pretenden, por ejemplo, suprimir del calendario el Día de la Raza, instituido por el Presidente Irigoyen, amenazan con dejarnos sin filiación, sin comprender que la raza, en este caso, no es un concepto biológico, sino espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino. Ese sentido de raza es el que nos aparta de caer en el remedo de otras comunidades, cuyas esencias son extrañas a la nuestra. Para nosotros, la raza constituye un sello personal inconfundible; es un estilo de vida.

La identidad nacional, está marcada por la filiación de un pueblo. El pueblo argentino es el resultado de un mestizaje, la nación argentina no es europea ni indígena. Es el fruto de la simbiosis de la civilización grecolatina, heredada de España, con las características étnicas y geográficas del continente americano. Lo que caracteriza una cultura es la lengua, en nuestro caso el castellano. Los unitarios consideraban a este un idioma muerto, pues no era la lengua del progreso, y preferían el inglés o el francés.
Dos siglos después, muchos argentinos manifiestan los mismos síntomas del complejo de inferioridad. Muchos jóvenes caen en la emigración ontológica; en efecto, se van a otros países, creyendo que van a poder ser en otra parte. Olvidan la expresión sanmartiniana: serás lo que debas ser, sino no serás nada.

En esta hora, resulta evidente que solo podrán resistir los embates de la globalización y conservar su independencia, los Estados que se afiancen en sus propias raíces, y mantengan su identidad nacional. El ex-Presidente Avellaneda, en un discurso famoso sostuvo que: los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos; y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir.
Únicamente procediendo así podremos conmemorar, sin incurrir en hipocresía, La Vuelta de Obligado.

[Conferencia dictada en el Club de las Fuerzas Armadas de Córdoba, el 18-11-09]

Fuentes:

Bidart Campos, Germán José. "Doctrina del Estado Democrático"; Buenos Aires, Jurídicas Europa-América, 1961.

Ferrer. Aldo. "La densidad nacional"; Buenos Aires, Capital Intelectual, 2004.

Mahieu, Jaime María de. "El Estado Comunitario"; Buenos Aires, Arayú, 1962.

Meneghini, Mario. "Identidad nacional y el bien común argentino"; Córdoba, Centro de Estudios Cívicos, 2009.

Rojas, Ricardo. "La restauración nacionalista" (1909); Buenos Aires, Peña Lillo Editores, 1971.

Rosa, José María. "Historia Argentina"; Buenos Aires, Editor Juan Granda, 1965, Tomo V.

Sánchez Sorondo, Marcelo. "La clase dirigente y la crisis del régimen"; Buenos Aires, ADSUM, 1941.



domingo, 15 de noviembre de 2009

Ni Noé se salva de las críticas del progresismo católico


Nuevamente el Rector de la Universidad Católica (sic) de Córdoba, se expresa de una manera que permite dudar de su fidelidad a la Iglesia. Acusa a Noé de haber sido egoísta, pues sólo se preocupó de salvarse él y su familia del diluvio, sin ayudar a nadie más; agrega "que Dios aparece bastante implicado en el tema", es decir, en la actitud poco solidaria.
En otra frase, avanza en una crítica lapidaria: "Lamentablemente, durante mucho tiempo, desde nuestra Iglesia Católica (aunque no solamente) se fomentó ese fervor por salvarse de un modo en que lo importante era el más allá, abandonando a su suerte el más acá...". Creemos que, sin negar los errores y debilidades de algunos pastores, la Iglesia siempre se ocupó de fomentar la solidaridad comunitaria, y, al respecto, la historia del cristianismo demuestra suficientemente, las obras realizadas en dos mil años. Por otra parte, ni el Evangelio ni la tradición eclesiástica han avalado nunca la salvación individual, sino que promueven la caridad de los fieles.
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Cuando nos tape el agua

Por Rafael Velasco, sj.
Rector de la Universidad Católica de Córdoba

Al único que no lo agarró desprevenido el diluvio universal fue a Noé, que logró salvarse porque Dios le avisó y él –creyéndole– se puso a fabricar una barcaza en la que metió a toda su familia y a una pareja de todos los animales. Así, cuando a todos los tapó el agua, Noé logró sobrevivir.

El texto bíblico –un mito que además toma una tradición del antiguo Oriente, presente en varias religiones–, en estos tiempos de sequía tan severa, viene a sonar casi como una parábola al revés. Nosotros esperamos que llueva; Noé, en cambio, sabía que iba a llover (Dios le había avisado).

En realidad, hay más similitudes de las que parecen a simple vista. En primer lugar, el agua del diluvio destruyó todo, como también va haciendo su trabajo destructor la sequía

Pero hay más… Llama la atención que el texto no menciona en ningún momento que Noé se preocupara por avisarles a sus conciudadanos que iba a venirse el agua. Tal vez, alguno le hubiera creído y se salvaba también. Pero no; él se puso a trabajar en lo suyo, para salvarse él y su familia... y a los demás, que los tapara el agua.

Es cierto que Dios aparece bastante implicado en el tema, porque le dice a Noé que él es el único que vale la pena en su tiempo y, por eso, le avisa del diluvio que se viene. Hasta le da el mandato de la construcción del arca, con las dimensiones que debe tener y todo.

Noé, confiado en eso, no se preocupó más que por él, su familia y el arca. Así logró salvarse y hacer honor a su nombre viviendo una larga vida (Noé significa el de larga vida)... una larga vida por haber pensado en sí mismo y los suyos (y en un notable zoológico). A los demás, ya se sabe, los tapó el agua.

Parece un cuento esto de Noé, pero no lo es.

Costumbres argentinas… A veces pienso si Noé no sería argentino, por esta facilidad para salvarse él y los suyos, aunque a los demás los inunde la desdicha. ¿Acaso “salvarse” no es un verbo típicamente argentino?

Una acepción común de este verbo significa quedar “hecho” para todo el resto de la vida. Haber logrado una diferencia económica que nos asegure un futuro promisorio a nosotros y a los nuestros.

Otra acepción, cercana a ésta, significa haber logrado no ser sancionado por alguna infracción (es sinónimo de “zafar”).

“Salvarse” tiene también un significado religioso muy discutible si se conjuga sólo en singular, porque no difiere demasiado de la actitud de Noé (sería algo así como “yo me salvo –voy al Cielo– y los demás que se las arreglen”).

Lamentablemente, durante mucho tiempo, desde nuestra Iglesia Católica (aunque no solamente) se fomentó ese fervor por salvarse de un modo en el que lo importante era el “más allá”, abandonando a su suerte el “más acá”; es decir, procurando de tal manera, con obras buenas, alcanzar el Cielo, que poco se preocupaba uno por cambiar de raíz la realidad de tantos hermanos ahogados en un mar de injusticia.

Sin embargo, para la genuina tradición cristiana, la salvación está asociada a la capacidad efectiva de amar al prójimo; por lo tanto, a la preocupación –y ocupación– por el prójimo. Nadie “se salva” solo.

Sin agua y sin arca. Hoy, todos estamos preocupados por el agua... ahora que nos falta en las grandes ciudades. Porque en Rayo Cortado, por ejemplo, hace rato que faltaba, pero no le prestamos demasiada atención. No era noticia.

La desertificación –que mucho tiene que ver con esta sequía– ha ido gestándose –entre otras cosas, amén de la imprevisión de los gobiernos– a la par del proceso de “sojización”, del desmonte y del arrasamiento de tierras, que han venido acompañados de desalojos de habitantes muy pobres con engaños y, muchas veces, violencia.

Algo tiene que ver con todo esto el desenfreno por “salvarse” sin importar los otros.

Hay quienes “se salvaron” desalojando y desmontando; pero hoy la cosa vuelve... y no hay quién se salve. Falta el agua para todos, y ¿quién nos salva? Como una postal de épocas prehistóricas, estamos mirando al cielo esperando que nos envíe agua.

Parece un cuento, pero es como lo de Noé: cada uno en su arca y a los demás... que los tape el agua.

© La Voz del Interior, 10-11-09

jueves, 12 de noviembre de 2009

Conferencia

En el Club de las Fuerzas Armadas de Córdoba, dictará una conferencia el Dr. Mario Meneghini, sobre "Soberanía, ayer y hoy", el día 18 de noviembre, con motivo de conmemorarse el 20 de este mes, el Día de la Soberanía Nacional.

martes, 3 de noviembre de 2009

Arquidiócesis de Córdoba


Reproducimos el documento adjunto, al sólo efecto de dejar en evidencia la situación de la Arquidiócesis de Córdoba. Basta leerlo para concluir que no se trata de un "plan pastoral", con la metodología recomendada desde la Conferencia de Medellín, hace 41 años. En efecto, no contiene, adecuadamente definidos:

-Objetivos
-Etapas
-Metas cuantificadas
-Indicadores para evaluar


Puede consultarse, para conocer la metodología aconsejable, el "Manual de Planificación Pastoral" (Cabello-Espinoza-Gómez), Santiago de Chile, CEPLANE, 1998. 

