martes, 31 de marzo de 2020

¿MALVINAS: GESTA O INCOMPETENCIA?




El título alude a un libro del General Martín Balza, quien, pese a haber combatido en la guerra de Malvinas, y haber ocupado durante una década la Jefatura del Estado Mayor del Ejército Argentino, sostiene que el enfrentamiento fue una decisión equivocada, basada en “análisis y asesoramientos efectuados por incompetentes...” (Balza, 22).

Nos parece necesario volver a ocuparnos del tema [1] con motivo del fallecimiento del General británico Jeremy Moore, comandante de las tropas inglesas en ese conflicto bélico. Moore recordó en una entrevista el miedo que sintió el 14 de junio de 1982, de que la Argentina no firmara la rendición, y que, por eso, le permitió al Gobernador argentino, General Menéndez, tachar la palabra incondicional, antes de firmar [2]. Manifestó que: “Era muy consciente de que los argentinos son un pueblo orgulloso y que el honor militar tiene mucha importancia para ellos, por lo que temía que ese término hiciera que se rehusaran a firmar el documento”. La preocupación de Moore se fundaba en que el Alte. Woodward, jefe de la flota, le había dicho que si no llegaba a Puerto Argentino para el día 14, lo iban a sacar de la isla; por eso, fue a conversar con Menéndez “como quien va a jugar al póker con una mano pobre de naipes” (La Prensa, 1-4-86).


Conociendo estos detalles, resulta difícil aceptar que algunos argentinos descalifiquen tajantemente el hecho en sí de haber aceptado la guerra. El ex presidente Alfonsín, sostiene que fue una aventura incalificable (1-2-83); mientras el también ex presidente Menem alude a un conflicto que nunca debió haber ocurrido y que lamentamos profundamente (24-10-98). Por su parte, el ex diputado Mario Cafiero alega que hubo una emboscada perpetrada por las dos potencias de la OTAN, con el objetivo de legalizar la entrega del patrimonio y la extranjerización de la economía argentina (2-4-07).

Militares patriotas comparten la idea de que Argentina fue inducida a entrar en la guerra, aunque se reconoce que esta tesis se deduce únicamente por análisis lógico, y no se puede demostrar porque no existen documentos y mucho menos testigos de los hechos [3]. En realidad, la documentación es abundante, comenzando con el Informe Franks, elaborado por disposición del Parlamento británico, al finalizar la guerra. Esa documentación permite reconstruir lo sucedido, y es una obligación moral hacerlo, con la mayor objetividad posible. Se así se lo hace, podemos verificar que, como en toda acción humana, hubo errores, pero no una incompetencia generalizada, y también nos deja la certidumbre de que la guerra no fue buscada, de que la incomprensión, la soberbia, la tozudez del enemigo nos arrastraron a ella; de que la Argentina la necesitaba para redescubrirse en esta heroica gesta, continuación de la hazaña sanmartiniana... [4].

Decisión
La decisión de combatir no fue irracional, se adoptó pues la Argentina fue agredida, como lo reconoció la Cámara Federal que juzgó a los jefes militares. La Argentina negoció de buena fe, con paciencia, durante muchos años en el marco de las Naciones Unidas, y la única ocasión de solucionar el conflicto se dio en junio de 1974, cuando el gobierno laborista inglés efectuó una propuesta de condominio, que había sido aceptada por el presidente Perón; al fallecer éste quedó trunca esa opción, y todos los esfuerzos posteriores se estrellaron con la intransigencia británica. Por eso, cuando se produjo el incidente de las Georgias, la Argentina se vio obligada a ejercer el derecho a la legítima defensa, previsto en la Carta de las Naciones Unidas (Art. 51) en caso de ataque armado.

En el fallo de la Cámara Federal, en noviembre de 1988, se afirma: La necesidad política de responder a las agresiones que afectan la subsistencia del Estado, pasa por el imperioso deber de asegurar la respuesta al avance del enemigo. La misma representante permanente de EEUU en las Naciones Unidas, Jane Kirkpatrick declaró ante la televisión: Yo no creo que a la Argentina, dado el hecho de su permanente reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas, se le pueda decir que por ocuparlas estaba cometiendo agresión[5]. Tengamos en cuenta que recién el 30-3-82, ante el ataque inminente, el gobierno argentino fijó el 2 de abril como Día D; mientras que para los ingleses la guerra comenzó antes.

En efecto, el Alte. Woodward, cuenta en sus Memorias: Mi guerra había durado exactamente cien días...desde que dije adiós...en el puerto de Gibraltar la noche del 26 de marzo[6]. Dada la situación planteada, la única forma de evitar la guerra hubiera sido el sometimiento completo ante Inglaterra. Por eso, el Dr. Alberto Caturelli, demuestra que en Malvinas la Argentina ha reunido y puede invocar todos los títulos legítimos de una guerra justa [7].