Documento comentado:

jueves, 29 de octubre de 2009

El concepto de soberanía popular es contrario al Magisterio de la Iglesia



1. En el boletín Acción, Nº 78, de mayo de 2005, analizamos el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia[1], que acababa de publicarse en la Argentina. Señalamos entonces que este trabajo constituye un aporte a los fieles, ya sea para introducirse en el estudio de dicha disciplina, o como obra de consulta, con la ayuda de un Índice Analítico de 158 páginas, que facilita la búsqueda de temas determinados.

2. Cabe agregar, sin embargo, que, como lo expresa el título, se trata de un resúmen de los principales documentos pontificios sobre cuestiones sociales, y no un documento en sí mismo; no integra por lo tanto el Magisterio, ni puede modificarlo. Esto queda claro al estar precedido por una simple carta del Cardenal Sodano, entonces Secretario de Estado de la Santa Sede -dirigida al presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Martino-, y no por un documento de aprobación del texto.

3. Puede advertirse la diferencia notoria con el Catecismo de la Iglesia Católica, cuyo contenido fue aprobado por S.S. Juan Pablo II, mediante la Constitución Apostólica “Fidei Depositum”, donde destaca:
"Lo reconozco como un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial y como norma segura para la enseñanza de la fe".

4. Lo apuntado significa que el texto del Compendio no debe ser receptado íntegramente, sin un previo discernimiento, pues puede contener algunos errores, comprensibles al tratarse de una obra colectiva y extensa. El mismo texto indica:
“El peso doctrinal de las diversas enseñanzas y el asenso que requieren depende de su naturaleza, de su grado de independencia respecto a elementos contingentes y variables, y de la frecuencia con la cual son invocadas” (80).

5. Esta regla interpretativa nos lleva a considerar necesario distinguir en cada artículo del Compendio:
a) Frases que están avaladas por un documento pontificio, citado a pié de página.
b) Frases que comentan o amplían una referencia doctrinaria, del tipo anterior, o son colocadas como epígrafe, al comenzar un artículo.

Estimamos que las frases del segundo tipo (“b”) pueden suscitar dudas y hasta objeciones lícitas, si tienen una sintáxis confusa o contienen un concepto contradictorio con la doctrina tradicional.
Nos permitimos, en el boletín citado, señalar un ejemplo concreto: el epígrafe y la primer frase del artículo 395.

6. Consideramos necesario tratar nuevamente este tema, al haberse publicado recientemente en el país, un manual de iniciación a la Doctrina Social de la Iglesia
[2]. El autor es el P. Gustavo Irrazábal, que, además de sacerdote, es abogado y doctor en Teología Moral. El libro está escrito con precisión y claridad, y constituye, en general, un aporte interesante para la difusión de la doctrina social.

7. Lamentablemente, el autor reproduce el artículo 395 del Compendio, que hemos objetado:

“El sujeto de la autoridad política es el pueblo, considerado en su totalidad, como titular de la soberanía. El pueblo transfiere de diversos modos el ejercicio de su soberanía a aquellos que elige libremente como sus representantes, pero conserva la facultad de ejercitarla en el control de las acciones de los gobernantes (…)
[3].
Estas frases no están avaladas por ninguna referencia, y contradicen explícitamente varios textos pontificios.

8. León XIII, Inmortale Dei:
”Autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la Naturaleza, y, por tanto, del mismo Dios, que es su autor. De donde se sigue que el poder público, en sí mismo considerado, no proviene sino de Dios. Sólo Dios es el verdadero y supremo Señor de las cosas. Todo lo existente ha de someterse y obedecer necesariamente a Dios. Hasta tal punto, que todos los que tienen el derecho de mandar, de ningún otro reciben este derecho si no es de Dios, Príncipe supremo de todos. No hay autoridad sino por Dios (Rom, 13,1)” [2].

“La sola razón natural demuestra el grave error de estas teorías acerca de la constitución del Estado. La naturaleza enseña que toda autoridad, sea la que sea, proviene de Dios, como de suprema y augusta fuente. La soberanía del pueblo, que, según aquellas, reside por derecho natural en la muchedumbre independizada totalmente de Dios, aunque presenta grandes ventajas para halagar y encender innumerables pasiones, carece de todo fundamento sólido y de eficacia substantiva para garantizar la seguridad pública y mantener el orden en la sociedad” [13].

9. León XIII, Diuturnum illud:
“Muchos de nuestros contemporáneos, siguiendo las huellas de aquellos que en el siglo pasado se dieron a sí mismos el nombre de filósofos, afirman que todo poder viene del pueblo. Por lo cual, los que ejercen el poder no lo ejercen como cosa propia, sino como mandato o delegación del pueblo y de tal manera que tiene rango de ley la afirmación de que la misma voluntad popular que entregó el poder puede revocarlo a su antojo. Muy diferente es en este punto la doctrina católica, que pone en Dios, como en principio natural y necesario, el origen del poder político”. (3)

“Es importante advertir en este punto que los que han de gobernar los Estados pueden ser elegidos, en determinadas circunstancias, por la voluntad y juicio de la multitud, sin que la doctrina católica se oponga o contradiga esta elección. Con esta elección se designa el gobernante, pero no se confieren los derechos del poder. Ni se entrega el poder como un mandato, sino que se establece la persona que lo ha de ejercer” (4).

“De aquella herejía [Reforma] nacieron en el siglo pasado una filosofía falsa, el llamado derecho nuevo, la soberanía popular y una descontrolada licencia, que muchos consideran como la única libertad” (17).

10. San Pío X alertó en Notre Charge apostolique, que la Iglesia:
“Ha condenado una democracia que llega al grado de perversidad que consiste en atribuir en la sociedad la soberanía al pueblo” (9).

11. No existe ningún documento pontificio que acepte la teoría de la soberanía popular. La Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dedicada expresamente a la Vida Política
[4], y que fue aprobada por el papa Juan Pablo, el 21 de noviembre de 2002, avala en la cita nº 11, a los documentos sobre el orden político, previos al Concilio Vaticano II, que, por consiguiente conservan plenamente su vigencia.

12. Desde la perspectiva de las ciencias humanas, baste citar lo que sostiene el Profesor Bidart Campos
[5]: la soberanía del pueblo, es una tesis falsa, científicamente en sus tres supuestos:

a) el pueblo no puede gobernar: pues el ejercicio del gobierno exige la toma de decisiones que no se pueden hacer multitudinariamente, y tampoco, ejecutarlas, lo que sólo puede hacer quien está preparado especialmente para ello. Empíricamente, jamás el pueblo ha gobernado en ninguna parte, ni en ninguna época. El pueblo no puede gobernarse a sí mismo; las funciones del poder no admiten el ejercicio multitudinario por parte de todo el pueblo.

b) el pueblo no es soberano: pues la soberanía no es otra cosa que una cualidad del poder estatal. Es un atributo inherente al Estado, por lo tanto no reside en nadie, ni en el gobernante, ni mucho menos en el conjunto del pueblo.

c) el gobierno no representa a todo el pueblo: porque para que un sujeto pueda ser representado, es imprescindible una cierta unidad en el mismo sujeto representado. Se puede representar a un hombre, a una familia, a una institución. Hasta una multitud de hombres puede ser representada, siempre que tengan un interés concreto y común en el que la pluralidad se unifique; por ejemplo, los ahorristas defraudados por un banco. Pero no se puede representar un conglomerado heterogéneo y con intereses distintos y hasta contrapuestos, como es el pueblo. Pueblo es un nombre colectivo que designa a la totalidad de personas que forman la población de un Estado; no es persona moral ni jurídica, luego no es susceptible de representación.

13. Hemos pretendido con este breve comentario, contribuir a la difusión de la recta doctrina en un tema tan importante como es el origen del poder político.
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[1] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”. “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”; Buenos Aires, Conferencia Episcopal Argentina, 2005.
[2] Irrazábal, Gustavo. “Doctrina Social de la Iglesia y Ética Política”; Buenos Aires, Agape Libros, 2009.
[3] Op. cit., pág. 137.
[4] Congregación para la Doctrina de la Fe. “Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”; 2003.
[5] Bidart Campos, Germán. “Doctrina del Estado Democrático”; Buenos Aires, AJEA, 1961, cap. 4.

Jueza que se declara católica obliga a financiar fertilización asistida

Una noticia periodística da cuenta de la decisión de una jueza de Córdoba, que dispuso que una obra social se haga cargo del costo de un tratamiento de fertilidad, de una pareja que no puede concebir por vía natural. Lo llamativo en este fallo, es que la jueza menciona que la Iglesia Católica, "cuya fe profeso", rechaza este tipo de técnicas, pero considera que en su función debe ceñirse al derecho.
No conocemos los detalles jurídicos sobre las opciones de que dispone un magistrado para ser coherente con su fe, sin incurrir en incumplimiento de sus deberes. Pero, tal como ha señalado reiteradamente el actual Pontífice, hay cuestiones no negociables, y nunca un funcionario público puede avalar una conducta moralmente ilícita. Citamos, a continuación, lo que enseña el Magisterio al respecto: en el Catecismo y en el último documento pontificio sobre bioética.
Catecismo de la Iglesia Católica
-El hijo no es un derecho sino un don. El "don más excelente del matrimonio" es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido "derecho al hijo" (2378).
-Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales homólogas) son quizá menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, sino que "confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana" (2377).
Instrucción Dignitas Personae, Congregación para la Doctrina de la Fe, 2008 (aprobada por SS Benedicto XVI, el 20-6-08)
-Como la fecundación in vitro, de la cual constituye una variante, la Inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) es una técnica intrínsecamente ilícita, pues supone una completa disociación entre la procreación y el acto conyugal (17).
Córdoba, 29-10-09.-
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Obra social deberá cubrir tratamiento contra infertilidad

Por primera vez en la provincia, la Justicia dio lugar a un amparo y obligó a una obra social a cubrir el tratamiento de fertilidad de una pareja cordobesa que no puede concebir por vía natural.

Así, la obra social del Consejo Profesional de Ciencias Económicas debe pagar tres tratamientos de fertilización asistida con técnica Icsi (inyección intracitoplasmática del espermatozoide). Según se lee en el fallo, cada uno de esos tratamientos tiene un costo de casi 13 mil pesos [total: 39.000 pesos]..

En Córdoba ya se presentaron otros amparos pero, antes de que se resolvieran judicialmente, “terminaron en acuerdos privados entre las partes y las obras sociales”, dijo la abogada que representó a la pareja victoriosa, Gisela Trobbiani.

La jueza admite en la sentencia que la imposibilidad de tener hijos por la vía natural “constituye una enfermedad y, más propiamente, una discapacidad”. Argumenta que, si bien no existe una ley específica, otras normas del sistema jurídico argentino (como la Constitución Nacional y tratados internacionales) amparan el derecho de la pareja.

La decisión la tomó la magistrada Claudia Zalazar, del Juzgado Civil y Comercial de 51ª Nominación de Córdoba, y benefició a la mujer S. A. y a su esposo, M. M. Ellos no pueden concebir por vía natural porque él sufrió un tumor testicular. Además, adujeron que ella, a pesar de ser fértil, con 39 años su capacidad reproductiva disminuye.

La obra social argumentó que no debía cubrir los tratamientos de fertilidad pues el Programa Médico Obligatorio (PMO) no los incluye. Pero el fallo determinó que el PMO es una “enumeración no taxativa de la cobertura mínima que los beneficiarios están en condiciones de exigir”.

Bioética. El fallo también hizo referencia al debate bioético que generan las técnicas de fecundación. “La Iglesia Católica, cuya fe profeso, se ha mostrado reacia a la admisión de este tipo de técnicas (...) Sin perjuicio de mis convicciones religiosas y en el rol de institución secular que desempeño, debo ceñirme a evaluar si el planteo de los actores resulta procedente de acuerdo al derecho vigente”, manifestó Zalazar en la sentencia.

En mayo pasado, la obra social provincial, Apross, adelantó que a partir de enero de 2010 cubrirá para sus afiliados los tratamientos de infertilidad. En la Unicameral provincial se debate un proyecto para que la decisión se realice por ley.

En Argentina ya se dictaron algunos fallos similares al de Córdoba. Hay antecedentes en Buenos Aires, La Plata y Mendoza.

La Voz del Interior, 29-10-09

domingo, 25 de octubre de 2009

¿Para ayudar a los drogadictos, es necesario utilizar técnicas esotéricas?


Nos surge la pregunta, al leer sobre la obra de un sacerdote colombiano que ha logrado ayudar a miles de jóvenes, pero aplicando la “Meditación Trascendental”, técnica creada por el gurú Maharishi, quien perdió un juicio en Estados Unidos, al determinarse que sus enseñanzas no constituyen una ciencia, sino un enfoque religioso. Asimismo, el Parlamento Europeo incluyó su organización entre los grupos sectarios peligrosos.
Si se agrega que esta creencia incluye la reencarnación, y un concepto panteísta de Dios, no pareciera ser compatible con el cristianismo. Existen comunidades terapéuticas de inspiración cristiana que brindan ayuda a los drogodependientes, utilizando técnicas con fundamento en la medicina y en la psicología. De allí que sea de lamentar que un sacerdote católico, al canalizar su deseo de colaborar en la lucha contra el flagelo de la droga, se haya sentido inclinado a adoptar esta metodología. No es el primer caso de influencia de grupos esotéricos en instituciones católicas; baste recordar los cursos de “Eneagrama”, sobre los que pesa una advertencia de la Santa Sede, pero siguen dictándose en centros y universidades católicas.

Córdoba, octubre 25 de 2009.-
Mario Meneghini


Anexo I

Gabriel Mejía, el cura colombiano que rescata adictos con meditación

En 25 años de trabajo al frente de la Fundación de los Hogares Claret, creados por él, ha logrado recuperar de las garras de la drogadicción, el abuso y la violencia armada a unos 45.000 chicos.

Formado en la Congregación de los Misioneros Claretianos, este religioso ha impulsado ya la apertura de 54 centros a lo largo y a lo ancho de Colombia, que aplican desde hace diez años un recurso "revolucionario" para favorecer la reinserción de los adictos, jóvenes que, en Colombia, incursionan en un camino de violencia atroz desde una edad muy temprana: aplica la meditación trascendental como parte de la labor en las comunidades terapéuticas.

Luego de una vida dedicada a esta tarea, Mejía es una voz autorizada para hablar sobre lo que habla: las adicciones perniciosas de la sociedad actual, la falta de derechos de los adictos que son enfermos sin cobertura adecuada, el preocupante asunto del narcotráfico extendido ya a la Argentina, la falta de políticas adecuadas para combatirlo y de políticas sanitarias para atender las consecuencias de la drogadicción.

Pero lo relevante de la obra de este religioso colombiano es que, desde hace una década, ha consolidado su labor terapéutica con el potencial probado de la meditación trascendental, un recurso creado por el maestro indio Maharishi, a quien los Beatles hicieron mundialmente célebre. Según Mejía, la meditación trascendental tiene como uno de sus beneficios el desarrollo de la conciencia, lo que permite descubrir en cada individuo nuevas potencialidades.
Cuando conoció a Deepak Chopra, el padre Mejía no pensó que aprendería una de las herramientas que más alegrías le traería en la recuperación de adultos: la meditación trascendental. Al principio tuvo que superar muchos prejuicios porque, formado en el catolicismo, no le resultaba sencillo asimilar un método desconocido de desarrollo de la conciencia. Pero vivió su propia experiencia meditativa y, al final, los resultados fueron extraordinarios. No se trata de religiosidad, dice, sino de espiritualidad en sentido profundo.
Mejía debió sortear prejuicios y obstáculos, incluso en su propia congregación.

Fuente: La Nación, “Enfoques”, 25-10-09


Anexo II

Maharishi Mahesh Yogi

Maharishi Mahesh Yogui fue un religioso hindú, fundador del movimiento Meditación trascendental, con presencia en numerosos países de América, Europa y Asia.
Nació con el nombre de Mahesh Prasad Varma el 12 de enero de 1918 y falleció a los 91 años el 5 de febrero de 2008.

Maharishi Mahesh Yogui se trasladó a Estados Unidos en 1960 y empezó a enseñar una técnica de yoga que posteriormente se extendería por otros países como "Ciencia de la Inteligencia Creativa". Tanto en Madrás como en Estados Unidos (San Francisco), este pensamiento aparece como "Movimiento para la Regeneración Espiritual" y más tarde Meditación Trascendental (MT), la que según sus propios escritos es una técnica de relajación y descanso profundo que sirve para mejorar la calidad de vida del individuo y la sociedad a través de dejar de lado los pensamientos por medio de un sonido llamado mantra durante 20 minutos por la mañana y posteriormente por la tarde.

Alcanzó fama mundial mediante su relación con miembros de la contracultura de los años sesenta, especialmente estrellas del pop y el rock como el grupo británico The Beatles, el grupo californiano The Beach Boys (cuyo cantante Mike Love,[9] se convirtió en maestro de la MT) y el cantautor Donovan (que se hizo amigo de Maharishi y puso su foto en la contratapa de su álbum A Gift from a Flower to a Garden). El encuentro con Los Beatles fue en el año 1968 en que los jovenes musicos viajaron a la India, en unos meses, tiempo en que compusieron los temas del Album Blanco.

En 1979 perdió un juicio en Estados Unidos, con respecto a sus declaraciones de que la meditación trascendental es una ciencia, sino que tiene un sentido meramente religioso. A raíz de esto se le reducen los aportes estatales y se prohíbe impartir este tipo de meditación en las escuelas públicas.

En 1980, Maharishi comienza a difundir otras disciplinas provenientes de las escrituras hindúes, como el sistema de cuidado y prevención de la salud conocido como Áiur Vedá (que él rebautizó ayurveda maharishi). que se difundió por Estados Unidos y Europa. Este sistema se prohibió en Suecia como tratamiento terapéutico dentro de la medicina privada y social y Alemania afirma que es una secta que puede producir daños psíquicos y la destrucción de la personalidad.

En 1984, el Parlamento Europeo aprobó un informe sobre el fenómeno de los nuevos movimientos religiosos o sectas. En 1983, el eurodiputado conservador británico Richard Cottrell presenta un informe con trabajos previos sobre la peligrosidad de determinados grupos sectarios. Durante más de un año se estudia dicho informe, y el 22 de mayo de 1984 el Parlamento Europeo, por 98 votos a favor, 28 en contra y 27 abstenciones, lo aprueba. Meditación Trascendental era uno de los grupos involucrados en este informe.