Consecuencias
No es exacto que la guerra haya perjudicado los derechos argentinos a reclamar la soberanía sobre Malvinas. La mejor evidencia es que la Asamblea General de las Naciones Unidas, sancionó, desde el fin de la guerra, siete resoluciones favorables a la Argentina, siendo la primera de ellas, la Nº 37/9 de noviembre de 1982, aprobada con el voto de Estados Unidos, inclusive. En la misma se reitera que la situación colonial en las Malvinas es incompatible con los ideales de las NU. También el informe Kershaw, elaborado por iniciativa del Parlamento británico reconoce que el peso de la evidencia es más favorable al título argentino. Asimismo, el informe advierte que el conflicto continuará hasta que se logre un acuerdo negociado de la disputa con la República Argentina.

De manera que el debilitamiento de la posición argentina no es consecuencia de la guerra, sino de una actitud política y cultural de una parte considerable de la dirigencia argentina, que no ha vacilado, incluso, en efectuar propuestas de solución incompatibles con la Constitución Nacional. Recordemos que en la reforma de 1994, la ley fundamental, en su Primera Disposición Transitoria, ratifica para la Argentina su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas, y que la recuperación de las mismas es un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

La verdadera rendición incondicional, como la calificó el profesor Baquero Lazcano, se concretó en dos tratados celebrados con Gran Bretaña: el de Madrid (febrero de 1990) y el de Nueva York (setiembre de 1995). Ninguno de ellos fue aprobado por el Congreso, mediante el ardid de denominarlos Declaraciones, pese a que contienen todos los elementos de un tratado, y en ellos se efectuaron concesiones inconcebibles.

En el tratado de Madrid, se incluyó un mapa de la Zona de Conservación Pesquera, de 150 millas en torno de las islas, fijada unilateralmente por Gran Bretaña, donde aparece un segmento recortado que fija de hecho una delimitación marítima entre Estados colindantes. Esta línea media fue utilizada en el tratado de Nueva York para indicar las dos áreas especiales creadas para la explotación de hidrocarburos, mereciendo entonces la crítica de los especialistas [8] pues configura un stopell -reconocimiento indirecto de derechos.

Considerando que la menor distancia entre el continente y las islas, se mide por la línea imaginaria que une la isla Bird (Gran Malvina) y la isla de los Estados, con una longitud de 186 millas, la línea media equidistante tiene las coordenadas: 52º 30’ S y 63º 19’ 25” O hasta 53º 68’ S y 60 º O, que son las que figuran en el trata
Gran Bretaña acaba de iniciar otra maniobra al anunciar que se apresta a registrar un reclamo ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas, para extender su plataforma continental alrededor de las Malvinas y las Georgias, de 200 millas a 350 millas (Clarín, 23-9-07). Por cierto que la Argentina también prepara su reclamo sobre el límite exterior de nuestra plataforma continental, que incluye a las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, presentación que deberá realizar antes de mayo del 2009.

Mientras se mantiene congelado el reclamo argentino por la soberanía de las islas, el gobierno de Malvinas alienta las perforaciones para estudios sísmicos y electromagnéticos en busca del petróleo que hoy resulta rentable extraer pues se cotiza a 80 dólares el barril. Cuatro empresas radicadas en Londres, con accionistas isleños, trabajan en la zona: Rockhopper LTD, Argos, Desire Petroleum y Flakland Oil and Gas. De modo que, el error diplomático de haber incurrido en un stopell, al suscribir los tratados mencionados, puede ser utilizado por Gran Bretaña en su pretensión de mantener a Malvinas bajo su dominio, directo o indirecto, como ocurriría si se constituyera un nuevo Estado asociado a la actual metrópoli.

Actitudes concesivas
Un diplomático, Ortiz de Rozas, que fue embajador en Londres antes de la guerra, sostiene que ella se podría haber evitado, pues el gobierno británico estaba dispuesto a proponer un acuerdo de retroarriendo (leasback) consistente en transferir la soberanía, sujeta a una condición suspensiva por un período de tiempo de administración inglesa, que él estima en 40 o 50 años a lo sumo (La Nación, 1-4-06). Es claro que en ese período, se agotarían los recursos naturales -petróleo, gas, algas, pesca y diamantes- que se sabe que existen en la zona en disputa.

La mentalidad concesiva de diplomáticos que actúan sin referencia a una política exterior destinada a defender el interés nacional, es la tónica general que caracteriza a nuestra Cancillería, desde hace muchos años. De allí surge también el convencimiento de que se debió aceptar alguna de las propuestas de solución para evitar la guerra, como la del Gral. Haig, Secretario de Estado norteamericano, conocida como de tres banderas. Este general no fue un mediador imparcial; la embajadora Kirkpatrick señaló que es un británico disfrazado de americano. El senador Helms, consiguió que el presidente Reagan le pidiera la renuncia, al hacerle llegar el texto de contrapropuestas argentinas que Haig había ocultado.

La propuesta era inaceptable pues significaba para la Argentina dejar de lado todo lo resuelto en Naciones Unidas, que encuadró al caso Malvinas en el Cap. XI de la Carta de ese organismo, relativo a la descolonización. Se pretendía que nuestro país aceptara voluntariamente ser incluido en el sistema de fideicomiso, contemplado en el Cap. XII de la Carta. A su vez, la propuesta del presidente de Perú, Belaunde Terry, era una variante preparada por el mismo Haig en una nueva misión encubierta, como expresó Kirkpatrick.