Doctrina

Dios: Es el "ser supremo" que se identifica con la naturaleza, ya que todo lo que hay en la creación tiene su origen del ser impersonal, del Dios omnipresente, este es el mismo que mora en el corazón de todos. De Dios depende toda la evolución y las vidas de todos los seres del universo. Los mantras no son propiamente sonidos sin significado. Son el nombre cifrado de una deidad hindú. Se va ampliando hasta llegar a expresiones como esta: "Hermosísima Sarasvati, ante ti me inclino". En la ceremonia de iniciación se dirigen al Gurú Dev (el propio Maharishi) como si fuera una deidad. Y también Maharishi es reverenciado por haber transmitido el conocimiento.

El hombre: Se identifica con Dios. "Cada individuo es una naturaleza, el Dios impersonal". Se afirma que con la Meditación Trascendental se puede llegar al estado alterado de conciencia y sentir temor de "perder su conexión con la realidad y el dominio de sí misma". Los riesgos y peligros afectarían especialmente a personas inmaduras.

Panteísmo y reencarnación: Cuanto más avanza la práctica de la contemplación, la mente se establece más en el "Ser eterno" como su propio yo, el yo termina siendo "Eso", en este proceso aparece la reencarnación que lleva a la iluminación, a la conciencia cósmica por la ley del Karma, así se supera la ilusión de la existencia. Este grupo cree, y así lo ha manifestado, que puede resolver todos los problemas de los gobiernos: políticos, económicos, sociales o religiosos. Promete responder al capitalismo, comunismo, democracia o dictadura.

Organización: Dentro de la estructura mundial hay dos jerarquías perfectamente diferenciadas: una, encargada de la enseñanza de la meditación; otra, es la jerarquía administrativa, cada vez más poderosa e influyente. Ambas están bajo la supervisión directa de Maharishi que, asesorado por sus consejeros, deciden en última instancia cualquier cosa importante. La Capital Mundial, teóricamente, está en Rishikesh, pero se controla en Suiza. en cada país en que actúan, pretenden instalar un Gobierno Nacional de la Era de la Iluminación, con la misma estructura del mundial, que resida en la Capital Nacional. Cada país está controlado por los Gobernadores, formados en cursos de seis meses (asuntos de invisibilidad, levitación, milagros) e integrados en el Consejo Nacional de Gobernadores, hay más de cuatro mil Gobernadores en el mundo, encargados de dirigir a unos 14.000 profesos o instructores repartidos entre algo más de mil quinientos centros. El contacto con esta secta se comienza por medio de conferencias públicas.
Aún cuando la práctica de su técnica Meditación Trascendental es una técnica simple fácil y natural que se aprende en sólo 4 días y la persona la continua practicando en casa, no involucrando cambios de fe, religión, filosofía o estilo de vida, el pensamiento, la visión y los ideales de Maharishi han llegado a ser cuestionados en diversos casos por su marcada influencia oriental que contrasta en ciertos puntos con la visión de la vida, la felicidad, el sufrimiento y el cosmos que tradicionalmente ha estado predominando en Occidente.

(De Wikipedia, la enciclopedia libre)

Más antecedentes en: Silleta, Alfredo. "Sectas"; Buenos Aires, Beas Ediciones, 1993, págs. 142/145.

viernes, 16 de octubre de 2009

Jurisdicción de la Provincia de Tierra del Fuego

Un documento del Grupo Ulises alerta sobre un proyecto presentado en el Congreso, para establecer la jurisdicción geográfica de la Provincia de Tierra del Fuego. La evaluación que realiza ese documento es discutible, pero es la primera que advierte sobre la necesidad de un análisis serio sobre el tema en cuestión. El documento puede leerse en:
Desde hace 20 años, venimos insistiendo sobre el hecho insólito de una provincia que carece de territorio definido, sin que parezca importar demasiado esta irregularidad. La situación se ha agravado, debido a la aprobación del Tratado de Lisboa, que consolida jurídicamente a la Unión Europea. En efecto, en el Anexo II se incluyen como "territorios de ultramar" del Reino Unido a: islas Malvinas; Georgia del Sur; islas Sandwich del Sur; territorio antártico británico.
Reproducimos a continuación nuestro último artículo sobre el tema.
Tierra del Fuego
PROVINCIA SIN TERRITORIO

El Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos (CEES), con la firma de su Presidente, Sr. Julio Piumato, ha denunciado que la Constitución de la Unión Europea, ha incluido entre los “territorios no europeos que mantienen relaciones especiales con Dinamarca, Francia, los Países Bajos y el Reino Unido”, a las “islas Falkland (Malvinas), Georgias del Sur e islas Sandwich del Sur”; dichos territorios “están asociados a la Unión Europea” (Art. III-286, y Anexo II).

El CEES, en nota del 26-4-05, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, solicitó información sobre las gestiones que se hayan realizado para evitar o impugnar la insólita inclusión aludida, siendo que los territorios mencionados son considerados parte integrante de la República Argentina según nuestra Constitución Nacional (Primera Disposición Transitoria). Como, hasta la fecha, sólo han ratificado el texto de la Constitución de la Unión Europea seis Estados, de los veinticinco que la integran, es el momento oportuno para pedir una modificación de la redacción.

Pero, para que sea efectiva la gestión, debería efectuarse, asimismo, una corrección de nuestra legislación interna. Nos referimos a un tema ya analizado en dos Boletines Acción (Nºs. 27, enero/1989, y 30, setiembre/1990). Desde 1990, la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur -a la que pertenecerían, en principio, los territorios ya citados- permanece sin territorio definido con precisión.

En efecto, la Ley Nº 23.775, de provincialización del ex-Territorio Nacional, fue promulgada el 10-5-1990, pero vetada por el Poder Ejecutivo, el mismo día, por Decreto Nº 905/90, en gran parte de su Art. 1º, donde se fijaba detalladamente su jurisdicción. El Art. 1º quedó reducido a una frase: “Declárase provincia conforme a lo dispuesto en los arts. 13 y 67, inc. 14 de la Constitución Nacional, al actual Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur”.

El veto produjo una confusión, rayana en un galimatías jurídico, hasta el punto de que en decretos posteriores del Gobierno Nacional se eludió el uso de la palabra Provincia, como puede observarse en los tres ejemplos siguientes:

Dto. 1491/90 (3-8-90) “Art. 1º.- Convócase al electorado de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, para el día 9 de diciembre de 1990, con el objeto de elegir DIECINUEVE (19) Convencionales Constituyentes...”.

Dto. 79/91 (14-1-91) “Art. 1º.- Desígnase Gobernador del ex-Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur...”.

Dto. 1387/91 (24-7-91) “Art. 1º.- Convócase al electorado del ex-Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur...”.

Para tratar de entender la situación, hay que retroceder a 1986 cuando el radicalismo aprobó en la Cámara de Diputados la creación de esta nueva Provincia, pero restringiendo su jurisdicción a la Isla Grande de Tierra del Fuego, la Isla de los Estados y la Isla de Año Nuevo: la denominada provincia chica. El argumento esgrimido por el entonces Canciller Caputo, era que, como las Malvinas están ocupadas por los ingleses, y la Antártida sujeta a las negociaciones para modificar el Tratado Antártico, era razonable crear una provincia con la extensión exenta de disputa.

El Senado se opuso, pues el peronismo prefería la provincia grande -que incluyera la Antártida, Malvinas y demás islas del Atlántico-, y no se sancionó la ley.El veto de 1990, promovido por el Canciller Cavallo, no especificaba el motivo de la observación, pero en declaraciones periodísticas se alegó que se habían cometido errores como la inclusión de las islas Lawrence y Cole, que pertenecen a Chile. Cabe sospechar, sin embargo, que el Dr. Cavallo coincidía en la apreciación de su antecesor Caputo, sobre la necesidad de evitar irritar a los ingleses.

Finalmente, en la Cámara de Diputados, por consenso entre los bloques, se aprobó un proyecto de modificación a la Ley 23.775, cuyo texto constituye un desatino antológico, pues pretendía crear un doble sistema político para la misma provincia (Art. 1º):

- “En la parte oriental de la Isla Grande, Islas de los Estado y Año Nuevo, y demás islas e islotes adyacentes a ellas, tendrá la provincia creada su ámbito político, con vigencia de las atribuciones provinciales y de la organización del poder, de acuerdo con la Constitución provincial prevista en el artículo 3º.”

- “Además el Gobernador de la provincia que resulte elegido a partir de la sanción de la Constitución Provincial y de acuerdo a sus normas, quedará investido de pleno derecho y sin necesidad de formalidad alguna, del carácter de Delegado Federal en el ámbito geográfico que comprende el sector antártico, Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur e Islas Sandwich del Sur. En este ámbito geográfico, el Gobernador de la provincia actuará como lo ha hecho el gobierno del Territorio hasta la sanción de la presente Ley.”

Como el Senado no aprobó este proyecto, sigue vigente la Ley 23.775, y, por lo tanto, no está definida con precisión la jurisdicción de la provincia argentina más austral. Entre otras cuestiones dudosas, la jurisdicción del ex Territorio incluía las islas al oriente del Canal de Beagle, que posteriormente fueron adjudicadas a Chile, y estaba vigente la Ley 17.094 que otorgaba soberanía plena a la Argentina sobre las 200 millas en torno a las Malvinas, Sándwich y Georgias, lo que fue modificado al ratificarse la Convención sobre el Derecho del Mar.

Por lo tanto, el texto de la ley comentada ofrece a los ingleses un nuevo manjar para su paladar de diplomáticos expertos, y debería corregirse con urgencia para defender eficazmente el interés nacional. Recordemos que el veto a la ley, fue posterior al Tratado que restableció las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña (Declaración conjunta de las Delegaciones de la Argentina y del Reino Unido, 15-2-90), que fue tan desfavorable para nuestro país, que el Dr. Caballo explicó en la Cámara de Diputados: “Hubo una guerra y la Argentina la perdió” (Página 12, 29-3-90).

Ojalá el actual Gobierno Nacional aplique la definición del Prof. Rizzo Romano de la Política Exterior de un Estado soberano: es un arte para orientar o dirigir, conforme a reglas de probada eficacia, una determinada acción en beneficio del mismo, en el plano externo.

Córdoba, 31-12-2006.-

Mario Meneghini

sábado, 26 de septiembre de 2009

Comentario sobre "San Martín no fue masón"


Recientemente, hemos tomado conocimiento de un comentario crítico sobre nuestro artículo "San Martín no fue masón", realizado en una página web masónica [1]. El artículo, publicado originalmente en 1998, se encuentra en:
http://forosanmartiniano.blogia.com/2006/octubre.php

En el número 67, de septiembre de 2005, la Revista Hiram Abif incluye la opinión del director de la misma, Ricardo Polo, que sostiene una argumentación novedosa, al menos para nosotros, y que consideramos necesario consignar.

Afirma el Sr. Polo que, efectivamente, la Logia Lautaro no puede haber sido reconocida por las Grandes Logias de Inglaterra, Escocia e Irlanda, que pertenecían a la Masonería Moderna y Especulativa. El motivo sería que las logias “Gran Reunión Americana”, “Caballeros Racionales” y las “Lautarinas”, aún siendo masónicas, no respondían a los Landmarck’s o linderos establecidos en las Constituciones de Anderson, y sí en cambio a los principios de la “Masonería Progresista Universal del Rito Primitivo” y en base a la Constitución de la Asamblea de Masones de París de 1523, operada por la Masonería Operativa y en el caso de Francia por el Rito Francés Antiguo.
Agrega este comentario, que las logias lautarinas apoyaban “la guerra revolucionaria” contra los realistas”, mientras que las logias de la Masonería Especulativa se subordinaban a la monarquía.

El autor no ofrece ninguna prueba de lo que afirma, es decir, que las logias lautarinas pertenecían a la Masonería Progresista Universal del Rito Primitivo. Su tesis no está avalada por ninguno de los historiadores –varios de ellos masones- que han escrito sobre la masonería en nuestro país; al respecto, detallamos en el Anexo las obras que hemos consultado personalmente. Considera el autor que en nuestro modesto trabajo hemos “sido llevados por su evidente y conocido fundamentalismo religioso, que les impide despojarse de prejuicios e inexactitudes históricas”. En realidad, el motivo que nos impulsó a investigar el tema fue la necesidad de esclarecer las dudas que aquejaban, y siguen aquejando, a muchos argentinos e incluso a muchos católicos, sobre este tema. De allí la importancia que asignamos al logro de la documentación fehaciente obtenida por el Profesor Maguire.

En conclusión, sigue siendo válido lo que tuvo que admitir el Dr. Augusto Barcia Trelles, masón del grado 33, quien escribió varios volumenes sobre San Martín, investigando incluso en los archivos de las logias de Francia y de Bélgica, para detectar antecedentes de la actividad masónica del Libertador en Europa. En efecto, este historiador reconoció: “Todas las gestiones por nosotros realizadas hasta hoy han sido estériles e ineficaces, ya que en el momento en que escribimos, ningún documento, objeto, ni siquiera noticias o informes sobre la suerte que hayan corrido puedieron ser obtenidos” [2].

1) http://www.hiramabif.org/

2) "San Martín en Europa"; Cap. II, pág. 72, cit. por Bruno Genta, op. cit., pág. 14.


ANEXO

BIBLIOGRAFÍA SOBRE SAN MARTÍN Y LA MASONERÍA

Aragon, Roque Raúl. “La Política de San Martín”; Córdoba, Universidad Nacional de Entre Ríos, 1982.

Bra, Gerardo. “San Martín ¿fue masón?; en: revista Todo es Historia, Nº 186, Noviembre/1982, págs. 36/47.

Bruno, Cayetano. “La religiosidad del General San Martín”; Buenos Aires, Ediciones Don Bosco, 1978.

Corbiere, Emilio. “La Masonería. Política y sociedades secretas en la Argentina”; Buenos Aires, Sudamericana, 1998.

Corbiere, Emilio. “La Masonería II. Tradición y revolución”; Sudamericana, 2001.

Cuccorese, Horacio Juan. “San Martín. Catolicismo y Masonería”; Rosario, Instituto Nacional Sanmartiniano – Fundación Mater Dei; 1993.

Chindemi, Norberto. “Historia y Política. Función política de la Historia. San Martín; pensamiento y acción; las logias”; Buenos Aires, Editorial Los Nacionales – Fundación Doctrina; 1996.

Díaz Araujo, Enrique. “Don José y los chatarreros”; Mendoza, Ediciones Dike – Foro de Cuyo, 2001.

Filippo, Virgilio. “Imperialismo y masonería”; Buenos Aires, Organización San José, 1967.

Furlong SJ, Guillermo. “El General San Martín. ¿Masón – Católico – Deísta?; Buenos Aires, Theoria, 1963.

Genta, Jordán Bruno. “La Masonería en la Historia Argentina”; Buenos Aires, Ediciones del Restaurador, 1949.

Maguire, Patricio. Revista Masonería y otras sociedades secretas, Buenos Aires, Nº 2, noviembre de 1981, págs. 20-25; Nº 3, diciembre de 1981, págs. 15-20; Nº 5, febrero de 1982, págs 30-35.

Maguire, Patricio. “La Masonería y la Emancipación del Río de la Plata”; Buenos Aires, Editorial Santiago Apóstol – Ediciones Nueva Hispanidad, 2000.

Rottjer, Anibal. “La Masonería en la Argentina y en el mundo”; Buenos Aires, Editorial Nuevo Orden; 1973 (cuarta edición).

Steffens Soler, Carlos. “San Martín en su conflicto con los liberales”; Buenos Aires, Librería Huemul, 1883.

Tonelli, Armando. “El General San Martín y la Masonería”; Buenos Aires, 1944.

Terragno, Rodolfo H. “Maitland & San Martín”; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1999.

Triana, Alberto. “Hermanos tres puntos”; Buenos Aires, Editorial DE-DU, 1959 (tercera edición).

Uzal, Francisco Hipólito. “San Martín contrataataca”; Buenos Aires, Ediciones Theoria; 2002.










domingo, 20 de septiembre de 2009

Respuesta a comentarios críticos

Sobre "Falun Gong"

Hemos recibido varios comentarios de adeptos a "Falun Gong", práctica de origen chino sobre la cual reprodujimos un artículo:

Adjuntamos la respuesta enviada.

De Mario Meneghini
para Augusto Andrade (Estados Unidos)

fecha: 18 de septiembre de 2009 15:32

Augusto: en primer lugar, lo publicado por nuestro blog reproduce textualmente un artículo firmado, que tomamos de una página española que nos merece fe por su seriedad. En segundo lugar, el blog está dedicado a católicos y no pretende ofender a quienes posean otras creencias. Tal como usted lo explica, Falun Gong es un "sistema de cultivación", que no tiene nada que ver con el plano religioso.

Los católicos seguimos la enseñanza de la Santa Sede (Roma) que permanentemente analiza los temas contemporáneos y fija criterios. El documento "Jesucristo, portador de agua viva", de 2003, define las características de la espiritualidad "new age", dentro de la cual puede ubicarse vuestra práctica, y determina que es incompatible con el catolicismo. Por cierto que el comunismo fue condenado por la Iglesia, ya en 1931, y de ninguna manera avalamos los métodos de un régimen totalitario como el que rige en China.

De todos modos, lo que se afirma en el artículo coincide con otras fuentes; me limito a citar un libro que acaba de publicarse en Argentina: "Las redes secretas del poder", de Pablo Allegritti, Editorial Martinez Roca, 2009, págs. 53/55.

Cordialmente. Dr. Mario Meneghini

viernes, 11 de septiembre de 2009

Otra novela histórica

EL DIARIO DE SAN MARTÍN, ESCRITO POR TERRAGNO[1]

Nos interesa efectuar un breve comentario sobre el libro recientemente publicado por el doctor Rodolfo Terragno, de cuya capacidad intelectual no dudamos, y que ha tenido, además, una vasta actuación pública: diputado y senador nacional, ministro y jefe de gabinete. 