Un ejemplo poco conocido de la misma actitud concesiva o timorata en la defensa del interés nacional, el de la provincialización del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Por Ley 23.775 se constituyó la nueva provincia, con igual territorio, pero ampliado pues se dispuso que abarcara toda la superficie marítima en torno a las islas. La ley fue sancionada en abril de 1990, con 91 votos en contra, de legisladores radicales -como el ex Canciller Caputo) que advirtieron sobre los perjuicios diplomáticos que derivarían de haber incluido a las Malvinas. El diputado Vanossi consideró que era un arrebato legítimo pero erróneo: No queremos discutir una provincia conjetural (La Nación, 27-4-90). El presidente Menem, con la firma de su Canciller, Cavallo -Decreto 905/90- vetó el Art. l de la ley, que fijaba la jurisdicción, con el argumento de haberse incluido por error las islas Lawrence y Cole que pertenecen a Chile. El mismo día, 10-5, envió al Congreso un proyecto de modificación, excluyendo a las Malvinas y toda superficie marítima.

Posteriormente (7-2-91), la Cámara de Diputados dio media sanción a otro proyecto del Poder Ejecutivo que incluía, ahora sí, a las Malvinas en la nueva provincia, pero con una particularidad insólita. Establecía un ámbito político al que pertenecerían las islas Grande, Estados, Año Nuevo, y simultáneamente, el gobernador sería Delegado Federal con respecto al sector antártico, Malvinas, Georgias y Sandwich. Afortunadamente, este engendro jurídico no prosperó, pero, como en el ínterin se sancionó la Constitución de Tierra del Fuego, el Art. 2 de la misma tuvo que declarar que la provincia tendrá los límites que por derecho le correspondan... Es decir, que, como nunca se modificó el Art. l de la ley de creación, la provincia de Tierra del Fuego, carece de territorio definido.

Situación actual
El mayor riesgo es que Gran Bretaña convierta a las Malvinas en un Estado independiente incorporado al Commonwealth, puesto que es una tendencia muy marcada. Advierte el senador Terragno que los pocos casos que están sometidos al Comité de Descolonización de la NU, no van a terminar ni en el mantenimiento de las colonias ni en independencias verdaderas. Van a terminar en mini Estados que le confían la defensa a la antigua metrópoli o a una potencia regional. Son países con sponsors (Clarín, Zona, 1-4-07).

Y es un error creer que las Malvinas no se pueden independizar por su dimensión. Comparemos con los siguientes Estados reconocidos por las NU: República de Palau, 458 km2; República de Túvalu, 26 km2; República de Nauru, 21 km2. Malvinas tiene una superficie de 12.l73 km2, y una renta per capita de US$ 52.781, superior a la de Argentina y de Gran Bretaña. La posiblidad mencionada ya fue expuesta por Richard Davies, miembro del Consejo Legislativo de las islas, en el seno del Comité de Descolonización, en la reunión de 2006. Andrés Cisneros, ex vicecanciller estima que los malvinenses empujan la idea de la independencia con el aval del Foreign Office porque saben que en la ONU hay un clima a favor de llegar a algún tipo de arreglo (La Nación, 22-10-06).

Un procedimiento que recomiendan los expertos es solicitar a la Corte Internacional de Justicia una opinión consultiva sobre la obligación del Reino Unido de negociar la controversia por la soberanía, cumpliendo la reiterada exhortación efectuada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Teniendo en cuenta los errores cometidos y la tradicional habilidad diplomática inglesa, que acaba de dar un nuevo paso, al anunciar la extensión de la superficie marítima pretendida, sería insensato permanecer inactivos en este tema fundamental para la recuperación de nuestra soberanía plena.

Para concluir, recordamos una reflexión poética de la Sra. de Giachino, madre del primer caído en la recuperación de las islas: La Guerra de las Malvinas tan discutida, tan amada, tan vapuleada, tan elevada, tan cruel, tan santa, tan triste, tan dulce, es el exponente histórico más acabado de cómo la justicia de la causa puede transformar a los hombres. Hacer de casi niños, verdaderos varones. De cobardes, valientes, y de valientes, héroes y de héroes, mártires. Cómo la justicia de la causa basta para asombrar al mundo, para mover flotas invencibles, para suscitar odios y venganzas, para descubrir traidores [9].


Córdoba, setiembre 26 de 2007.-

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[1] Publicamos en Bitacorapi: “Malvinas, causas y consecuencias de la guerra”, 30-4-06.
[2] La Mañana de Córdoba, 18-9-07.
[3] Patria Argentina, mayo de 2007, p. 5.
[4] Giachino, María Delicia Rearte de. En Prólogo a: Seineldín, Mohamed Alí. “Malvinas, un sentimiento”; Buenos Aires, Sudamericana, 1999, pág. 10.
[5] Oliveri López, Angel. “Malvinas, la clave del enigma”; Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992, pág. 179.
[6] Díaz Araujo, Enrique. “Malvinas, 1982 lo que no fue”; Mendoza, Ediciones El Testigo, 2001, pág. 25.
[7] Caturelli, Alberto. “Recuperación de las Malvinas Argentinas, noción de guerra justa”; Buenos Aires, Secretaría General del Ejército, 1982, 15 págs.
[8] Rizzo Romano, Alfredo. Revista Línea, marzo de 1990, pág. 37.
[9] Giachino, op. cit., págs. 9/10.