1. Se advierte en el libro que: “No se trata de una novela: cada dato, circunstancia o anécdota surge de una escrupulosa investigación histórica con base en fuentes y manuscritos que aún permanecen inéditos”. Sin embargo, ha adoptado la forma literaria de un diario personal, redactado en tiempo presente, por el autor, es decir, el doctor Terragno. 

2. Ahora bien, un diario, según el diccionario de la Real Academia Española, es la “relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día”. Por ello, el diario es un subgénero de la biografía, más precisamente de la autobiografía. Por lo tanto, si el autor escribe como si fuese otro quien lo hace, efectuando un relato imaginario, se trata en realidad de una novela. 

3. De nada sirve que se detalle una extensa bibliografía, pues al omitirse citas al pie de página, y agrupar las fuentes al fin de cada capítulo, no puede determinarse que fundamento posee cada frase. A esto se agrega, como ya mencionamos, que el autor alega haber consultado “fuentes y manuscritos que aún permanecen inéditos”, la mayoría de los cuales, obran en archivos europeos. De modo que quien quisiera corroborar dichos antecedentes, debería viajar al viejo continente para hacerlo. 
Nos parece, entonces, que el libro comentado no es una obra histórica, pues carece de la precisión que “debe extenderse a los más mínimos pormenores”, como enseñaba don Marcelino Menéndez y Pelayo[2]

4. Terragno ya demostró, en una obra anterior sobre San Martín[3], lo que considera antecedente válido para una reconstrucción histórica. En efecto, escribió un libro de 261 páginas, en torno a 47 hojas manuscritas (“Plan Maitland”), que descubrió casualmente en el Archivo General de Escocia. Ese escrito no constituye un documento, pues no tiene destinatario, ni fecha, ni firma. 

5. En el mismo libro, el autor mantiene la duda sobre el carácter de masón de San Martín, pese a revelar –casi 20 años después- que el Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Inglaterra le aseguró en 1980 en una comunicación escrita personal que: “La Logia Lautaro no fue una logia masónica sino una sociedad política secreta. Es posible que haya adoptado algún rito o formas pseudomasónicas, pero la masonería regular no tuvo conexión con la Logia Lautaro y no habría respaldado a esa organización ni sus actividades”. 

6. En una muestra sorprendente de imprecisión, menciona tres supuestos: 
“1. Que San Martín haya sido masón. 
2. Que la masonería inglesa o escocesa haya tratado a las logias pseudo-masónicas de americanos independentistas como organizaciones fraternas que, por compartir ciertos objetivos, debían conocer algunos secretos. 
3. Que, conociendo los planes y el carácter excepcionalmente reservado de San Martín, algunos de sus numerosos amigos masones haya compartido con él (si no otros secretos de la masonería) información sobre proyectos en los cuales la masonería servía informalmente el interés del Reino Unido. 

Todo mi esfuerzo, en este capítulo, consiste en demostrar que alguno de estos supuestos es cierto”[4]

7. En la extensa bibliografía del Diario, no se incluye ninguno de los libros que demuestran, con datos y argumentos, que San Martín no fue masón. Destacamos, al respecto, el aporte extraordinario que realizó Patricio Maguire para terminar, definitivamente, con las dudas sobre este tema. Dicho investigador consultó directamente a las autoridades de las Grandes Logias de Inglaterra, Irlanda y Escocia. Recibió respuesta por escrito de las tres, que coincidieron en que la logia Lautaro nunca estuvo registrada en dichas instituciones, y que San Martín no figura en los archivos como miembro. Maguire recibió las comunicaciones respectivas en 1979 y 1980, publicándolas de inmediato. 

Reproducimos los documentos en: http://forosanmartiniano.blogia.com/temas/san-martin-y-la-masoneria.php 

8. En conclusión, el libro comentado puede resultar de interés para los aficionados a las novelas históricas, pero carece de significación para la historia sanmartiniana. 

[1] Terragno, Rodolfo. “Diario íntimo de San Martín. Londres 1824, una misión secreta”; Buenos Aires, Sudamericana, 2009. 
[2] Cit. Por: Picciuolo, José Luis. “Reverendo Padre Cayetano Bruno sdb, sacerdote e historiador eclesiástico”; Buenos Aires, Junta de Historia Eclesiástica Argentina, 2008, pág. 24. 
[3] Terragno, Rodolfo. “Maitland & San Martín”; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1999. 
[4] Ibidem, pág. 178.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Identidad nacional y el bien común argentino (·)



Nos parece necesario analizar el tema propuesto, puesto que se están programando actividades para celebrar en el 2010 el Bicentenario de la Argentina, en un momento de profunda crisis en el país.

1. Hoy existe en la Argentina, como nunca antes, un desaliento generalizado sobre su destino y una falta notoria de interés por la acción cívica. Resulta evidente la desconfianza o el desprecio que genera la política en la mayoría del pueblo, que, según la teoría liberal, posee la soberanía. Como señala Mons. Aguer: “Lo que hoy pareciera más notable es un clima de irritación, de división, de descontento, de protesta, de queja, una especie de atomización social que estamos padeciendo”[1]. Estos síntomas evidencian que está debilitada la concordia, factor imprescindible para que exista una nación en plenitud, y para que se cumpla un anhelo de la Oración por la Patria: el compromiso por el bien común.

2. De allí, entonces, la importancia de conocer la propia historia nacional. Pues, como enseña el Profesor Widow, “cada cual es lo que ha sido. Condición indispensable para asumir la propia realidad es, por consiguiente, el juicio recto sobre el pasado: es la única base posible para una rectificación o ratificación de intenciones y conductas, evitando las ilusiones y los complejos”[2].

3. El doble centenario de un país, es ocasión propicia para reflexionar en profundidad sobre los problemas y la mejor manera de superarlos en el futuro, de allí que sea razonable que se hable de un Pacto del Bicentenario. Pero debemos precisar los términos, puesto que, en realidad, se trata de un aniversario equívoco, por lo que es necesario distinguir dos aspectos involucrados en esta celebración. En efecto: ¿el bicentenario alude a la nación o al Estado argentino?

4. Si se toma la expresión Nación Argentina como equivalente a Estado Argentino, es necesario decir que el mismo no quedó constituido el 25 de mayo de 1810, fecha en que se formó un gobierno propio, pero provisorio, hasta que el Rey, que estaba preso de Napoleón, reasumiera su corona. En efecto, al asumir sus cargos los integrantes de la Junta Provisional Gubernativa, consta en el acta de acuerdos del Cabildo que: “el presidente [Saavedra], hincado de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de desempeñar lealmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano Fernando VII y sus legítimos sucesores y guardar las leyes del Reino...”.
El Estado Argentino sólo surgiría seis años después, con la Declaración de Independencia.

5. Por otra parte, si se toma la expresión Nación Argentina en su sentido sociológico -como conjunto de personas que conviven en un mismo territorio, poseen características comunes y manifiestan el deseo de continuar viviendo juntas- ya estaba consolidada antes del 25 de mayo. A partir del 29 de junio de 1550, con la fundación de la ciudad de Barco -la actual Santiago del Estero- comienza la lenta formación de nuestra nación. Consideramos que en ocasión de las invasiones inglesas, quedó en evidencia que la Argentina como nación estaba ya consolidada. Apuntemos al respecto varios elementos.

1º) Existía ya en el territorio del Virreynato del Río de la Plata, mayoría de criollos, algunos de los cuales, como Saavedra y Belgrano -integrantes de la primera Junta-, desempeñaban funciones públicas de importancia.

2º) Existía, como lo afirma el sociólogo Guillermo Terrera, una cultura criolla argentina que, para 1750, tenía características propias y definidas[3].

3º) No existían tropas profesionales en número suficiente, para repeler el ataque extranjero, de modo que la resistencia estuvo a cargo de las milicias criollas y de los vecinos que se sumaron voluntariamente a la lucha. Sería impensable que esto ocurriera en una sociedad cuyos integrantes se conformaran con ser una colonia. Precisamente, la decisión masiva de los criollos de combatir, revela a un pueblo con identidad propia que asume la defensa de su tierra, pese a la ausencia del Virrey, que se había replegado a Córdoba.

6. Por lo señalado, si queremos fijar en una fecha la vigencia de la nacionalidad argentina, la que corresponde es la del 12 de agosto de 1806, cuando se produce la Reconquista de Buenos Aires. Con buen criterio, en Salta se ha constituido una comisión de homenaje a “La década del bicentenario argentino: 2006-2016”.

7. Desde el comienzo de la vida independiente, el Estado Argentino fue el marco formal de una sóla nación, por lo que ambos aspectos mencionados están estrechamente vinculados; a lo que puede agregarse que uno de los factores concurrentes en el debilitamiento de nuestra nación, es la parálisis del Estado. El Estado es una entidad jurídico-política al servicio del bien común, que no existe en toda sociedad[4]. Supone una delimitación explícita del poder discrecional; la hipertrofia del poder personal del gobernante, sin frenos, es un síntoma de la ausencia de un Estado.

8. En toda institución -y el Estado es la de mayor envergadura en un territorio determinado-, el dirigente se subordina a la finalidad perseguida y a las normas establecidas. El gobierno no encuadrado en un Estado, es errático y caprichoso; sirve únicamente para el enriquecimiento e influencia individual de los gobernantes, que no pueden lograr el funcionamiento eficaz de la estructura gubernamental. De allí la paradoja de culpar al Estado de todos los problemas, cuando el origen de los problemas es la ausencia del Estado, como órgano de síntesis, previsión y conducción, de una sociedad territorialmente delimitada, que procura el bien común[5]. Es decir, que sólo puede calificarse de Estado, aquel que cumple las tres funciones señaladas –síntesis, previsión, conducción.