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Fuentes
-Balza, Martín. “Malvinas, gesta e incompetencia”; Buenos Aires, Atlántida, 2003, 318 pags.
-Ceron, Sergio. “Malvinas: gesta heroica o derrota vergonzosa?”; Sudamericana, 1984, 344 pags.
-Costa Méndez, Nicanor. “Malvinas: esta es la historia”; Sudamericana, 1993, 334 pags.
-Díaz Araujo. Enrique. “Malvinas, 1982. Lo que no fue”; Mendoza, Ediciones El Testigo, 2001, 73 pags.
-Franks, Honorable Lord. “El servicio secreto británico y la guerra de las Malvinas”; Mar Dulce, 1985, 157 pags.
-Gamba, Virginia. “Estrategia: intervención y crisis”; Sudamericana, 1985, 278 pags.
-Lanus, Archibaldo. “De Chapultepec al Beagle”; Hyspamérica, T. II, 1986, pag. 202.
-Oliveri López, Angel M. “Malvinas, la clave del enigma”; Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992, 256 pags.
-Pinto, Mónica. “Islas Malvinas/Falkland, Georgias y Sandwich del Sur: algunas consideraciones relativas a los hidrocarburos”; en: Boron-Fandez (comp.). “Malvinas hoy: herencia de un conflicto”; Puntosur, 1989, pag. 138.
-Rizzo Romano, Alfredo. Revista Línea, marzo/1990, pag. 37.





miércoles, 25 de marzo de 2020

DEFENSA DE LA VIDA



25 de marzo: triple celebración


En la fecha coinciden tres hechos importantes: la Anunciación del Señor, el Día del Niño por Nacer (Decreto 1406/98), y los 25 años de la encíclica de Juan Pablo II Evangelium Vitae. Como acaba de expresar Mons. Aguer: “La fecha «redonda» invita a retomar ese texto fundamental, más que oportuno sobre todo en la circunstancia crucial que enfrenta la Argentina” (Infocatólica, 11-3-20).

En efecto, la posibilidad de que el Congreso sancione la legalización del aborto, nos debe impulsar a los creyentes a incrementar las acciones destinadas a esclarecer el tema en discusión y a defender la vida, en todos los ámbitos.

La encíclica mencionada desarrolla –en 4 capítulos y 105 párrafos-, el valor y el carácter inviolable de la vida humana. La dignidad de la vida puede ser conocida por la razón humana en sus aspectos esenciales. Reiterando lo que afirmó la Declaración sobre el aborto provocado de 1974, la encíclica confirma que está científicamente demostrado que «con la fecundación se inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar». Y, citando también la instrucción de la Congregación para la doctrina de la fe, de 1987, recuerda que las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿cómo un individuo humano podría no ser persona humana?

Stefano Fontana, director del Observatorio Van Thuan, destaca que Evangelium vitae amplió el alcance de la Doctrina Social católica, al establecer  una fuerte relación entre ella y la bioética. Un punto de encuentro es la doctrina de los principios no negociables; el Papa Benedicto XVI los expresó en forma detallada, siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe -en la Nota Doctrinal referida a la política-, y los resumió, después, en la Encíclica Sacramentum Caritatis (p. 83). El primero de ellos es:

-  el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural.

Fontana también alerta sobre la  estrategia incorrecta con que se defiende la vida, desde el catolicismo y por las mismas autoridades eclesiásticas. Se hace hincapié en los aspectos correctos de una ley injusta, se pide que reconozca la objeción de conciencia, y no se impulsa a los fieles a  movilizarse para derogarla.

 (V. Observatorio Van Thuan, N.1066 Boletín | 02/14/2020)


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Decreto 1406/98

Declárase el día 25 de marzo de cada año como "Día del Niño por Nacer"
Bs. As., 7/12/98
B.O.: 10/12/98

VISTO el artículo 75, incisos 22 y 23, de la Constitución Nacional, y

CONSIDERANDO:
Que se estima conveniente que el Día del Niño por Nacer se celebre el 25 de marzo de cada año, fecha en que la Cristiandad celebra la Anunciación a la Virgen María, en virtud de que el nacimiento más celebrado en el mundo por cristianos y no cristianos es el del Niño Jesús cuyo momento de concepción coincide con dicha fecha.
Que también en ese día se conmemora el Aniversario de la Encíclica Evangelium Vitae, que el Papa Juan Pablo II ha destinado a todos los hombres de buena voluntad.
Que el presente acto se dicta en ejercicio de las facultades conferidas por el artículo 99, inciso 1, de la Constitución Nacional.
Por ello,

EL PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA
DECRETA:

Artículo 1° - Declárase el día 25 de marzo de cada año como "Día del Niño por Nacer".
Art. 2° - Encomiéndase al señor Secretario de Culto de la Presidencia de la Nación, al señor Embajador de la República ante la Santa Sede y al señor Asesor Presidencial para la Protección de los Derechos de la Persona por Nacer, la organización de los eventos destinados a la difusión y celebración del "Día del Niño por Nacer" el próximo 25 de marzo de 1999.
Art. 3° - Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese. - MENEM. - Guido Di Tella.