9. Si un Estado no posee, en acto, estas funciones, ha dejado de existir como tal o ha efectuado una transferencia de poder en beneficio de organismos supraestatales, o de actores privados, o de otro Estado. Ésta es, precisamente, la situación argentina: la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, al analizar el conflicto con el campo (26-6-08), cuestionó en un dictámen el “grave deterioro del sistema institucional que diluye la firmeza propia de un auténtico Estado de Derecho”.
Como hipótesis, sostenemos que el Estado argentino dejó de funcionar como tal a partir de junio de 1970, pues desde esa fecha se advierte claramente que resultaron afectadas las tres funciones básicas.

10. Si es correcto el análisis, la prioridad absoluta consiste en restaurar el Estado, y procurar que actúe eficazmente al servicio del bien común. Esto requiere dilucidar, previamente, dos cuestiones: la forma de discernir el bien común concreto; y si el Estado sigue siendo el instrumento apto para procurarlo.

11. Frente a las diversas propuestas de políticas públicas, es necesario detectar la respectiva posición subyacente, que siempre está ligada a la ideología o doctrina del gobernante, candidato o partido que las sostienen. Puede servir como guía para el análisis, el hecho de que el bien común siempre se vincula a otros dos principios del orden social: solidaridad y subsidiaredad.

11.1. Quien profesa -expresa o tácitamente- el liberalismo tiende a descuidar o restringir la solidaridad, para acentuar los derechos individuales, en especial el de propiedad privada.

11.2 Quien promueve el colectivismo -como el marxismo o el fascismo- suprime o debilita la subsidiariedad.

11.3. Como explica un autor uruguayo, se puede representar gráficamente sobre un eje longitudinal la forma de concebir el papel del Estado: “Si uno se mueve desde el centro hacia la derecha sobre el referido eje horizontal, llega un momento en que deja de respetar el principio de solidaridad. En cambio, si uno se mueve desde el centro a la izquierda, llega un momento en que deja de respetar el principio de subsidiariedad. Entre ambos puntos está la zona del pluralismo político legítimo”[6].

11.4. Si partimos de la definición pontificia de Bien Común: el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección; puede determinarse –ya sea de los antecedentes o de los proyectos- si se procura o no el Bien Común. Puesto que ello no depende de la capacidad económica o poderío político del país respectivo, sino de la orientación del Estado en las políticas públicas.
Valga como prueba que el Índice de Desarrollo Humano –que refleja en gran medida la calidad de vida de la población- muestra que los siete países mejor ubicados, no son precisamente los más importantes. En efecto, en orden decreciente, figuran: Islandia, Noruega, Canadá, Australia, Irlanda, Países Bajos y Suecia, entre el 1º y el 7º lugar. Recién en el 8º lugar figura Japón, en el 11º Francia y en el 15º Estados Unidos[7].

12. Sobre la otra cuestión a resolver, recordemos que es clásico el concepto de sociedad perfecta atribuido al Estado. Se entiende por perfecta una sociedad que posee en sí todos los medios para alcanzar su propio fin; en el caso del Estado significa que dispone de capacidad propia para lograr el bien común público. La doctrina social de la Iglesia, reconoce dos sociedades perfectas: el Estado en lo temporal, y la Iglesia en lo espiritual.

13. Un párrafo de la Encíclica Pacem in Terris, que advierte sobre la dificultad actual para que el Estado pueda lograr, en forma aislada, el bien común[8], expresa un criterio que muchos comparten. No cabe duda que la globalización limita y condiciona el accionar del Estado, no sólo en el plano internacional, sino dentro de sus propias fronteras. Pero, como ha señalado el Prof. Bidart Campos[9], el carácter de sociedad perfecta equivale a tener en sí la posibilidad de buscar los medios necesarios para procurar el bien común, lo que a veces puede realizar dentro de sí mismo, y otras veces fuera de sí mismo. A pesar de la capitis diminutio que experimenta, sigue siendo el Estado sociedad perfecta, y es el único órgano que se ocupa de procurar el bien común de una población determinada, en un territorio determinado. Coincide con este criterio la reciente encíclica papal[10].

14. Analizadas las dos cuestiones señaladas, podemos retomar la reflexión sobre la restauración del Estado argentino. Ello no ocurrirá como consecuencia necesaria de elaborar un buen diagnóstico. Es insensato confiar en que, precisamente en el momento más difícil de la historia nacional, podrá producirse espontáneamente un cambio positivo. Sólo podrá lograrse si un número suficiente de argentinos con vocación patriótica, se decide a actuar en la vida pública buscando la manera efectiva de influir en ella. La acción política no puede limitarse a exponer los principios de un orden social abstracto. La doctrina tiene que encarnarse en hombres que cuenten con el apoyo de muchos, formando una corriente de opinión favorable a la aplicación de la doctrina.

15. Aquí tropezamos con un generalizado abstensionismo cívico, actitud reiteradamente cuestionada por el Magisterio Pontificio[11]. Nos parece que, si a la política se la sigue considerando la “cenicienta del espíritu” –en expresión de Irazusta-, seguirá careciendo el país de suficientes políticos aptos en el servicio a la comunidad. No puede extrañar que esta actividad genere recelos, pues es la función social más susceptible a la miseria humana, la que exacerba en mayor medida las pasiones y debilidades. Pero la situación actual en nuestro país es, y desde hace mucho tiempo, verdaderamente patológica; la mayoría de los buenos ciudadanos, comenzando por los más inteligentes y preparados, abandonan deliberadamente la acción política a los menos aptos y más corruptos de la sociedad, salvo honrosas excepciones.

16. Explica Marcelo Sánchez Sorondo que: “…al ocurrir la vacancia del Estado por el ilegítimo divorcio entre al Poder y los mejores, en la confusión de la juerga aprovechan para colarse al Poder los reptiles inmundos que, denuncia Platón, siempre andan por la vecindad de la política, como andan los mercaderes junto al Templo”[12]. Se ha llegado a esta situación por un progresivo y generalizado aburguesamiento de los ciudadanos, de acuerdo a la definición hegeliana del burgués, como el hombre que no quiere abandonar la esfera sin riesgos de la vida privada apolítica.

17. Una manifestación clara del desinterés por la vida pública, se refiere al tema del proyecto nacional, frecuentemente mencionado como un elemento imprescindible para superar la crisis argentina, y se alega que la carencia del mismo es uno de los factores de dicha crisis. Sin embargo, son escasas las propuestas realizadas en orden a la elaboración de un proyecto concreto. Es posible que haya algunos trabajos que no conozcamos, pero los que han trascendido, son únicamente los once que detallamos en el Anexo. Por eso, nos interesa tratar de desbrozar los aspectos de fondo que implica encarar la elaboración de un proyecto.

18. Podemos definir la expresión proyecto nacional como un esquema concreto y coherente de valores, fines, políticas públicas y distribución de responsabilidades, conocido y consentido por la mayoría de la población de una sociedad[13].

19. Hecha esta introducción, debemos profundizar en cuestiones teóricas, bastante áridas, para determinar si es posible, estrictamente hablando, elaborar un proyecto nacional como anticipación del futuro, y que no sea, por lo tanto, una simple utopía[14]. Debemos plantearnos este interrogante sobre la factibilidad de anticipar el futuro, que se nos presenta como esperanza, como temor o como incógnita. Pero como necesitamos salir del presente, de una u otra manera tenemos que anticiparnos al porvenir.

20. La primera afirmación sobre el futuro es negar que se identifique con la nada. Algo, para ser, basta con que posea capacidad de existir -aunque no exista actualmente-; si el futuro aún no existe y no se sabe como será, al resultar posible ya es un ente real y, como tal, es lícito pensar sobre él. En cada circunstancia, son muchos los futuros posibles -futuribles- y existen algunos pocos probables -futurables. El riesgo de elegir el que tenga más chance de ser logrado y resultar conveniente, depende del procedimiento utilizado.

21. Bertrand de Jouvenel explica que sobre el mañana sólo se puede conjeturar, nunca alcanzar certeza. Es decir, que el análisis predictivo nos aporta un conocimiento de opinión, de manera que la materia objeto del planeamiento es opinable por naturaleza; sólo es susceptible de aproximación conjetural. Lo mismo podemos decir sobre lo político: es pasible de certidumbre en cuanto a sus contenidos pasados o presentes, pero es sólo opinable en cuanto al futuro.
El proyecto es mucho más que extrapolación en el tiempo; el vocablo se refiere a la intervención necesaria de la voluntad humana en su configuración. Si bien generalmente se proyecta de acuerdo a lo que se cree posible, aquí resulta dominante el ámbito de lo deseable. Para lo posible utilizamos la razón, en lo probable domina la voluntad. Entonces, el porvenir es para el hombre dominio de la incertidumbre[15].