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CARTA ENCÍCLICA EVANGELIUM VITAE

Textos seleccionados


*Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política. (2)

*(en la actualidad) se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, (…) amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias. (4)
El hecho de que las legislaciones de muchos países, alejándose tal vez de los mismos principios fundamentales de sus Constituciones, hayan consentido no penar o incluso reconocer la plena legitimidad de estas prácticas contra la vida es, al mismo tiempo, un síntoma preocupante y causa no marginal de un grave deterioro moral. Opciones, antes consideradas unánimemente como delictivas y rechazadas por el común sentido moral, llegan a ser poco a poco socialmente respetables.

*Para facilitar la difusión del aborto, se han invertido y se siguen invirtiendo ingentes sumas destinadas a la obtención de productos farmacéuticos, que hacen posible la muerte del feto en el seno materno, sin necesidad de recurrir a la ayuda del médico.
Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción.
Es cierto que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino « no matarás ». (13)

*También las distintas técnicas de reproducción artificial, que parecerían puestas al servicio de la vida y que son practicadas no pocas veces con esta intención, en realidad dan pie a nuevos atentados contra la vida. Más allá del hecho de que son moralmente inaceptables desde el momento en que separan la procreación del contexto integralmente humano del acto conyugal, 14 estas técnicas registran altos porcentajes de fracaso. Este afecta no tanto a la fecundación como al desarrollo posterior del embrión, expuesto al riesgo de muerte por lo general en brevísimo tiempo. Además, se producen con frecuencia embriones en número superior al necesario para su implantación en el seno de la mujer, y estos así llamados « embriones supernumerarios » son posteriormente suprimidos o utilizados para investigaciones que, bajo el pretexto del progreso científico o médico, reducen en realidad la vida humana a simple « material biológico » del que se puede disponer libremente.

Siguiendo esta misma lógica, se ha llegado a negar los cuidados ordinarios más elementales, y hasta la alimentación, a niños nacidos con graves deficiencias o enfermedades. Además, el panorama actual resulta aún más desconcertante debido a las propuestas, hechas en varios lugares, de legitimar, en la misma línea del derecho al aborto, incluso el infanticidio, retornando así a una época de barbarie que se creía superada para siempre. (14)

* Amenazas no menos graves afectan también a los enfermos incurables y a los terminales, en un contexto social y cultural que, haciendo más difícil afrontar y soportar el sufrimiento, agudiza la tentación de resolver el problema del sufrimiento eliminándolo en su raíz, anticipando la muerte al momento considerado como más oportuno.
Encontramos una trágica expresión de todo esto en la difusión de la eutanasia, encubierta y subrepticia, practicada abiertamente o incluso legalizada. Esta, más que por una presunta piedad ante el dolor del paciente, es justificada a veces por razones utilitarias, de cara a evitar gastos innecesarios demasiado costosos para la sociedad. Se propone así la eliminación de los recién nacidos malformados, de los minusválidos graves, de los impedidos, de los ancianos, sobre todo si no son autosuficientes, y de los enfermos terminales. No nos es lícito callar ante otras formas más engañosas, pero no menos graves o reales, de eutanasia. Estas podrían producirse cuando, por ejemplo, para aumentar la disponibilidad de órganos para trasplante, se procede a la extracción de los órganos sin respetar los criterios objetivos y adecuados que certifican la muerte del donante. (15)

*Otro fenómeno actual, en el que confluyen frecuentemente amenazas y atentados contra la vida, es el demográfico.
La anticoncepción, la esterilización y el aborto están ciertamente entre las causas que contribuyen a crear situaciones de fuerte descenso de la natalidad. Puede ser fácil la tentación de recurrir también a los mismos métodos y atentados contra la vida en las situaciones de « explosión demográfica ».
El antiguo Faraón, viendo como una pesadilla la presencia y aumento de los hijos de Israel, los sometió a toda forma de opresión y ordenó que fueran asesinados todos los recién nacidos varones de las mujeres hebreas (cf. Ex 1, 7-22). Del mismo modo se comportan hoy no pocos poderosos de la tierra. Estos consideran también como una pesadilla el crecimiento demográfico actual y temen que los pueblos más prolíficos y más pobres representen una amenaza para el bienestar y la tranquilidad de sus Países. Por consiguiente, antes que querer afrontar y resolver estos graves problemas respetando la dignidad de las personas y de las familias, y el derecho inviolable de todo hombre a la vida, prefieren promover e imponer por cualquier medio una masiva planificación de los nacimientos. Las mismas ayudas económicas, que estarían dispuestos a dar, se condicionan injustamente a la aceptación de una política antinatalista. (16)

*La humanidad de hoy nos ofrece un espectáculo verdaderamente alarmante (…) Más allá de las intenciones, que pueden ser diversas y presentar tal vez aspectos convincentes incluso en nombre de la solidaridad, estamos en realidad ante una objetiva « conjura contra la vida », que ve implicadas incluso a Instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la anticoncepción, la esterilización y el aborto. (17)

*El panorama descrito debe considerarse atendiendo no sólo a los fenómenos de muerte que lo caracterizan, sino también a las múltiples causas que lo determinan.
Está también en el plano cultural, social y político, donde presenta su aspecto más subversivo e inquietante en la tendencia, cada vez más frecuente, a interpretar estos delitos contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, que deben reconocerse y ser protegidas como verdaderos y propios derechos.
De este modo se produce un cambio de trágicas consecuencias en el largo proceso histórico, que después de descubrir la idea de los « derechos humanos » —como derechos inherentes a cada persona y previos a toda Constitución y legislación de los Estados— incurre hoy en una sorprendente contradicción: justo en una época en la que se proclaman solemnemente los derechos inviolables de la persona y se afirma públicamente el valor de la vida, el derecho mismo a la vida queda prácticamente negado y conculcado, en particular en los momentos más emblemáticos de la existencia, como son el nacimiento y la muerte. (18)

*A otro nivel, el origen de la contradicción entre la solemne afirmación de los derechos del hombre y su trágica negación en la práctica, está en un concepto de libertad que exalta de modo absoluto al individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena acogida y al servicio del otro. Si es cierto que, a veces, la eliminación de la vida naciente o terminal se enmascara también bajo una forma malentendida de altruismo y piedad humana, no se puede negar que semejante cultura de muerte, en su conjunto, manifiesta una visión de la libertad muy individualista, que acaba por ser la libertad de los « más fuertes » contra los débiles destinados a sucumbir.
Hay un aspecto aún más profundo que acentuar: la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad. Cada vez que la libertad, queriendo emanciparse de cualquier tradición y autoridad, se cierra a las evidencias primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de la vida personal y social, la persona acaba por asumir como única e indiscutible referencia para sus propias decisiones no ya la verdad sobre el bien o el mal, sino sólo su opinión subjetiva y mudable o, incluso, su interés egoísta y su capricho. (19)

*Con esta concepción de la libertad, la convivencia social se deteriora profundamente.
Es lo que de hecho sucede también en el ámbito más propiamente político o estatal: el derecho originario e inalienable a la vida se pone en discusión o se niega sobre la base de un voto parlamentario o de la voluntad de una parte —aunque sea mayoritaria— de la población. Es el resultado nefasto de un relativismo que predomina incontrovertible: el « derecho » deja de ser tal porque no está ya fundamentado sólidamente en la inviolable dignidad de la persona, sino que queda sometido a la voluntad del más fuerte. De este modo la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de totalitarismo fundamental. El Estado deja de ser la « casa común » donde todos pueden vivir según los principios de igualdad fundamental, y se transforma en Estado tirano, que presume de poder disponer de la vida de los más débiles e indefensos, desde el niño aún no nacido hasta el anciano, en nombre de una utilidad pública que no es otra cosa, en realidad, que el interés de algunos. Parece que todo acontece en el más firme respeto de la legalidad, al menos cuando las leyes que permiten el aborto o la eutanasia son votadas según las, así llamadas, reglas democráticas. Pero en realidad estamos sólo ante una trágica apariencia de legalidad, donde el ideal democrático, que es verdaderamente tal cuando reconoce y tutela la dignidad de toda persona humana, es traicionado en sus mismas bases (20)

*El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que proliferan el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo. Se manifiesta también aquí la perenne validez de lo que escribió el Apóstol: « Como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene » (Rm 1, 28). Así, los valores del ser son sustituidos por los del tener. El único fin que cuenta es la consecución del propio bienestar material. La llamada « calidad de vida » se interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones más profundas —relacionales, espirituales y religiosas— de la existencia.
La procreación se convierte entonces en el « enemigo » a evitar en la práctica de la sexualidad. Cuando se acepta, es sólo porque manifiesta el propio deseo, o incluso la propia voluntad, de tener un hijo « a toda costa », y no, en cambio, por expresar la total acogida del otro y, por tanto, la apertura a la riqueza de vida de la que el hijo es portador. (23)

*Algunos intentan justificar el aborto sosteniendo que el fruto de la concepción, al menos hasta un cierto número de días, no puede ser todavía considerado una vida humana personal. En realidad, « desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre... la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar ». Aunque la presencia de un alma espiritual no puede deducirse de la observación de ningún dato experimental, las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen « una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿cómo un individuo humano podría no ser persona humana? ».
(CDF, Donun vitae, 1987) (60)

*(El Código de Derecho Canónico) sanciona que « quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae », es decir, automática (can. 1450) La excomunión afecta a todos los que cometen este delito conociendo la pena, incluidos también aquellos cómplices sin cuya cooperación el delito no se hubiera producido.  
Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos (…) declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente.  (62)

*La misma condena moral concierne también al procedimiento que utiliza los embriones y fetos humanos todavía vivos —a veces « producidos » expresamente para este fin mediante la fecundación in vitro— sea como « material biológico » para ser utilizado, sea como abastecedores de órganos o tejidos para trasplantar en el tratamiento de algunas enfermedades. En verdad, la eliminación de criaturas humanas inocentes, aun cuando beneficie a otras, constituye un acto absolutamente inaceptable. (63)