22. Existe el riesgo de hacer futurología, aplicando métodos cuantitativos a los aspectos cualitativos de la vida social, como si se pudiera revelar el porvenir por computación. Evitaremos el intento de hacer futurología y su consecuencia más dañina, la ingeniería social, si reconocemos que la sociedad no es una cosa susceptible de manipular, ni el porvenir un destino asequible por medio de los dudosos oráculos de una nueva ciencia ficción. Creemos, no obstante, que es injusto confundir el planeamiento con el utopismo; Santo Tomás aclara que, por muy imprevisible que en esencia sea la conducta humana, nada es tan contingente que no tenga en sí una parte de necesidad (S. Th. 1,86,3).
“Un plan de la nación no aparece, pues, como una fórmula mágica, sino como una combinación perfectible de realismo y voluntad”[16].

23. Conociendo ya las limitaciones del conocimiento humano, y evitados los riesgos de la voluntad desbocada, resulta posible encauzar la acción sistemática mediante el planeamiento. En primer lugar, aunque dispongamos de la mejor información y el sistema más sofisticado para procesarla, tendremos que elegir entre opciones posibles. En segundo término, los instrumentos técnicos pueden facilitar dichas decisiones, pero no reemplazar la virtud de la prudencia. De allí los límites de la influencia tecnocrática, tan temida por algunos, puesto que el gobernante siempre tiende a ejercer su derecho a la conducción, y los gobernantes a reclamar su derecho a la participación en la cosa pública.
De manera que, no sólo es posible sino muy útil al bien común la planificación. Pero siempre, respaldando los planes en el consenso de sus protagonistas, quienes deben participar en su elaboración, ejecución y modificación.

24. Un proyecto nacional puede contribuir, en ésta época signada por el fenómeno de la globalización, a compatibilizar la inevitable integración del país con los demás países, y la preservación de la propia identidad cultural[17]. Si se continúa, en cambio, con una persistente improvisación, sin rumbo fijo, desaprovechando oportunidades y despilfarrando los recursos que nos ha entregado generosamente la Providencia, mereceremos lo que advirtió don Ricardo Rojas, hace exactamente un siglo:
"Si el pueblo argentino prefiere una vocación suicida, si abdica de su personalidad e interrumpe su tradición, y deja de ser lo que secularmente ha sido, legará a la historia el nuevo ejemplo de un pueblo que, como otros, fue indigno de sobrevivirse, y al olvidar su pasado renunciará a su propia posteridad"[18].


BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

Díaz Araujo, Enrique; Pithod, Abelardo; Randle, Patricio. “Planeamiento y nación”; Buenos Aires, OIKOS, 1979.

Jouvenel, Bertrand de. “El arte de prever el futuro político”; Madrid, Rialp, 1966.

Moreno, Antonio Federico. “El planeamiento y nuestra Argentina”; Buenos Aires, Corregidor, 1979.

Meneghini, Mario. “El Estado Argentino en el mundo globalizado”; ponencia presentada en las Primeras Jornadas Nacionales de Derecho Natural, San Luis, 14/16-6-2001.

“Proyecto nacional y planeamiento”; 22-9-06, http://bitacorapi.blogia.com

“Bicentenario Argentino”; 17-7-08, http://bitacorapi.blogia.com

“Los valores no negociables y su aplicación en la vida cívica”, http://bitacorapi.blogia.com


ANEXO

ANTECENTES ARGENTINOS SOBRE PROYECTO NACIONAL

Ordenados por fecha de publicación

1) Villegas, Osiris. “Políticas y estrategias para el Desarrollo y la Seguridad Nacional”; Buenos Aires, Pleamar, 1969, 285 págs.

2) Junta de Comandantes en Jefe. “Políticas Nacionales”; Decreto Nº 46/70.

3) Monti, Ángel. “Proyecto Nacional”; Buenos Aires, Paidós, 1972, 293 págs.

4) Perón, Juan Domingo. “Modelo Argentino” (1-5-1974); Buenos Aires, El Cid, 1986, 150 págs.

5) Fundación Argentina Año 2000 - Centros de Estudios Prospectivos. “Proyecto Nacional. Síntesis”; Buenos Aires, 1974, 16 págs.

6) Guevara, Francisco. “Proyecto XXI”; Buenos Aires, Áncora, 1975, 238 págs.

7) Ministerio de Planeamiento de la Nación. “Proyecto Nacional”. Buenos Aires, 1977, 83 págs. (síntesis).

8) Arguindegui, Jorge Hugo. “La nueva República. Pautas para un Proyecto Nacional”; Buenos Aires, 1986, 36 págs.

9) Cirigliano, Gustavo. “Metodología del Proyecto de País”; Buenos Aires, Revista Defensa y Sociedad, Nº 1, Junio de 1988, págs. 14/18.

10) Seineldín, Mohamed Alí. “Bases para un Proyecto Nacional”; Buenos Aires, 1990, 32 págs.

11) Calcagno, Eric Alfredo - Calcagno, Eric. “Argentina: derrumbe neoliberal y proyecto nacional”; Buenos Aires, Le Monde Diplomatique, 2003, 91 págs.


Referencias:

[1] Aguer, Héctor. “Sabiduría para un diálogo en la verdad que cierre heridas”; alocución televisiva, 5-7-08.
[2] Widow, Juan Antonio. “La Revolución Francesa: sus antecedentes intelectuales”; Verbo, Nº 310-311, Marzo-Abril 1991, pág. 13.
[3] Terrera, Guillermo Alfredo. “El ser nacional”; Buenos Aires, Instituto de Ciencias del Hombre, 1974, págs. 41/43. Juan Pablo II: “Existe una soberanía fundamental de la sociedad que se manifiesta en la cultura de la nación”, discurso ante la UNESCO, 2-6-1980.
[4] V. Sánchez Sorondo, Marcelo. “La Argentina no tiene Estado, sólo Gobiernos”; Buenos Aires, Revista Militar Nº 728, 1993, págs. 13/17.
[5] V. Auel, Heriberto. “”La Argentina en sus osguerras”, en AA.VV.: “Geopolítica Tridimensional Argntina”; Buenos Aires, Eudeba, 1999, pág. 16.
[6] Iglesias Grèzes, Daniel. “La acción política de los católicos”; Revista Arbil, nº 119.
[7] Naciones Unidas. “Mapa del Mundo para el Índice de Desarrollo Humano de los diferentes Estados, según el Informe 2007/2008”, fuente: Wikipedia.
[8] “Por consiguiente, en las circunstancias actuales de la sociedad, tanto la constitución y forma de los Estados como el poder que tiene la autoridad pública en todas las naciones del mundo, deben considerarse insuficientes para promover el bien común de los pueblos”; Pacem in Terris, nº 135.
[9] Bidart Campos, Germán. “Doctrina Social de la Iglesia y Derecho Constitucional”; Buenos Aires, EDIAR, 2003, págs. 109/111.
[10] Benedicto XVI. “Caritas in Veritate”: “Hoy, aprendiendo también la lección que proviene de la crisis económica actual, en la que los poderes públicos del Estado se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones, parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder, que han de ser sabiamente reexaminados y revalorizados, de modo que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual, incluso con nuevas modalidades de ejercerlos” (24); “La sabiduría y la prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la desaparición del Estado” (41).
[11] “Para animar cristianamente el orden temporal -en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad- los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política...”; Christifideles Laici, 42.
[12] Sánchez Sorondo, Marcelo. “La clase dirigente y la crisis del régimen”; Buenos Aires, ADSUM, 1941, págs. 37/38.
[13] V.: Monti, Ángel. “Proyecto nacional; razón y diseño”; Buenos Aires, Paidós, 1972, pág. 12. Moreno, Antonio Federico. “El planeamiento y nuestra Argentina”; Buenos Aires, Corregidor, 1978, pág. 47.
[14] En este tema seguimos de cerca el artículo de Marinotti, Héctor Julio: “Prospectiva y planeamiento”; en: www.ucalp.edu.ar.
[15] Imaz, José Luis de. “Nosotros, mañana”; Buenos Aires, Eudeba, 1970: “el futuro es parcialmente controlable”, “el futuro de un pueblo, entendido como proyecto vital colectivo, puede en buena medida ser regulado desde el presente” (pág. 9).
[16] Massé, Pierre. “El Plan o el antiazar”; Barcelona, Labor, 1968, pág. 37.
[17] Juan Pablo II. "Discurso ante la Unesco"; 2-6-1980: "...velen, con todos los medios a su alcance, por esta soberanía fundamental que posee cada nación en virtud de su propio cultura".
Díaz Araujo…op. cit.: “En resumen, todas las prevenciones, todas las objeciones y cautelas que se oponen a un proyecto nacional no pueden descalificar los esfuerzos por hacer explícito lo que somos a fin de buscar lo que debemos ser; lo contrario sería abandonarse al futuro sin prudencia, de la mano de un empirismo más o menos ciego” (pág. 63).
[18] Rojas, Ricardo. "La restauración nacionalista" (1909); Buenos Aires, Peña Lillo Editores; 3ra. edición, 1971, pág. 236.

[*] Ponencia presentada en el II Congreso Nacional de Filosofía Jurídica y Filosofía Política y V Jornadas Nacionales de Derecho Natural, celebrado en San Juan, 3/5 de setiembre de 2009.