*En el otro extremo de la existencia, el hombre se encuentra ante el misterio de la muerte. Hoy, debido a los progresos de la medicina y en un contexto cultural con frecuencia cerrado a la trascendencia, la experiencia de la muerte se presenta con algunas características nuevas. En efecto, cuando prevalece la tendencia a apreciar la vida sólo en la medida en que da placer y bienestar, el sufrimiento aparece como una amenaza insoportable, de la que es preciso librarse a toda costa. La muerte, considerada « absurda » cuando interrumpe por sorpresa una vida todavía abierta a un futuro rico de posibles experiencias interesantes, se convierte por el contrario en una « liberación reivindicada » cuando se considera que la existencia carece ya de sentido por estar sumergida en el dolor e inexorablemente condenada a un sufrimiento posterior más agudo. (64)

*Por eutanasia en sentido verdadero y propio se debe entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. « La eutanasia se sitúa, pues, en el nivel de las intenciones o de los métodos usados ».
De ella debe distinguirse la decisión de renunciar al llamado « ensañamiento terapéutico », o sea, ciertas intervenciones médicas ya no adecuadas a la situación real del enfermo, por ser desproporcionadas a los resultados que se podrían esperar o, bien, por ser demasiado gravosas para él o su familia.
En estas situaciones, cuando la muerte se prevé inminente e inevitable, se puede en conciencia « renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al enfermo en casos similares ».

La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; expresa más bien la aceptación de la condición humana ante la muerte. (nunca privar de alimentación e hidratación)
En este contexto aparece, entre otros, el problema de la licitud del recurso a los diversos tipos de analgésicos y sedantes para aliviar el dolor del enfermo, cuando esto comporta el riesgo de acortarle la vida.
Ya Pío XII afirmó que es lícito suprimir el dolor por medio de narcóticos, a pesar de tener como consecuencia limitar la conciencia y abreviar la vida, « si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales ». Sin embargo, « no es lícito privar al moribundo de la conciencia propia sin grave motivo

Hechas estas distinciones, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio. (65)

*Las opiniones más radicales llegan a sostener que, en una sociedad moderna y pluralista, se debería reconocer a cada persona una plena autonomía para disponer de su propia vida y de la vida de quien aún no ha nacido. En efecto, no correspondería a la ley elegir entre las diversas opciones morales y, menos aún, pretender imponer una opción particular en detrimento de las demás. (68)

*La raíz común de todas estas tendencias es el relativismo ético que caracteriza muchos aspectos de la cultura contemporánea. No falta quien considera este relativismo como una condición de la democracia, ya que sólo él garantizaría la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría, mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia.
En realidad, la democracia no puede mitificarse convirtiéndola en un sustitutivo de la moralidad o en una panacea de la inmoralidad. Fundamentalmente, es un « ordenamiento » y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter « moral » no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano, debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve. Si hoy se percibe un consenso casi universal sobre el valor de la democracia, esto se considera un positivo « signo de los tiempos », como también el Magisterio de la Iglesia ha puesto de relieve varias veces.  Pero el valor de la democracia se mantiene o cae con los valores que encarna y promueve: fundamentales e imprescindibles son ciertamente la dignidad de cada persona humana, el respeto de sus derechos inviolables e inalienables, así como considerar el « bien común » como fin y criterio regulador de la vida política.

En la base de estos valores no pueden estar provisionales y volubles « mayorías » de opinión, sino sólo el reconocimiento de una ley moral objetiva que, en cuanto « ley natural » inscrita en el corazón del hombre, es punto de referencia normativa de la misma ley civil. Si, por una trágica ofuscación de la conciencia colectiva, el escepticismo llegara a poner en duda hasta los principios fundamentales de la ley moral, el mismo ordenamiento democrático se tambalearía en sus fundamentos, reduciéndose a un puro mecanismo de regulación empírica de intereses diversos y contrapuestos.

Alguien podría pensar que semejante función, a falta de algo mejor, es también válida para los fines de la paz social. Aun reconociendo un cierto aspecto de verdad en esta valoración, es difícil no ver cómo, sin una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable, tanto más que la paz no fundamentada sobre los valores de la dignidad humana y de la solidaridad entre todos los hombres, es a menudo ilusoria. En efecto, en los mismos regímenes participativos la regulación de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso. En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía. (70)

*Así pues, el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia. Desde los orígenes de la Iglesia, la predicación apostólica inculcó a los cristianos el deber de obedecer a las autoridades públicas legítimamente constituidas (cf. Rm 13, 1-7, 1 P 2, 13-14), pero al mismo tiempo enseñó firmemente que « hay que obedecer a Dios antes que a los hombres » (Hch 5, 29).
Es precisamente de la obediencia a Dios —a quien sólo se debe aquel temor que es reconocimiento de su absoluta soberanía— de donde nacen la fuerza y el valor para resistir a las leyes injustas de los hombres.
En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, « ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto ».

Un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación.
En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos. (73)

*En virtud de la participación en la misión real de Cristo, el apoyo y la promoción de la vida humana deben realizarse mediante el servicio de la caridad, que se manifiesta en el testimonio personal, en las diversas formas de voluntariado, en la animación social y en el compromiso político. (67)

* La Iglesia sabe que, en el contexto de las democracias pluralistas, es difícil realizar una eficaz defensa legal de la vida por la presencia de fuertes corrientes culturales de diversa orientación. Sin embargo, movida por la certeza de que la verdad moral encuentra un eco en la intimidad de cada conciencia, anima a los políticos, comenzando por los cristianos, a no resignarse y a adoptar aquellas decisiones que, teniendo en cuenta las posibilidades concretas, lleven a restablecer un orden justo en la afirmación y promoción del valor de la vida. (90)

*La solidaridad, entendida como « determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común », requiere también ser llevada a cabo mediante formas de participación social y política. En consecuencia, servir el Evangelio de la vida supone que las familias, participando especialmente en asociaciones familiares, trabajen para que las leyes e instituciones del Estado no violen de ningún modo el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, sino que la defiendan y promuevan. (93)

*Se debe comenzar por la renovación de la cultura de la vida dentro de las mismas comunidades cristianas. Muy a menudo los creyentes, incluso quienes participan activamente en la vida eclesial, caen en una especie de separación entre la fe cristiana y sus exigencias éticas con respecto a la vida, llegando así al subjetivismo moral y a ciertos comportamientos inaceptables. (95)

*El primer paso fundamental para realizar este cambio cultural consiste en la formación de la conciencia moral sobre el valor inconmensurable e inviolable de toda vida humana. Es de suma importancia redescubrir el nexo inseparable entre vida y libertad. Son bienes inseparables: donde se viola uno, el otro acaba también por ser violado. (96)

*A la formación de la conciencia está vinculada estrechamente la labor educativa, que ayuda al hombre a ser cada vez más hombre, lo introduce siempre más profundamente en la verdad, lo orienta hacia un respeto creciente por la vida, lo forma en las justas relaciones entre las personas. (97)

*También los intelectuales pueden hacer mucho en la construcción de una nueva cultura de la vida humana. Una tarea particular corresponde a los intelectuales católicos, llamados a estar presentes activamente en los círculos privilegiados de elaboración cultural, en el mundo de la escuela y de la universidad, en los ambientes de investigación científica y técnica, en los puntos de creación artística y de la reflexión humanística. (98)



 Texto completo de la encíclica, en:




martes, 3 de marzo de 2020

DEMOCRACIA Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN


No parecieran ser aspectos respetados por el gobierno nacional, según las noticias de la fecha (La Nación, 3-3-2020).

En efecto, confiado en tener los votos suficientes en ambas cámaras para aprobar el proyecto de legalización del aborto, el Gobierno apuesta a un trámite exprés y a que sus legisladores respalden en bloque la iniciativa a pesar de las diferencias internas que ya salieron a la  superficie.

La semana próxima se enviaría el proyecto al Congreso, y se pretende que  el trámite no demande más de dos semanas, puesto que el debate ya se dio en el 2018. 

El que vota en contra vota en contra del Presidente; pero ocurre que  nada menos que el jefe del bloque oficialista en el Senado, José Mayans, adelantó que votará en contra: "Si se aprueba, el Estado está autorizando a matar a una persona".

Como el presidente ha sostenido que toda sociedad necesita respetar la decisión individual de sus miembros a disponer libremente de sus cuerpos, se considera que en el proyecto no estaría contemplada -entre otras cosas- la objeción de conciencia para las clínicas privadas.

La advertencia que circuló en los pasillos fue contundente: el que no esté de acuerdo, que se ausente, pero no habrá perdón para quien rechace la iniciativa. En clara alusión al senador Mayans: esa semana será un buena oportunidad para que viaje.

domingo, 1 de marzo de 2020

CENTRO DE ESTUDIOS CÍVICOS



Al cumplirse 39 años de la fundación del Centro de Estudios Cívicos, manifestamos el agradecimiento a quienes han apoyado nuestra actividad, destinada al estudio y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, procurando su aplicación efectiva en la sociedad.



1981 – 5 de  marzo - 2020

Síntesis de Actividades

17    Cursos
18    Reuniones Doctrinarias
12    Seminarios
8      Jornadas
11    Paneles
60    Conferencias
160  Números del Boletín “Acción”
7      Números de “Orden Natural”, revista virtual
11    Folletos
2      Libros
Curso Virtual de Doctrina Social de la Iglesia (2005)
Curso Virtual de Doctrina Política Católica (2009)


 Blogs en Internet:


www.cdbcba.blogspot.com  Ética social
www.forosamartiniano.blogspot.com  Historia argentina


Equipo Directivo:

Dr. Mario Meneghini – Presidente
Prof. Beatriz Coronel Villarreal de Mayorga – Secretaria
Prof. Flavia Villani – Informática
Ing. Armando García Lillo – Tesorero
Dr. Juan Amadeo Roa – Síndico
Ing. Isidoro Delgado – Asesor Técnico
Fr. Rafael Rossi OP – Asesor Espiritual

Sede: Pedro Frías 330 – 5000 Córdoba